lunes, 31 de octubre de 2011

MATRIX REVISITADA

Hace unas semanas comparaba nuestra situación con la de la película MATRIX, donde los seres humanos vivían la ilusión de vidas plenas, en tanto estaban siendo privados de sus esencias vitales por máquinas que se nutrían de sus fuerzas, con la del sistema en que no toca vivir, donde una estructura económico financiera nos permite vivir con la sensación de progresar por el  acceso a ciertos bienes y servicios, en tanto se nutre de nuestro trabajo tal como la Polar o el crédito universitario (¡qué mejores ejemplos!) lo hacían hasta hace poco. Decía yo que por  intuición comprendíamos  cómo funcionaba la cosa y por eso no nos gustaba Piñera, a quien identificábamos como el dueño de la MATRIX.
Más allá de la metáfora, es cierto que hay instalada en el sistema económico y financiero una máquina pensada  para  que—so  pretexto del desarrollo de la sociedad—nuestro esfuerzo le entregue beneficios enormes. Y  sin considerar que paradójicamente dicha máquina se terminó de instalar durante el retorno a la democracia, el hecho es que el artilugio que ha comenzado a quedar a la vista no nos gusta. No les gusta a los estudiantes, ni a los padres, ni a la clase media, ni a los tres o cuatro primero quintiles, ni a la gente de bien, cualquiera que sea su clase o nivel.
No nos gusta, porque a diferencia de los impuestos—una forma de exacción legitimada por el acuerdo social—la máquina mencionada no apunta al bien común. Por el contrario, la  Matrix del cuento apunta solo al beneficio de unos pocos que se ubican socialmente al tope del primer quintil, razón por la cual  sus dueños y beneficiarios (bancos, ejecutivos de alto nivel, grandes empresas y unos pocos profesionales) son los únicos que no desean cambios.
Estamos rodeados por las martingalas expoliadoras de este tipo tanto como por el delito. Entre otras cosas que me sacan unos pocos pesos cada mes descubrí que pese a haber eliminado todos los carrier en mi teléfono fijo tenía por lo menos tres de vuelta cobrándome unos diez mil pesos mensuales entre todos; lo mismo respecto de diferencias en los consumos de servicios, todos sin una buena explicación… ¡Es que soy una especie valorada explotable! ¡Igual que el más humilde ciudadano!
Pero el peligro que se cierne ahora sobre todos nosotros con tales argucias ahora que la cosa comienza a quedar a la vista—el perraje dijéramos—es que esa otra máquina, peor todavía y menos socialmente orientada aún que la Matrix—la política de personajes como los que hemos visto en la comedia de equivocaciones de estos últimos días—se quede con el testimonio y el beneficio de la reacción social del mismo modo que por distintas vías se quedan con una parte no menor de nuestros impuestos.

sábado, 29 de octubre de 2011

LA FALTA DE UN PROYECTO

¿Se ha detenido a pensar que en todo este conflicto estudiantil, nadie, ni los estudiantes, ni los políticos, ni el Gobierno, parecen haberse abierto a reflexionar sobre el problema de fondo de la educación? Sólo han estado discutiendo sobre las formas: el lucro, la gratuidad, el carácter público de la educación. Pero dígame: ¿Alguien se ha puesto a pensar en cuántos periodistas, cuántos abogados, cuántos arquitectos, en fin cuántos profesionales, se van a necesitar en el futuro? ¿Cuántos técnicos y trabajadores especializados? ¿Alguien se ha detenido a pensar que cualquier decisión sobre las formas tendría que subordinarse a unos objetivos “país” de más largo plazo? Y más importante todavía: ¿Qué diseño tiene ese “país” futuro?¿Cómo es el  porvenir en el que se puede pensar, dados unos recursos posibles y probables, unas circunstancias internas y externas, los cambios demográficos y mentales y el mismo progreso que podamos hacer?
Parecería racional pensar en ello o por lo menos, hacer de esa incógnita uno de los elementos sobre los que centrar el esfuerzo de las inteligencias. No parece razonable que sigamos funcionando, como hasta ahora, sin un proyecto de futuro claro y definido, más o menos enfocado, objetivo, para que los esfuerzos, los fracasos y los éxitos puedan aportar a una meta, a un propósito. Ya no bastan las políticas genéricas—reducir la pobreza, reducir la desigualdad, eliminar los campamentos, alcanzar el desarrollo en cierto plazo, etc.—, tareas que son medios pero no metas verdaderas.
Por lo menos los ultra tiene ese proyecto y esa visión. Lo tienen,  aunque sea sólo en el ámbito de la ideología: quieren el Estado total, la sociedad controlada, las libertades que sean funcionales, una democracia propicia y en ese sentido, también están enfocados sólo en los objetivos intermedios. El primero, hacer fracasar al Gobierno de derecha (si se le derriba, mejor todavía); segundo, debilitar a la alternativa—la Concertación—haciéndola  aparecer inoperante, oportunista y zigzagueante; tercero, debilitar la democracia formal para reemplazarla por el asambleismo controlable políticamente, sea en la fórmula multitudinaria, sea en el plebiscito abierto. Tampoco tienen un proyecto claro de futuro y no lo necesitan, porque sólo buscan el poder. Una vez con el poder—piensan—todo se podrá hacer. Como en China…
El problema es que no somos China sino un país chico y del mismo modo que tal vez un dinosaurio de 80 toneladas no necesitaba preocuparse mucho de los rivales ni de los obstáculos normales, sí lo tenía que hacer con sumo cuidado uno pequeño del porte de una gallina. En todo caso, resulta muy  interesante y aleccionador pensar que los grandes monstruos de jurásico se extinguieron y los dinosaurios chicos evolucionaron en los pájaros.

