lunes, 30 de julio de 2012

¿SATISFACCIÓN O FELICIDAD?

¿Cómo se considera Ud.? ¿Completamente  insatisfecho, poco insatisfecho, medianamente satisfecho, altamente satisfecho o completamente satisfecho? Son los conceptos contenidos en la pregunta que  la encuesta CASEN hizo por primera vez a sus entrevistados, cuyos resultados han sorprendido a todos, han encantado a algunos y han espantado a otros, según su color político.

Naturalmente los personeros de gobierno han visto en las cifras una señal de sus logros por el elevado y sorprendente porcentaje de satisfacción arrojado por la consulta: un 27,2 % de medianamente satisfechos, más un 42,3 % de altamente satisfechos y más un 20,8 % de completamente satisfechos, lo que hace un 90,3 % de gente con algún grado de satisfacción en contraste con sólo un 9,8 de ciudadanos con algún grado de insatisfacción (no da exactamente 100, pero los estadísticos que tienen explicación para todo, podrían aclarar la diferencia).

Los opositores, en cambio,  se han complicado enormemente con las cifras y no pudiendo celebrar ese 9,8 % de insatisfacción, han recurrido a discutir el concepto consultado, la metodología empleada, la oportunidad, la muestra   y las oscuras intenciones perseguidas por la encuesta. En cualquier caso y por las declaraciones de algunos personeros opositores, parecería que lamentaran tanta satisfacción y hubiesen querido que la insatisfacción fuese mucho mayor. Una cuestión parecida a su reacción frente a la información sobre una disminución relativamente marginal de la pobreza y una reducción importante de la indigencia, que pareció molestarles de sobremanera.

¿Qué pasaría, me pregunto,  si en una encuesta se preguntase sobre la felicidad? ¿Cuáles sería los resultados y a quiénes complacerían políticamente? Claro que nunca se hará una pregunta como esa, no sólo porque el concepto “felicidad” es mucho más complejo y oscuro que el de “satisfacción”, cuanto porque por eso mismo los encuestadores perderían mucho tiempo aclarando qué es la felicidad a los consultados. De todas maneras es seguro el porcentaje de los “no sabe o no contesta” sería enorme, una respuesta que tendría oportunamente, uso político.

El problema puede residir en que la “satisfacción” es una opción cuantificable, contrastable, medible y comparable, en tanto la “felicidad” es una percepción fugaz, pasajera, breve, difusa y subjetiva. Nos sentimos satisfechos en función de lo que hemos logrado, de lo que tenemos, de las seguridades que hemos acumulado y de las que podemos proyectar en un futuro. Nuestra satisfacción es la medida  de nuestro progreso comparado y depende de las sensaciones que el medio en que nos desenvolvemos nos permite. La felicidad, en cambio, es un sentimiento, una sensación, una indefinible e indeterminada percepción que obra como consecuencia derivada, como síntesis, como climax de un instante, de un suceso, de una experiencia.

No podríamos preguntar por la felicidad pero tal vez podríamos consultar a los entrevistados si han sido felices. Podríamos tratar de saber si alguna vez han experimentado la felicidad. Posiblemente muchos nos dijeran que sí, que han tenido sus momentos, que en ciertos instantes de su vida se sintieron felices y otros—como Borges los hiciera—nos declararían no nunca haber sido felices. Y nuevamente los políticos  procurarían apropiarse de esos momentos nuestros y tratarían  interesadamente de sacarles provecho. Y posiblemente, si fueran consultados por el instante en que fueron políticamente felices dirían lo que declaró uno que no ha mucho expresó con fina cursilería, que su momento de felicidad había sido la noche del triunfo del No… Seguramente por aquello de la alegría por venir.

sábado, 28 de julio de 2012

LONCOS Y TOQUIS:

En la horda primordial de los homínidos de hace 300 mil o más años, digamos entre veinticinco y cincuenta individuos emparentados e interdependientes por razones de subsistencia y seguridad, las aptitudes diferenciales distinguían a unos de otros equivaliendo según  las circunstancias, al orden social: en la paz, mandaban los buenos administradores; en la guerra, los hombres más fuerte. Tal como entre los araucanos, diferenciando entre loncos y toquis. No había necesidad de mayores delegaciones ni mucho lugar a la política, ya que esas aptitudes saltaban a la vista y no había mucho tiempo para decidir. La comunicación era directa, es decir, cara a cara, de manera  que salvo que todos hablaran (gruñeran guturalmente) al mismo tiempo, no se perdían muchos mensajes  y todo terminaba por saberse.

