lunes, 30 de enero de 2012

ENSAYO REALIZADO

No se porqué  se hacen tanto problema con eso de tener en Chile un régimen semi presidencial. No se porqué tienen dudas. Ya tuvimos uno, que si bien no fue demasiado maravilloso, funcionó con cierta dignidad (salvo la madrugada del terremoto). Porque me refiero, naturalmente,  al período presidencial de la Sra. Bachelet.

¿Quién puede discutir que ella era, más que jefe de gobierno, una figura protocolar? ¿Quién puede negar que entre Velasco, Pérez Yoma, Vidal y algunos (as) más en las sombras llevaban el pandero? ¿Quién puede desconocer que el misterio de su popularidad sostenida se fundamentó, precisamente, en que la ciudadanía la miraba más como símbolo (vaya a sabe Ud. de qué) que como figura política? Y digo eso con realismo, sin desconocer su mérito ni su encanto.

Mire Ud. un análisis bien simplista: el nuevo padrón electoral va a fluctuar entre nueve y doce millones de electores como máximo, es decir, unos cuatro millones de electores más que ahora. Si Ud.  lo divide por 85.000,  le da algo así como 140 diputados y si lo divide por 170.000, le da unos 70 senadores. Luego, si Ud. ajusta los territorios electorales de norte a sur del país a esos números, podría tener los distritos y circunscripciones adecuados y similares en representación. Los habría chicos en las grandes ciudades y extensos en las zonas menos densas, pero con gravitación similar. Ganar en un sistema uninominal demandaría unos 43.000 votos para un diputado y 86.000 para un senador, bastante más digno que ser elegido, como es ahora en algunos distritos, con unos pocos cientos de votos y porcentajes muy bajos. ¿Qué de malo tiene eso? Claro que significaría un rompimiento de los feudos electorales existentes y de las canongías establecidas en materia de diputaciones y senaturías, pero sería en beneficio de la representación  democrática. ¿Y no es eso lo único que debería importar?

Y si el cambio de sistema significa que nos libremos de los aventureros, apitutados, aprovechados, demagogos y mediocres, ¿no sería una doble ganancia?

Ahora, ¿cómo podríamos hacer opinión en este sentido Ud. y yo? ¿De qué manera podríamos hacer oir nuestra voz? ¿Por los actuales medios y canales de la información? ¿A través de los propios diputados y senadores que se verían afectados? ¿Con el concurso de una prensa obsecuente y voluble? Creo que sólo se podría hacer a través de las redes sociales y reuniendo a la gente en manifestaciones públicas.

Si está de acuerdo con este planteo, expréseselo al vecino, coméntelo con el taxista, arguménteselo al conocido eventual, divúlguelo, grítelo, haga ruido, cree molestia, suba presión, o nunca nos sacaremos a estos come dietas de encima.

2 comentarios:

  1. El sistema uninominal es malo. El representante de Las Condes sería un diputado designado, y el de Lota también. En USA, el candidato presidencial Republicano gana en Wyoming, y el demócrata en Nueva York.
    Supongamos este otro ejemplo, si por esas “cosas de la vida”, en 120 de los 140 distritos gana el candidato de la coalición A por un 51%, al de la coalición B que obtiene un 49%, esta coalición A se queda con los 120 diputados, y haría lo que le da la gana. Prefiero los empates, y que tengan que negociar, porque no confío en ninguno.

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    1. ¿Qué es la democracia al fin y al cabo? ¿Es el reflejo de las opiniones mayoritarias o una forma de arreglinar los desequilibrios? ¿Es sano arreglinar los desequilibrios? ¿Que gane el de Las Condes y el de Lota no es lo que ocurre ahora y lo que ocurriría con cualquier sistema en que haya una clara mayoría? ¿Es malo ganar en democracia, sea en Wyoming o en Nueva York? Un problema complicado, pero la complicación no debe ser motivo de manipulación, ni siquiera en nombre de la democracia. Creo que pensar que porque gana el de Las Condes o el de Lota, esos ganadores no van a ser capaces de enfrentar debidamente los temas sociales, es sentir que el viejo y degradado sistema político chileno en que se trataba de liquidar o debilitar al enemigo para hacerse con el poder no ha cambiado ni va a cambiar. Y si eso no cambia, estamos sonados.
      JGM

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