jueves, 27 de octubre de 2011

TRANQUILA IGNORANCIA


Tengo la percepción de que el mundo de mi juventud, que comentara anteayer, era más ordenado y calmo que el mundo presente, porque entendíamos y sabíamos muy poco de lo que pasaba. Vivíamos en una tranquila ignorancia, en un desconocimiento casi pleno de toda realidad que no fuera la propia e inmediata.  La radio tenía unos noticieros breves y  patéticos, los diarios entregaban trasnochadas noticias de tres días antes casi sin fotografías, los teléfonos eran escasos y las comunicaciones lejanas difíciles. Las personas que algo sabían—que siempre las hay—sabían  porque tenían  metidas las manos y por ello se callaban prudentemente. Era un tiempo en que no había televisión satelital, ni canales de noticias, ni Internet, ni cámaras de vigilancia por doquier, ni fotografía digital, ni celulares con acceso a la red y  video, ni Facebook, Twitter, ni ninguno de los elementos tecnológicos que ahora nos permiten la comunicación instantánea y nos permiten sentirnos coprotagonistas de los hechos.
Y sin embargo, seguimos sin saber mucho. La única diferencia con  el  mundo de antaño,  es que ya no vivimos en una  tranquila ignorancia sino que gozamos de una importante desinformación. En verdad, no sabemos más, no sabemos mejor. Solo recibimos una información sesgada por diferentes intereses y facilitada en su transmisión por  la tecnología.
Desinformar es ofrecer una información falsa o intencionadamente manipulada para obtener un fin determinado, pero es, también, negar lo evidente, sesgar el sentido de las cosas, parcializar los datos manejando estadísticas, omitir cuestiones esenciales, manipular los significados, fundar torcidamente los argumentos, descontextualizar las noticias, demonizar o endiosar a los protagonistas, etc.
Estamos llenos ejemplos de desinformación, no solo en las situaciones contingentes o locales como puedan ser el carácter de la ex presidenta, el comportamiento de la economía, los intereses de las empresas, el compromiso de los políticos y la eficiencia del Gobierno, sino en otras cuestiones de alcance global como temas ambientales como el calentamiento global del que tanto habla Hall Gore, el cambio climático gatillado  por la contaminación química, el compromiso de Sadam Husein con armas de destrucción masiva y tantos temas más. Desinformar ha sido el medio por el que—incluso desde antes de contar  con medios masivos de información—se  han construido imperios, sustentado sistemas políticos y desarrollado creencias y  religiones. Porque la desinformación es una hija bastarda de muchos padres en todos los tiempos: la ignorancia, la imprecisión,  la subjetividad, la superstición y la mentira, entre ellos.
¿Cómo se habría podido conseguir el nivel de aprobación generalizada que reciben del público los movimientos estudiantiles sin un componente de desinformación? ¿Qué es la aprobación de las posturas ambientalistas sino desinformación? ¿Qué fundamento tienen la mayor parte de las percepciones ciudadanas sino desinformación?  Tenemos que llegar a  la conclusión que la tranquila ignorancia del pasado, que nos dejaba al margen de los hechos no ha cambiado esencialmente; sólo  ha sido reemplazada por la desinformación, que nos permite la ilusión de participar.

martes, 25 de octubre de 2011

¿CÓMO ES QUE LLEGAMOS A ESTO?

Cuando estaba en la Universidad, hace muchos años, hubo en mi Escuela un paro estudiantil que duró casi medio año. Comenzó por un problema académico, pero rápidamente fue capitalizado por los intereses políticos más extremos y terminó en una toma violenta del edificio que produjo una división curiosa: la minoría exaltada y politizada se quedó con él y la mayoría, tranquila y neutral se trasladó una vez solucionado el problema de origen a otro inmueble universitario, continuando con las clases normalmente, a pesar de los intentos por quebrar el orden de eventuales  grupos provocadores. El movimiento se consumió a si mismo y  al final, los rebeldes se vieron obligados a deponer su movimiento, porque eran cada vez menos los que tomaban el riesgo de perder el año. En diciembre, finalmente todos volvimos al edificio de la Carrera ya desocupado y continuamos las actividades sin ningún problema: estaba limpio y ordenado.
Por estos días, casi cincuenta años después, en varias universidades estamos intentando comenzar  de nuevo las clases,  pero nos encontramos con que las instalaciones tomadas por meses y devueltas a medias están en la más triste condición, desordenadas, sucias y mal olientes, con puertas forzadas, con bienes institucionales y privados rotos o sustraídos y con sectores importantes en ruinas. Y hemos visto que un interés no menor de quienes protagonizan la toma y pretenden prolongarla, es el ahorro en gastos en pensiones que están haciendo.
La pregunta es ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Qué es lo que resulta ser tan diferente entre aquella Universidad y esta? Tal vez sea  que los alumnos de antaño guardaban, aún en medio de los conflictos,  cierta compostura en tanto  los de hoy se comportan como lumpen. Entonces uno se cuestiona pensando ¿Cómo es que llegamos a esto?
La respuesta fácil es, seguramente, que todo cambió: cambió la gente que llega a la universidad, cambió la educación, cambió la sociedad, cambiaron  la moral y las costumbres, cambiaron los límites…Pero fundamentalmente, lo que cambió perdiéndose en estos años, ha sido la templanza, la mesura, la medida, el auto control a nivel de las personas, con  la consiguiente inclinación a la exaltación colectiva.
Portales decía por allá por 1836, que en Chile el orden se mantenía por el peso de la noche, tal vez porque en su época casi no existía un sistema de iluminación pública y la población era escasa. En mi juventud, cuando ya éramos muchos más y las luces eléctricas hacían de  la obscuridad una amenaza lejana, el orden se mantenía porque éramos ciudadanos  temerosos de la Ley y del peso de la Justicia—los jueces—y  respetuosos de la autoridad—la policía—que  ejercían el control. Es cierto, claro es,  que la autoridad se hacía respetar mucho más que ahora, en que incluso el Presidente del Senado puede ser considerado un transgresor.