Por el contrario, en la horda civilizada que nos toca vivir compuesta por miles y miles de individuos relativamente parecidos, pertenecientes a montones de formas de asociación variadas y complejas y vinculados por innumerables canales de comunicación indirecta, la mayor parte de los mensajes se pierden y caen en el vacío como cartas extraviadas sin remitente. Por eso y pese a que vivimos en multitud, nos quejamos de soledad y aislamiento y perdemos más  información de la que recibimos. Si nos llegara a tocar vivir entre hienas y leones como los integrantes de la horda, seríamos devorados sin remedio, que es precisamente lo que nos ocurre metafóricamente  a los habitantes del mundo moderno en los momentos de conflicto.

Mire Ud. lo que pasa en Facebook  o en Twitter cuando uno multiplica los contactos: no hay lugar sino para decir cosas y casi no queda oportunidad para escucharlas, dada la cantidad de mensajes acumulados. En Twitter sigo como a 20 personas a lo más y ya se me hace complicado leer todo lo que me llega; en Facebook no debo tener más de 25 amigos y me pierdo un montón de cosas en la columna que crece y crece por todo lo que escriben. 

Finalmente las redes  sociales se convierten en   atalayas desde la cual cada uno grita su mensaje sin posibilidad de interlocución o en una pizarra donde se lee sin probabilidad de recibir respuesta. O en canales de una sola vía.  Uno de mis contactos sigue a más de trecientos y es seguido por casi cincuenta mil; otro sigue a unos doscientos y es seguido por seis mil; el record sigue a quinientos y es seguido por cuatrocientos mil…¿Que pasa si solo el 10% intenta una comunicación con ellos? Es casi como la relación  entre representantes y representados.

¿Qué posibilidad de contacto real  hay entonces? ¿Qué aportan las redes a la comunicación, que resulte de verdadero valor? ¿En cuánto superan a los contactos cara a cara de la horda primordial? Salvo que discriminemos limitándonos a los más cercanos y conocidos, las posibilidades del resto son realmente pocas…¿Y entonces?  Bueno,  las redes sociales son un magnífico  lugar para pasar avisos, concitar asonadas, reunir  manifestantes, citar encapuchados. Buenas para Toquis más que para Loncos y nada de raro que terminen sirviendo para lo mismo, como se ha visto en la primavera árabe.

jueves, 26 de julio de 2012

¿INFORMADOS O CONECTADOS?:

¿Será bueno o será malo estar tan comunicados? ¿Estamos realmente comunicados o estamos simplemente conectados? Porque la comunicación no vale nada si por el canal no circula un mensaje inteligible: sería como estar al teléfono sin decir ni escuchar nada… Y tampoco vale mucho la comunicación si el mensaje no es claro, es equivocado o está falseado. Me podrían estar desinformando quizás con qué intenciones.

La lógica me inclina a pensar que es deseable y conveniente un nivel de comunicación que permita al ciudadano interesado hacer una comprensión cabal  de su circunstancia y otorgue al desapercibido la oportunidad de llegar a saber qué es lo que pasa, aunque no sea de inmediato. A la vista está lo ocurrido en el terremoto, cuando no saber significó desmanes y pillaje que acentuaron la tragedia. Del sismo supimos todos de inmediato sin necesidad de comunicación alguna (en remezón fue un canal de comunicación clarísimo), pero de la autoridad no supimos casi nada durante un lapso prolongado e hizo falta. El problema reside en determinar acertadamente qué es lo que  debería saberse de su parte en cada momento, en otras palabras, cuál debería ser el nivel de información pública conveniente, de manera de evitar el pánico, el aprovechamiento o las reacciones desproporcionadas. Ahí es donde entran a tallar, por una parte las autoridades públicas y políticas y por otra, los medios de comunicación. Lo malo es que ahí, también, es donde entran a taller los intereses que terminan por complicar el proceso.

