Es un lugar común que los chilenos evitamos cuanto podemos llamar al pan pan y al vino vino, recurriendo a sinónimos forzados cuando no a la simple hipocresía. Hacen caudal los ejemplos de eufemismos de uso corriente que enmascaran u ocultan situaciones que podrían describirse o denominarse con mayor franqueza: una mujer poco agraciada es “interesante”, echar a alguien de su cargo es desvincularlo y un extremista peligroso pasa por idealista. La lista de calificativos creativos es larga y divertida, pero no consigue disimular una mala costumbre nacional que a la larga tiene consecuencias morales negativas. Un amigo gringo me decía, tal vez un poco exageradamente, que no se podía confiar en una cultura que no llamaba a las cosas por su nombre, porque los eufemismos equivalían a una mentira o a un engaño.
La cosa tocó fondo hoy con el cambio del concepto de “régimen militar” (aprobado a principios de diciembre del año pasado por el Consejo Nacional de Educación para substituir en textos de estudio al más crudo concepto de “dictadura” conque se aludía al Gobierno Militar 1973-1990) por el de “régimen militar anti democrático”. El nuevo cambio efectuado a la carrera para satisfacer la inquietud política del progresismo (otro eufemismo), es el numerito con que se inaugura el flamante Ministro de Educación señor Beyer. ¡Pobrecito él!
El nuevo calificativo, es poco eufónico y tautológico (una tautología es una afirmación obvia, vacía o redundante), desde el momento en que la expresión “régimen militar” describe una situación anormal, ya que lo normal no sería “regimen” sino “gobierno” sin apellido alguno. Si se tiene la necesidad de decir “régimen”, es que no es propiamente un gobierno sino un sistema y si se dice “gobierno democrático”, es porque existe la posibilidad de que haya “gobiernos no democráticos”. Y la verdad es que que sea “no democrático” o “anti democrático” hace moralmente poca diferencia. Desde mi punto de vista ha habido en Chile gobiernos no democráticos, aún en medio de regímenes democráticos, cuestión de la que muchos tenemos clara memoria.
Yo no tengo mayor empacho ni problema con las palabras. El decir bien depende de la precisión que se quiere asegurar y de la oportunidad en que se desarrolla el discurso. Y eso no necesariamente es hipocresía aunque pueda oponerse a la franqueza extrema. Dependiendo de la circunstancia puede convenir hablar de “golpe militar” o de “pronunciamiento”, de “dictadura” o de “régimen militar” o “gobierno militar”. Pero usar la expresión “régimen militar anti democrático” me parece un amaneramiento poco estético, además de un hipocresía olímpica, sobre todo cuando los que se van a llenar la boca con la expresión defienden al Régimen Cubano y mandan cartas de felicitación al nuevo “querido Líder” de Corea del Norte.
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