domingo, 23 de octubre de 2011

UN GOLPE LENTO

Estamos viviendo un golpe de estado lento y anunciado. Es cierto que habitualmente los golpes de estado son súbitos e imprevistos, pero este, en particular, se ha ido haciendo pausadamente y con aviso.  Para que nos entendamos se define como golpe de estado a  la toma del poder  por parte de una facción o grupo,  que subvirtiendo el orden social y sobrepasando la  institucionalidad establecida y subvirtiendo el orden cívico, derriba al poder constituido de manera violenta substituyéndolo,  dada su incapacidad de anticipar, reaccionar o resistir. Esto, naturalmente, referido al hecho mismo y no a las razones de fondo que lo motivan.


Veamos: ¿Ha tenido el Gobierno la capacidad de anticipar los conflictos que se le venían encima? No la ha tenido y transmite la sensación de haber sido sorprendido. ¿Ha reaccionado adecuada y oportunamente ante los hechos acaecidos en los últimos meses?  No ha reaccionado adecuadamente ni a tiempo y no ha manejado bien las situaciones. ¿Ha resistido las presiones que se ha suscitado desde los diversos sectores sociales y políticos? No las ha sabido articular ni manejar ni táctica ni estratégicamente.
 Por otra parte y más allá del problema que marcó el punto de partida de todo este proceso, esto es,  la calidad y costo de la educación en Chile ¿Los actores del movimiento estudiantil no están procurando subvertir el orden social en lo que sea posible, con marchas, manifestaciones y ahora, con tomas en el Congreso? ¿No están sobrepasando claramente la institucionalidad al tratar de imponer  formas plebiscitarias no  contempladas por la ley o reformas tributarias enredadas con las discusiones presupuestarias?¿ No están subvirtiendo el orden cívico, rompiendo la convivencia social y atentando contra la autoridad democráticamente establecida?
Lo que ocurrió en el antiguo Congreso el jueves pasado y la reacción del Presidente del Senado nos están dando la pauta de cómo va el desarrollo de este golpe de estado lento que comento. Observando el descontrol de los manifestantes en la sala invadida, viendo la cara de los representantes de todos los sectores reunidos ante la toma, tomando nota de la actitud y justificaciones del Senador Presidente de la Sala y ante  la reacción del Ministro, uno pierde las esperanzas.
No creo adecuado que el Diputado Montes se limitase a cerrar la sesión sin otro proceder; no digo que hubiese sido necesario que el Ministro se  hubiese inmolado ante los hechos saliendo al paso de los manifestantes; tampoco que hubiese corrido demasiados riesgos llegando al pugilato vil…Pero habría esperado alguna mínima hidalgía. No tendríamos 21 de mayo si Prat  no hubiese arengado a su tripulación y saltado luego al abordaje y tampoco habríamos transformado esa derrota en un triunfo moral.
¡Eso es lo que está faltando! Con decir que  creo que hasta el ex Presidente Lagos, en una circunstancia similar, hubiese demostrado mayor dignidad y autorrespeto.

viernes, 21 de octubre de 2011

EL DESBORDE COMO COSECHA:


A la vista de sus dichos y actitudes, sobre todo en relación con los últimos sucesos en la Sala de la Cámara y la sede del Congreso en Santiago, resulta difícil entender cómo algunos personajes han llegado a desempeñar cargos de representación popular. Provenientes de  todos los partidos, llegados desde todas las regiones, hay   grupos de parlamentarios—diputados y senadores por igual—que causan vergüenza y desazón. Lo mismo ocurre a nivel de los partidos políticos donde personajes limítrofes  en el mejor de los casos y siniestros en el peor, reclaman representar los intereses de la sociedad muchas veces con obscuras intensiones. Incluso a nivel de las instituciones uno se encuentra con funcionarios que hacen dudar de la cordura de quienes los designan o eligen como responsables. Para qué decir en las organizaciones reivindicatorias de causas ambientales,  uno de cuyos voceros vimos ayer transformado en un energúmeno   megáfono en mano, tomarse  literalmente una dependencia pública. Por último,  en los medios de comunicación que se supone deben dar a conocer los hechos y noticias nos encontramos con que pululan los que más allá del deber de informar, desinforman, deforman y desvían, muchas veces bajo el peligroso disfraz de la objetividad.
La pregunta que cabe formular entonces es ¿Qué desequilibrio cívico, qué sucio y obscuro designio o mutación explica que hayamos llegado a esta situación. ¿Es una consecuencia atávica de la evolución republicana  desviada por la carga social de una ciudadanía  inmadura? ¿Es culpa del Gobierno Militar? ¿Es un resultado de los años de gobierno de la Concertación tras la “recuperación” de la democracia, así entre comillas? ¿Estuvo mal pelado el chancho en algún momento? ¿O siempre  ha estado mal parida la criatura social?
En algún momento se pudo pensar que la ciudadanía detectaba bien  los excesos, cuando algunos diputados y senadores quedaron fuera del Congreso en la última elección, castigados por el voto. Pero viendo los exabruptos y absurdas decisiones de  parlamentarios y autoridades en ejercicio en los dos últimos días, se tiene que concluir que la tarea de aseo sigue pendiente y que  hay mucho por limpiar todavía. ¿Habrá voluntad y lucidez para esa tarea?
Sin duda tenemos lo que nos merecemos como sociedad y no hay mucho de que asombrarse, sobre todo  cuando se toma nota de los saqueos, asonadas y disturbios que por cualquier motivo se desbordan, que hablan de una escasa cultura cívica, de poca cultura moral y de muchos apetitos descontrolados en la sociedad civil. Lo malo es que las  mismas personas que se manifiestan reclamando todos  los derechos son las que dan sustento, con su participación y manifestaciones, a los desbordados.