Es lo que ha ocurrido en el asunto de la Araucanía, asunto en que la opinión pública no llega a tener la claridad debida en parte por cuestiones de estrategia y en parte por interferencia de los mencionados intereses. Eso sin contar con la dificultad de informar objetiva y simplemente un asunto complejo sin la debida perspectiva.

¿Qué pasaría en el mismo plano de la comunicación, si por desgracia entráramos en conflictos serios con alguno de nuestros vecinos? ¿Qué nos informaría  el Gobierno, qué las facciones políticas y qué los medios? ¿Nos diría el primero que estamos llamando al Embajador para consultas? ¿Nos diría la oposición que se está procediendo torpemente en contra de los intereses patrios? ¿Nos revelarían los medios que estamos siendo invadidos militarmente y que se desarrollan combates?

Naturalmente el conflicto mapuche no es una guerra entre naciones—ya lo quisieran algunos—, pero  tampoco es un suceso sin importancia y sin proyección. Y lo que no debe ser, de ninguna manera, es llegar a ser un problema  respecto del cual se corra el riesgo de desarrollar una opinión pública desinformada, como ocurrió  con los conflictos estudiantiles, que sacaron a las calles a decenas de miles de personas que no tenían claridad sobre el problema y a cientos de encapuchados que se aprovechaban de eso. Ese es el peligro que corre el gobierno  al no informar bien, oportuna  y claramente, cosa que no ha hecho y que todavía tiene tiempo de hacer. Y conste que la información no es el comentario de los hechos recientes, sino una relación explicada de los hechos presentes y pasados en una perspectiva que los chilenos podamos comprender para formar, si fuese posible, un juicio objetivo sobre el asunto.

miércoles, 25 de julio de 2012

BENEFICIOS PRIVADOS, MALES PÚBLICOS:

BENEFICIOS PRIVADOS, MALES PÚBLICOS:  
 
Me llega un chiste por la red: “ Soy libre…Puedo elegir el banco que me exprima; la cadena de televisión que me embrutezca; la petrolera que me esquilme; la comida que me envenene; la red de telefonía que me time; el informador que me desinforme y la opción política que me desilusione…Insisto, soy libre”…Y un diálogo entre dos personajes: “Yo te guardo las gallinas para que no te las roben…Mientras tanto todos los huevos que pongan son míos y a lo máximo te regalaré uno…Ah, eso sí, tu tienes que traer el maíz para alimentarlas—dice uno y el otro pregunta--¿Y cómo se llama eso?...Se llama Banco”… Y uno más: “Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan”…

Son comentarios entre amargos y divertidos que ilustran la circunstancia a que alude el título. No puedo menos que sonreírme con ellos, mientras todo se estremece a mi alrededor porque al otro lado de la calle un enorme martinete hidráulico hinca gruesos pilotes para fundar en la ribera inestable de un estero un enorme edificio de 15 pisos, que no puedo explicarme cómo pudo ser autorizado en un terreno minúsculo como ese. Un volumen desmesurado y bastante feo, con algo de pirámide Maya por la necesidad de los recortes a que lo obligan  las rasantes. Unas rasantes que dizque la normativa protegen al  entorno de su cono de sombra pero que, a la vista de hasta donde llega la  de la máquina que entierra los pilotes,  tapará el sol para siempre a  una docena de las casas de lo que ha sido un barrio encantador. Un edificio con poco menos de sesenta departamentos, que hará que la tranquila calle donde aún dormitan los perros y juegan los chiquillos, se transforme en un estacionamiento permanente y concurrido. Otros dos espantosos edificios cercanos ya les han arruinado la vida a una cincuentena de propietarios que comienzan a vender sus casas a precio vil, dejando un   espacio que luego se llenará con otros edificios similares.