miércoles, 19 de octubre de 2011

TRASFONDOS E IRRACIONALIDADES


¿Qué es lo que hay detrás de los desórdenes y asonadas que estamos presenciado?¿A qué finalidad apunta la insurgencia que está configurándose? Evidentemente  en todo lo que vemos hay un trasfondo de mayor  alcance que el simple apoyo a las demandas estudiantiles y al clima de insatisfacción social y un hábil manejo de las pulsiones ciudadanas subyacentes. Hay en todo esto, posiblemente, una intención de más largo plazo que tal vez apunte a generar un clima que favorezca algún resultado político pero, por otra parte, podría ser que  alguien haya dejado de hacer o esté haciendo mal la pega.
No resulta explicable que en tanto se controla eficientemente con casi mil carabineros el acceso de cierto tipo de hinchas a un estadio, no se pueda controlar a  grupos de encapuchados, que se estima, por lo menos en Santiago, no exceden el millar de individuos. Nadie me va a convencer que un colocolino es más dócil e inofensivo que un encapuchado. Tampoco que no se los pueda identificar y anular con los medios técnicos disponibles.
En la ciudad en la que vivo, donde se producen semanalmente unos disturbios espectaculares en un lugar sumamente acotado en el los semáforos y señaléticas son  especies en extinción y los comerciantes viven en el terror, los violentistas rara vez   son más  unas doscientas cincuenta personas a todo reventar, siempre los mismos, hasta el extremo que uno los ubica en las tomas de los noticieros. Claro que cada vez están más organizados y cada vez son más osados. Al principio tiraban piedras desde lejos y cuando más alguna bomba de pintura; ahora atacan a los vehículos policiales (la infantería policial casi ha desaparecido o mira desde lejos) en guerrillas organizadas tácticamente, con un arrojo digno del abordaje histórico. Llegan al  extremo de tratar de sacar a mano limpia las rejillas de las ventanillas de los zorrillos y carros lanza aguas para meter los cocteles molotov por ellas. Todo ello mientras los conductores policiales procuran no atropellarlos, seguros de que la Institución los daría rápidamente de baja y la Justicia, los procesaría condenándolos ipso facto.
Y entremedio, los tontos útiles de siempre, avivando una cueca que no entienden bien. Veía a una vecina que tiene tres vehículos nada de malos entre autos y camionetas todo terreno, que tiene  en el patio hasta una moto de esas de cuatro ruedas y otra acuática para el verano, en cuya basura frecuentemente se ven grandes cajas de artefactos electrónicos y que suele organizar concurridos asados cantados y regados cuyos aromas a carnes tiernas y choripanes chorreantes nos hacen sufrir a los más discretos, salir a gritar consignas y tocar cacerolas y sartenes de gran calidad y precio. ¿Cómo no va a querer educación gratuita con ese gasto?

lunes, 17 de octubre de 2011

LA METÁFORA Y LA FÍSICA:

¿Cómo comienza a deshojarse una rosa? ¿Qué es lo que precipita una avalancha de nieve o una corrida de lodo? Las leyes de la física más elemental explican esos fenómenos naturales y sirven para metaforizar las causas de los pertenecientes a otros campos, por ejemplo, los de índole social. 
¿Cómo se inicia un episodio de pánico en un evento público? ¿De qué manera comienza una estampida en la manada? Podemos recordar eventos en los que el fenómeno de la corrida dispara, a partir de la acción de unos pocos elementos, un movimiento que termina por abarcar al conjunto. Ocurre en la naturaleza y en la sociedad. El ejemplo más claro es el de batallas famosas como Waterloo durante las guerras napoleónicas, Springfield en la contienda civil norteamericana, o más localmente en Placilla, durante la Revolución de 1891 aquí en Chile. En todas ellas,   el retroceso o el avance de una fracción de atacantes o defensores inició el colapso de uno de los ejércitos y decidió el destino de un Emperador, de la causa del Sur o de nuestra modesta República. Es la avalancha, es la estampida, es el reacomodamiento de los factores siguiendo las leyes de la física o de la sociología.
La amenaza de la pérdida del año escolar debido a los paros y conflictos estudiantiles ha comenzado a tener efectos desequilibrantes en las Universidades, como en el deshojarse de la rosa o el precipitarse de la nieve. El desencadenante está comenzando a ser   la acción de unos pocos que, rechazando el sistema de asambleas instituido por las dirigencias, han comenzado a votar democráticamente sobre si retomar o no las clases en el segundo semestre. Elegir democráticamente implica saber quiénes tienen derecho a pronunciarse—el padrón—y determinar fehacientemente quiénes se pronuncian en una u otra opción—. Implica asimismo, que la votación garantizada por veedores imparciales, escrutada rigurosamente sea validada  por el acatamiento que  los perdedores hagan del resultado.
Seguramente los partidarios de continuar los paros van a resistirse tratando de imponer su evidente minoría, pero a la postre, la rosa de deshojará y la nieve terminará por ser agua que vuelve a los cursos normales. Napoleón, como último recurso envió a la batalla a la Guardia Imperial, el General Lee ordenó la carga  de Pickett y el General Barboza dispuso una retirada ordenada de las tropas gobiernistas. De nada sirvió, las batallas se perdieron igual.
La única posibilidad de salvación del conflicto es que el Gobierno cometa más torpezas, el Presidente tenga otra salida desafortunada o la niña Cariola resulte más bonita y manipuladora que la Camila.