¿Y los arquitectos, me dirá Ud., que son tan entendidos en las relaciones y la armonía del crecimiento urbano, no dicen nada? No, no dicen nada  porque son mercenarios en una guerra sorda, no declarada oficialmente, que se libra entre los agentes inmobiliarios y sus financistas en contra de los ciudadanos libres a que alude el chiste. Guerra que se desarrolla al amparo de una legislación mal pensada que se acomoda a los intereses de un puñado de aventureros del dinero y perjudica los derechos adquiridos y el patrimonio de los habitantes de  los sectores amagados por el negocio  inmobiliario.

En este mismo momento una comisión de expertos nombrada por el Presidente Piñera e integrada por una variopinta colección de “entendidos”, está abocada a definir los lineamientos de una nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano. Nada mejor que una nueva política urbana que nos proteja a los simples ciudadanos de esta forma encubierta de expropiación de beneficio privado que es la indiscriminada proliferación de enormes edificios en barrios de vivienda consolidados que desarrollamos en nombre del progreso, la concentración  urbana que reduzca el número y  tiempo de viajes y el mejor uso del suelo aumentando la densidad. Lo creería si no pensara—como en el Gatopardo—que si queremos que todo siga igual, debemos hacer parecer que todo cambia.

lunes, 23 de julio de 2012

LUCRO Y CORRUPCIÓN:

Anoche, con frío y semi dormido pensaba en el lucro—esa mala palabra que la izquierda ideologizada ha elevado a la categoría de anatema—cuando me saltó a la mente  como un chispazo, la palabra corrupción, tan  terrible como la anterior pero por mucho mejores razones. Y en un momento fugaz, como una epifanía, me estremeció un toque de lucidez que me sacudió fuertemente y me llevó a flotar hacia mi escritorio para escribir en sueños esta revelación que Ud. lee: lucro y corrupción son las dos caras de una misma moneda.

La cara lucro, por lógica, correspondería a las derechas, dueñas del capital, que con su inversiones malévolas viven enriqueciéndose a costa de los desvalidos estudiantes, los desapercibidos clientes de super tiendas, los pobres afiliados de las  AFP e ISAPRES, los cándidos tenedores de tarjetas de crédito, los ingenuos dueños de vehículos, los inocentes que van al cine, los necesitados de alimentarse que compran en los supermercados, los consumidores que pagan servicios, los adelantados que  navegan por la red, los enfermos que van a la farmacia y en fin, los desvalidos ciudadanos que  respiran y sueñan con vivir mejor sin saber que una cáfila de malvados y explotadores los están expoliando en todo momento.

Terrible que en el juego de la vida, al tirar la moneda, a uno le salga lucro. El sistema de mercado—el modelo como se le llama—lo ha determinado así para nuestro mal. Por eso es que es necesario informar a la población de la enormidad que se le comete en nombre de la necesidad de desarrollo, el engaño en que se la tiene, la ignorancia a la que se la condena, haciendo  abrir los ojos a los conformistas para que protesten, sacando a las masas a las calles para manifestarse, haciendo de la sociedad un caos renovador y obligando a la suerte política—elecciones de por medio—a  dar vuelta a la moneda dejando a la vista la otra cara.

Entonces, por pura lógica, la cara de la corrupción correspondería a las izquierdas, representante de las necesidades verdaderas y los derechos legítimos, lábaro de las aspiraciones y los apetitos, preclara sostenedora de la verdad doctrinaria, dueña del manantial ideológico y vestal de la Justicia. Toda virtudes,  pero sin el dinero necesario para satisfacer los justos ideales del pueblo. Las izquierdas, que por esa carencia deberán cumplir su destino   procediendo en  nombre de la sociedad a repartir  ordenadamente los dones del Estado—cargos, estipendios, subvenciones, indemnizaciones, donaciones, aportes y retribuciones—pero  con orden y cuidado: primero los primeros y los demás después, en su momento y a su tiempo.

Las izquierdas que nacionalizarán las riquezas inconmensurables del futuro esplendoroso de que habla la teoría, que  elevarán los tributos sólo a  los más adinerados, que enderezarán la marcha de la sociedad hacia un futuro igualitario donde todos seamos iguales y felices, eliminadas las diferencias y acogida la diversidad. Un futuro sin cajas de pensiones, con un sólo sistema de salud, sin tarjetas bancarias (solo con las de racionamiento), con tiendas estatales rebosantes de productos variados, con autos clásicos circulando por las calles libres de atochamientos y tacos, con cines exhibiendo cintas apropiadas, con Internet oficial  libre,  con servicios gratuitos y  con medicamentos genéricos, para que los felices ciudadanos realicen  libremente sus sueños de vivir mejor.

Comprenderá Ud. que aclarado el asunto, borré de mi sueño toda zozobra y volví a dormirme acunado por tan extraordinaria revelación.

sábado, 21 de julio de 2012

LA VEREMOS VERDE EN LA HAYA:

Creo que nos va ir muy mal en La Haya. Me fundamento en que Perú tiene con nosotros los chilenos una relación parecida a la de los detenidos desaparecidos con el Gobierno Militar y sus responsables. Por eso,  lo más probable es que los jueces de la Corte Internacional procedan tal como nuestros jueces, dándole en la cabeza al supuesto agresor (el ganador de la guerra cuyas conversaciones de paz dieron lugar a los tratados que  se reclaman y a los convenios siguientes que se discuten), en este caso Chile. Ya se asemejan conceptualmente los alegatos de  los defensores en un caso y de los reclamantes en otro, en tanto reescriben la historia y en cuanto aprovechan el contexto político en que los tribunales tienen que moverse en uno y otro asunto.

¿Qué tienen que ganar los jueces de La Haya si nos dan la razón? ¿ Y qué podrían perder si no nos la dan? “That is the question”, habría dicho el Príncipe de Dinamarca: a los Jueces Internacionales les sale más barato perjudicar a un país poco popular (porque los chilenos no somos populares) regido por un gobierno de  derecha (sobre todo si un fallo adverso le puede complicar el panorama electoral el 2013), que hacerlo con Perú, donde un presidente de izquierda está aproblemado y necesita un empujoncito en su popularidad.

Y conste que ni siquiera estoy pensando en que la cosa   vaya a ser juzgada en derecho, no sólo porque   desde hace muchos años tengo la peor idea posible de la justicia, de sus mecanismos y de sus hombres, sino porque en materia  de relaciones internacionales lo que manda es el contexto y no la verdad. Con el antecedente de nuestro silencio en el caso de Laguna del Desierto, los Jueces de la Haya necesariamente van a pensar que si fallan en nuestra contra volveremos a quedarnos callados. Y pensarán, también, que estando Humala con serios problemas políticos internos,  si el Perú pierde, él y la izquierda peruana  podrían tener problemas. Eso sin contar con que pensarían que de  perder, alguien en Perú podría tener  la tentación de aprovechar la situación para promover alguna aventura que  asegurara una ganancia de los ultra nacionalistas. Y los jueces internacionales valoran la paz más que nada en el mundo, ya que viven de ella. Usted comprenderá que en una situación de conflicto, el  tribunal de La Haya no se asomaría siquiera. Si la justicia internacional funcionara realmente, habríamos tenido tribunales de Nuremberg en 1935.