sábado, 15 de octubre de 2011

LOS EFECTOS DE UN PESIMISMO ANCESTRAL:


El pesimismo ha sido componente atávica y permanente del espíritu humano. Viene estando presente en la mente de las personas desde la época   de los más remotos ancestros. Y aun cuando siempre está subyacente de manera subconsciente como una cuota de negrura, de cuando en cuando se expresa visiblemente de manera poderosa, con verdaderas explosiones de desánimo. Culturas enteras ya desaparecidas  fueron terriblemente pesimistas; la mayor parte de las religiones tienen un fondo de pesimismo; y desde luego son espantosamente pesimistas  todas las anticipaciones del futuro que hoy por hoy formulamos.
Primero fue el diluvio universal—nada más terrible—que vino a aguar las cosas. Seguidamente los sumerios con dioses tremendos, los egipcios con sus plagas,  los pueblos egeos con trancas y laberintos y los griegos con filosofías escépticas. Todos la vieron negra cada cual a su manera y con su estilo, con diversos fundamentos, pero con la misma perspectiva. Los romanos tampoco lo hicieron mal en esto de ser pesimistas, tal vez porque los síntomas de la descomposición de sus sistemas políticos eran persistentes. No podemos decir que la Edad Media fuera demasiado optimista y ni siquiera el Renacimiento se destacó por su positivismo.
Ya en época la  de la ilustración  el pesimismo imperó por doquier: tanto en Kant como en  Rousseau y en el Romanticismo, fue proverbial  (casi no es necesario
mencionar al Werther de Goethe). ¿Y en los albores de la Modernidad? ¿Qué me dice de Malthus o Adam Smith y sus visiones apocalípticas de la escasez y el equilibrio demográfico  precario ¿Y qué me dice de los utopistas sociales del siglo XIX con Marx y Engels a la cabeza?  ¿Y de Shopenhauer y Nietzsche?
En América no lo hemos hecho mal: nada más obscuro ni pesimista que los augurios Mayas, lo mismo que es negro el pesimismo entre los Incas e incluso en la cosmogonía Mapuche, con su diluvio inicial y todos los males posteriores, incluida la llegada de los huincas.
¿Porqué será que en todas las latitudes se ha mirado la realidad con tanto pesimismo? ¿Será por  la certeza de la muerte, sobre todo en tiempos en que la expectativa de vida adulta era muy corta y la mortalidad infantil tan elevada? ¿Será porque en todas las épocas el hombre ha sido el lobo del hombre, como diría Hobbes? ¿Será por una atávica necesidad de castigo que compense lo buena que en verdad es la vida?
Mírenos Ud. hoy por hoy, anunciado catástrofes ambientales generadas por la contaminación ambiental, augurando la probable caía de meteoritos capaces de exterminar a la humanidad, hablando de la lluvia ácida, de nuevas enfermedades y epidemias incontrolables, del agotamiento de los recursos, del crecimiento demográfico incontrolable condenándonos al hambre y a la guerra. Hasta con muertos vivos pululando por doquier en el imaginario colectivo.
Puras malas noticias y pésimos augurios que  con el desarrollo de todas las nuevas tecnologías de comunicación instantáneas y globalizadas y el desarrollo de las redes sociales, hacen que el pesimismo adquiera la dimensión de inconformidad y se transforme en problema social  y hasta en oportunidad política. 
Ni qué decir que los indignados en todo el mundo que se celebran hoy no son, en manera alguna, espíritus optimistas.

jueves, 13 de octubre de 2011

EL DESAFIO DE LA INDECIFRABLE EVOLUCIÓN DE LA CULTURA

 
La evolución de la cultura es, como la evolución biológica de las especies, un proceso pausado y continuo, que tiene como mecanismo operativo  la lucha por la supervivencia, en la que se impone el más apto y adaptable a las condiciones que prevalecen en el  medio en un momento dado. Tal como en el caso de las especies, las ideas, las instituciones  y los productos materiales que componen la cultura prevalecen en función de que sean las expresiones más funcionales y adaptables en un momento particular. Cuando las condiciones del ambiente social cambian, cuando aparece una mutación exitosa que articula mejor o cuando se produce un suceso de alcance global, todo comienza a cambiar y pocos pueden adivinar en qué dirección apunta el futuro.
Recientemente, por lo menos en términos históricos, hemos experimentado cómo opera la evolución cultural:  cuando cayeron el muro de Berlín y la Unión Soviética, cuando quedaron atrás la modernidad o el pop art y cuando desaparecieron la máquina de escribir y la carta escrita en papel, el mundo cambió y nos precipitamos hacia los tiempos nuevos.  Muchas ideas y conceptos, montón de instituciones e infinidad de expresiones materiales comenzaron a esfumarse recientemente como viejos dinosaurios estresados por el cambio ambiental. Justo ahora estamos asistiendo, posiblemente,  al fin de un ícono de la sofisticación y la exclusividad—los celulares blackberry, chiches tecnológicos envidiados y deseados—víctimas de la vorágine del cambio digital.
La evolución en las modalidades de  transferencia de información, el manejo y procesamiento de los datos y el impacto social  determinado será, para muchas de las ideas presentes, las formas de organización en uso y los productos materiales que atesoramos,  como lo fue el mítico aerolito de hace 65 millones de años para tantas especies animales y vegetales, causal de inevitable extinción. Es indispensable procurar no caer en esa vorágine fatal y descubrir cómo anticiparse.
 Por lo menos yo, analizo cada día el material cultural que me rodea procurando anticipar inteligentemente por dónde comenzará a flaquear su arquitectura, de manera de tener más tiempo para apartarme y mantenerme  actualizado.
No se ven muchos profetas del futuro en quienes confiar. Tampoco se distinguen visiones lúcidas orientadoras. Ni siquiera actitudes carismáticas  ni personalidades arrebatadoras. Lo único seguro es la inminencia de los cambios. No nos van a salvar las Bachelet, ni los Longueiras o los Meos; tampoco los Navarros ni las Camilas. Todos ellos  son, también,  especies amenazadas.

martes, 11 de octubre de 2011

UNA POSIBLE ESTRATEGIA


Durante mucho tiempo me he estado preguntando por las  razones lógicas que pudieran explicar suficientemente que la señora Bachelet hubiese llegado a ser Presidenta de la República, sin conseguir elaborar un razonamiento suficientemente estructurado y fundamentado. No me refiero a las conveniencias políticas en las que la Concertación—maestra del oportunismo—ha dado muestra de extrema habilidad,  ni a las oportunidades anecdóticas (como andar arriba de un tanque Mowag), sino a  explicaciones profundas capaces de  explorar  el inconciente colectivo de los chilenos en un nivel   que no corresponde a la estrategia comunicacional, sino a la sociología más refinada.
No había conseguido ninguna lucidez sobre la materia hasta que para el dieciocho, me crucé en la calle con don Miguel, maestro en el arte  de la construcción  de obra gruesa—albañilerías, estucos y radieres—que  caminaba endomingado con su señora de la mano.
Ella era, en moreno aunque teñida rubia, el vivo retrato de la ex Presidenta: no fea, de mediana edad, gordita, con cierta personalidad y evidentemente dueña del buque de don Miguel, que la miraba con adoración y orgullo evidentes. La miraba como a una reina con ojos brillantes por el efecto de cariño y de alguna libación patriotera. Entonces súbitamente se me hizo la luz: la explicación de la popularidad comentada está en  que la señora Bachelet corresponde a lo que todavía es el ideal femenino popular del chileno, ese arquetipo  que aún  no se ha contaminado  con la modernidad, razón por la que sigue teniendo el valor aquello de que  “la gordura parte de la hermosura”. Un tipo en que se combinan la  abundancia de carnes que comunica la idea de ausencia de estrechez con la sensación de logro; ese donde un poco exotismo de la sangre europea sugerida por el rubio de la cabellera se combina con el olvido  genético;  ahí, donde  el sentimiento amable y acogedor de una cara redondita y sonriente disimula los inconvenientes de cualquier falla de carácter.
Entonces se me ocurrió que posiblemente  las evidentes redondeces que están desarrollando  varias de las líderes estudiantiles pudieran ser parte de un hábil estrategia de su partido conducente a “hacer el tipo” con vista a futuras promociones. Proyéctelas Ud. en unos pocos kilos, bórreles los rasgos acusados de la grácil juventud y tendrá, por lo menos, un par de potenciales candidatas con éxito asegurado, como la ex Presidenta.
No olvide que las mujeres votaron en masa por ella seguramente porque se sentían interpretadas por el tipo y los hombres, porque el tipo todavía les removía los atavismos.

domingo, 9 de octubre de 2011

¿EL EFECTO MATRIX?


¿Recuerda la película Matrix, esa en que las personas vivían en un estado de suspensión conectadas a máquinas que les suministran la ilusión mental de unas vidas normales a cambio de usar su energía vital?  Es interesante recordarla, porque un porcentaje cada vez más significativo de los chilenos tenemos la percepción de estar viviendo en un situación  similar, en la que el sistema—el modelo, dijéramos—nos permite la ilusión de una vida plena al permitirnos gozar de ciertos bienes de consumo a cambio de comprometer ad eternum nuestra energía productiva.
El traspaso se materializaría a través de una transferencia abusiva de nuestro esfuerzo a  las entidades de servicios como las de agua, electricidad, gas, transporte y comunicaciones; a las financieras como los bancos, las tarjetas de crédito y las tiendas del retail; a las de movilidad y seguridad social como la educación,  las AFP y las ISAPRE, de manera que el objetivo de fondo ya no sería social (proporcionar  a la población  bienes y servicios) sino puramente económico (mantenernos cautivos en tanto fuésemos productivos), de manera de ganar a costa nuestra.
Este sentimiento social creciente de toma de conciencia—que por lo demás tiene expresión planetaria—es el que  subyace bajo los distintos tipos de manifestaciones de las que hemos sido testigos en los últimos meses, desde las protestas por Hidroaysen a las manifestaciones estudiantiles y caceroleos. Es lo que explica  que un Presidente empresario sea tan impopular y que un gobierno de derecha sea rechazado tan ampliamente. Temas como el de los sobresueldos de hace unos años, el de las obras concesionadas que no operan bien, o el escándalo de La Polar, por mencionar sólo algunos hechos, explican el escalamiento del problema.
El efecto Matrix puede ser imparable y generar cambios que lleguen a ser peores remedios que la enfermedad, sobre todo cuando son aprovechados como parte de estrategias políticas. Ya lo vemos en los estudiantes, que están pidiendo cambiar el mundo—modelo, estructura tributaria, propiedad, etc.—para  solucionar el   problema de la educación. El tejo pasado es el peligro de todos los procesos pendulares.
Volviendo a la película Matrix, recordemos que los pocos humanos que se habían sustraído al control de las máquinas terminaban por triunfar de la mano de un lider carismático y capacitado, arrastrando a su causa a cada vez más conversos liberados. Algo así  estaría pasando ahora en el mundo real: Matrix sería el modelo y los líderes estudiantiles podrían ser personificaciones de  Neo… Y Gajardo bien pudiera ser Morfeo.
En todo caso una guerra…Tal vez sería oportuno releer a  Sun Tzu.