Incluso en derecho, me parece, tendríamos problemas, por más que nuestros argumentos sean verdaderos. Eso porque las cosas no son lo que son, sino como se ven y mirando el mapa y el famoso paralelo, la opción de una solución equilibrada resulta sumamente atractiva. El punto complicado para nosotros porque en casi todas las alternativas, Chile sale perdiendo y la única en que no—que  La Haya nos de la razón en todo—se ve difícil por todo lo dicho previamente. Que perdamos  tiene consecuencias en las relaciones internacionales futuras con todos nuestros vecinos, incluso con el mismo Perú, por aquello de que si te gané en esta, puedo ganarte en esta otra. Ya se han anticipado los bolivianos al hablar de recurrir a La Haya por su acceso al mar  y  Argentina presionará en el asunto de los Campos de Hielo. Y repito, el asunto  tiene no pocos alcances internos por la inminencia de la elección de 2013, donde el fracaso  se le cobraría a la derecha por cincuenta años y donde no sería nada de raro que se pretendiese juzgar a los responsables y es seguro, habría montones de jueces dispuestos.

Va a ser muy interesante analizar   la actitud de la oposición, que tendrá que ponderar  el interés nacional y  el interés político. Vamos a ver, muy seguramente, una prudente toma de distancia y un cuidadoso y medido esfuerzo por apartarse de los compromisos y las responsabilidades. Si Chile pierde, va a hacerlo todo por responsabilizar al gobierno y si gana, va a esforzarse por participar del triunfo. Me muero de curiosidad por saber qué diría  el diputado Andrade en uno u otro caso.

jueves, 19 de julio de 2012

BRUJOS Y PERROS CHICOS:

“No creo en los brujos, Garay, pero de haberlos, los hay” dice el proverbio popular. Por mi parte, no creo una serie de cosas que sin embargo se dan a cada rato. Por ejemplo, no creo que los Diputados y Senadores de la República sean unos corruptos, unos inútiles y unos aprovechados, pero que entre ellos hay corruptos, inútiles y aprovechadores, no tengo la menor duda que los hay. Con el mismo criterio, si bien no creo que las Universidades públicas o privadas tengan como objetivo oculto el lucro, no me cabe duda que en todas ellas hay personas que lucran desenfadamente por una u otra vía y tengo la sospecha que en algunas de esas casas de estudio efectivamente se triangulan los  ingresos, se tienen sociedades espejo y sus propietarios lucran.

Lo cierto es que nadie—salvo ella—es perfecto está libre del pecado. Por eso no se puede andar por ahí tirando primeras piedras,  escupiendo para arriba y organizando Comisiones Investigadoras para el aprovechamiento político. Si escarbamos, encontraremos que todos tienen alguna yaya y desde su Santidad para abajo, acumularemos faltas, pecados y delitos. Bien lo ha mostrado la historia reciente, desde Lavanderos—tan perseguidor de irregularidades que era—hasta Monseñor Precht—perseguidor insigne de violadores de derechos humanos—pasando  por toda  una colección de personajes  puestos en evidencia por los medios o por la Justicia. Si esperamos un poco, como en otro proverbio conocido, sin duda veremos pasar a los que tienen pendiente su desenmascaramiento delante de la puerta de nuestras casas.

Como habitante temporal de pueblo chico, recuerdo de mi juventud a personajes de la sociedad colchagüina, que por un lado gozaban de fama de intachables y por otro, acumulaban todo tipo de pecados de público conocimiento. Los había de todos los pelajes y se movían en los medios más extremos,  compartiendo esa doble imagen que, si las circunstancias lo ameritaban, salía a la luz oficialmente. Recuerdo a un terrateniente de apellido vinoso, que cuando pretendió llegar al Congreso fue boleado por las mil y una historias de faldas y negocios raros que sus opositores tenían dispuestas a la mano.  Otro caso, en que dos  hidalgos campesinos disputaban un cargo de designación, no faltaron los corresponsales que llevaron la noticia de sus faltas a la autoridad santiaguina, que prontamente retiró la oferta, pese a que ambos eran—como el Presidente que designaba—Radicales. Un tercer caso, de un prohombre profesional prestigioso, hasta yo sabía que era marica y llevaba una doble vida. Claro que eran unos tiempos en que los chilenos éramos menos de 6 millones y   en la cúspide de la pirámide habría cuando más 20 mil, todos con domicilio  conocido y debidamente prontuariados.