viernes, 7 de octubre de 2011

EL GRAN DESASTRE


¿Cómo podría calificarse el desempeño de este Gobierno si no es como un desastre? Creo que van quedando pocos que abierta o reservadamente no lo piensen así. No ha habido oportunidad casi, en la que no se hayan cometido errores políticos, en que no se hayan equivocado las estrategias y en que no se hayan dejado perder oportunidades. Como general después de una batalla me pregunto ¿Cómo han podido ser tan ciegos?
La señora Bachelet dio el primer aviso de cómo iban a ser las cosas con esa popularidad inexplicable con la que terminó un gobierno tibio y mediocre. Los eventos posteriores al terremoto de 2010, cuando el actual gobierno dejó pasar una oportunidad preciosa de marcar la agenda en términos comunicacionales, confirman  la cortedad de visión. Finalmente, todo lo que ha ocurrido en materia de las manifestaciones estudiantiles, donde no hay torpeza que no se haya aprovechado, rubrican la catástrofe.
¿Qué comprendió adecuadamente o se le dio bien al Gobierno de Bachelet? Que la verdad objetiva, los datos precisos, las explicaciones racionales no importan tanto como las sensaciones, las impresiones y las tincadas, razón por la cual sacó partido a la emocionalidad imprecisa de las percepciones ciudadanas. No creo que nadie medianamente  informado pensase que la buena señora era competente, pero todos sentíamos que tenía buenas intenciones (tan tierna ella) y buenos asesores (el señor que se fue de lengua al tratarla de Gordi).
Mire Ud. lo que ha ocurrido con los movimientos estudiantiles: dos o tres consignas más o menos potentes y medio Chile se pliega balando a coro para apoyarlas, sin entender prácticamente nada, sin parar mientes en que el gremio que ha generado la mayor parte de los problemas se pliega al proceso con su antipático presidente a la cabeza y sin pensar en las consecuencias de lo que se pide.
La habilidad de la estrategia sorprende. No sólo buenas consignas, sino que una hábil presentación de los problemas de un modo que nadie puede—gobierno incluido—dejar de estar de acuerdo con el fondo más simple del planteo. ¿Si estoy de acuerdo con las ideas de mi opositor, que curso de acción me queda? Es la esencia del juego político: proponer  lo que deje al enemigo sin una línea de defensa; hacerlo con un lenguaje simple; comunicarlo por medio de una cara bonita…¿Es que nadie se ha dado cuenta  de que la Camila es una materialización de los  anhelos más oscuros de la gente? Mujer como la Bachelet, joven y bonita como una modelo (incluso sin  la delgadez),  educada e inteligente como un demonio, vulnerable de modo que uno quisiera protegerla. ¿Cómo le va a hacer el peso un desabrido como el Ministro Bulnes?
No me sorprendería que a pesar del debilitamiento que la politización extrema  genera al  movimiento estudiantil, se sumaran más equivocaciones al desastre.

miércoles, 5 de octubre de 2011

RELATIVIZACIÓN DE LOS DERECHOS:


¿Qué diría Ud. si un  grupo de personas ocuparan periódicamente la calle frente a su casa para hacer una demostración de fuerza orientada a obtener algún beneficio? ¿Cómo reaccionaría si en esa actividad le rayan el auto, le pisotean el jardín y le asustan al perro, aunque sea por accidente ? ¿Y qué actitud tomaría si esas personas terminaran por ocupar su casa como un medio de aumentar la presión, aunque la ocupación fuese pacífica? Como en la propaganda aquella que demuestra que la cosa es diferente cuando se usa el tú—en  este caso el Ud.—con toda seguridad Ud. reclamaría  vehementemente sus derechos y no aceptaría que se los relativizara en función de la mayor importancia o trascendencia de la causa defendida por los reclamantes.
En  esencia, en el ejemplo presentado, existe una afectación del derecho de libre tránsito, del de propiedad y del de gozar de paz social, independientemente de las justificaciones y las causas. Cualquier alegato justificatorio de aquellos actos, equivale a relativizar esos derechos, cuestión que parece inaceptable precisamente  en un estado de derecho.
La relativización que se hace  de los derechos es  el problema  que ha sido puesto sobre la mesa con el anuncio de  posibles endurecimientos de las sanciones en el caso de las tomas y los perjuicios causados por las “manifestaciones sociales”. Y la popularidad de los fundamentos del movimiento estudiantil y la importancia del tema de reformar la educación, parecen justificar que se falte un poquitín a la ley. Algo así como decir que es malo poner una bomba, pero no es tan malo si es por una buena causa.
El problema de las relativizaciones, es que conducen a perder los límites, cuestión que es complicada cuando se reconoce que las normas fijadas para la convivencia por la costumbre y la ley no son otra cosa que límites dispuestos por la sociedad en pos del bien común.
En este país la política se está transformando en el arte de relativizar. Y también lo están haciendo el periodismo y los medios de información.  Relativizar está comenzando a ser el mejor medio para sostener un argumento. La mejor demostración de eso es que   ante el rechazo de dichas medidas por parte de sectores políticos, la autoridad ha adjetivado el asunto diciendo que las sanciones corren sólo “si se ejerce violencia”. ¿Me va a decir Ud. que la ocupación de la calle frente a su casa y su toma utilizadas como ejemplo y todo lo que las puede seguir, no lo violentan?

lunes, 3 de octubre de 2011

ARTICULADORES DE LA HISTORIA

Los historiadores más detallistas dicen que el establecimiento de la Frontera de Arauco, a principios del siglo XVII, ha sido un evento absolutamente  determinante en la configuración de los caracteres nacionales, es decir, en la personalidad de los chilenos. En menor medida pero también determinantemente parecen haber  influido la Guerra del Pacífico en 1879, la crisis mundial de 1929 y posiblemente, el golpe militar de 1973.  La configuración de la Frontera de Arauco—dicen los historiadores—ha  sido  más determinante, incluso, que las guerras de la independencia, la de la Confederación Perú Boliviana, la revolución de 1891 y todos los otros golpes de Estado juntos.
Generada a partir del levantamiento de 1599 que condujo al desastre de las fuerzas conquistadoras españolas en Curalaba y determinó el abandono de las ciudades de la Araucanía y de buena parte de la zona central, la Frontera fue, en realidad,  una faja de territorio entre el río Bío Bío por el sur y el Maule por el Norte, de la que ambos bandos—españoles e indígenas—se sustrajeron casi por completo y en la que salvo unos pocos fuertes, ya no se desarrollaron poblados hasta entrados los siglos XVIII y XIX.  A falta del control  jurisdiccional de ambas culturas—la peninsular y la indígena se refugiaron en sus ámbitos y quehaceres en las zonas aseguradas—no  hubo allí ni Dios ni Ley durante un período de tiempo bastante prolongado, con unas consecuencias bien notables.
En la Frontera campeó el macho engendrador, irresponsable e itinerante—el gañan campesino—y  surgió la mujer sola jefa de hogar sacando adelante a montones de chiquillos huachos; en la Frontera aparecieron las bandas de asaltantes del tipo de Benavides y los Pincheira, adueñándose de campos y caminos; en la Frontera se gestaron la tradicional  resistencia a la Ley, la costumbre de la asonada saqueadora, la afición al alcohol y la juerga, la pillería, en fin. Tal vez allí se configuró el roto chileno que luego las guerras mencionadas y los auges mineros diseminaron por el resto del territorio volviéndolo protagonista urbano.
Me ha venido a la mente aquella circunstancia histórica particular que articuló el carácter nacional, pensando en que  la Camila y sus huestes de estudiantes revolucionarios pudieran constituir uno de esos articuladores sociológicos que llegan a cambiarlo todo. Podría ser que ella, cual una moderna  Fresia o una gentil Guacolda marcara el límite entre un  antes y un después.
Si es así, la recordaremos como la representante de un momento trascendental; si no ocurre así, sólo como una cara bonita.

sábado, 1 de octubre de 2011

LA UTOPIA DE LA IGUALDAD

Confieso que tengo problemas con el concepto de igualdad. Racionalmente puedo argumentar, seguramente influido por la idea contenida en la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789, que  nacemos libres e iguales en derechos, por lo menos ante la ley. Emocionalmente, sin embargo, percibo que no es estrictamente así: la influencia de la herencia genética, distinta en cada individuo; la influencia del ambiente, con sus miles de circunstancias diferentes y la suerte, que nos roza con su gesto mágico  o nos ignora, nos hacen diferentes. Pretender la igualdad  ideal parecería, más bien, un designio aventurado, resultado de algún experimento social extremo, como aquel que Aldous Huxley imaginara en su novela “Un Mundo Feliz” de 1932, terrible sátira cargada de ironía política.
Por eso me parece también una ironía, que personas como Camila Vallejos—linda e inteligente—y Giorgio Jackson—inteligente y preparado--, hablen de la igualdad a la que deberían apuntar el sistema educacional  y la sociedad. Ellos, dotados, destacados física e intelectualmente, rodeados de sus iguales, mucho menos dotados y desde luego menos bonitos. Ellos con sus destinos seguramente diseñados por la conveniencias de sus partidos; los otros enfrentados a la incertidumbre.
Quiero creer, sin embargo,  que la igualdad de la que hablan es aquella que se constituye principalmente como logro y no la que  se compromete sólo como punto de partida. Entendida así, la igualdad tiene que  ser conceptualizada más bien como la conquista producto de un supremo esfuerzo y no como el simple derecho a gozarla como resultado  de una lucha social. Así entendida, la igualdad es una difícil igualdad, como todo en la vida. La simple lucha por la vida  en la evolución que se nos presenta día a día.
Siempre ha sido así. Siempre habrá uno que gane la carrera. Siempre habrá legiones que la pierden. Estarán los que suben al podio y los que bajan al anonimato. De lo que se trata, en esencia, es que los que llegan últimos,  no tengan tiempos demasiado terribles.