Hoy por hoy, con casi tres veces esa cifra en habitantes,  las faltas y los pecados pasan colados y poco sabemos de la vida y negocios de las personas, salvo que con la mayor certeza, en sus historiales debe haber de todo. Por eso ahora es necesario investigar y por eso se arman contubernios,  porque  sacar los trapitos al sol rinde beneficios políticos y con las elecciones ad portas el 2013, cualquier trigo es limosna. En todo caso, así como en las orillas de los ríos las corrientes parecen seleccionar a las piedras por tamaño dejando al centro a los peñascos y arremansando las gravillas, en la sociedad nacional los embates de la política sin duda seleccionan a los intervinientes por tonelaje. Así en el Congreso, vemos a los pesos pesados en el centro de la corriente de los acontecimientos políticos y en la orillas del acontecer a los quiltros chicos tratando de resaltar. Porque, dígame, ¿No se ha fijado que en las  comisiones investigadoras de la Cámara hay puros quiltros?

martes, 17 de julio de 2012

LLENAR LA VACIEDAD:

¿Qué  hace que el discurso de ciertos comunicadores  parezca tan atractivo y logre   convocar a tantos seguidores incondicionales y en oportunidades ciegos? ¿Dónde reside el atractor, la fuerza que concitan? ¿Está en el emisor, que con  su carisma conquista, enamora u obnubila? ¿ Está en mensaje, la palabra o el razonamiento,  por lo que esta   informa,  revela o clarifica? ¿O se trata de una vaciedad de que adolece el receptor, que ansía experimentar la plenitud y se bebe el discurso para aplacarla?

En nuestro mundo nos encontramos con cada una de estas situaciones en conjunto y por separado, como lo hemos podido comprobar, para no retroceder más, en los últimos 20 siglos. Cristo reúne todas las potencias: la del carisma, la del contenido y la del hambre del mensaje. Sus seguidores lo esperaban anhelosos y por eso, cuando lo vieron venir lo siguieron y lo siguen aún.  Decenas de líderes han sido capaces de atraer con su personalidad, han podido convencer con su mensaje  o han sabido aprovechar la necesidad de plenitud ya comentada, aunque rara vez han conseguido la integralidad del Mesías. En los tiempos que corren, muchos se juegan por imitarlo en su potencia. En los casos más extremos los líderes y caudillos; en el día a día los políticos; eventualmente los intelectuales. 

Hace mucho que en Chile no corremos tras caudillos. Tal vez desde la época de la Independencia. No lo fueron Allende ni Pinochet, por más que ellos mismos o sus seguidores lo pretendieran; tampoco lo fue Lagos por más que se moría de ganas ni la Sra. Bachelet, que si bien no tuvo mensaje, gozó de encanto y capitalizó su género, aunque  la vaciedad se quedó insatisfecha y acrecida. Una enorme vaciedad que por su culpa ha terminado por expresarse en insurgencia y disconformidad.  Para que decir Piñera, que no ha dejado huasca por pisarse pero que no ha conseguido ni siquiera entender el sentido de la vaciedad pendiente.

Pero el vacío esta ahí, latiendo en medio de la convulsionada y cambiante sociedad chilena, presente en la heterogeneidad de clase media, palpitando en la pobreza, amenazando en la desigualdad y desbordándose en la juventud. El vacío está gritando por la necesidad de ser colmado de razones y esperanzas, de promesas y expectativas.  Mezcla de querer entender lo que se quiere entender,  de querer oir lo que se quiere oir  y  de poder creer lo que se quiere creer.

En ese sentido fue interesante la segunda parte del Programa Toleracia Cero del domingo 15, panel televisivo que tiene baja sintonía pero significativo impacto y en el que se reúnen los entrevistados con   cuatro comentadores de gravitación dispar y credibilidad parejamente discutible.  Los comentarios relativos al entrevistado Alberto Mayol en Twister —“Sociólogo Universidad de Chile, Licenciado en Estética Universidad Católica de Chile, Magíster en Ciencia Política Universidad de Chile, DEA Teoría Sociológica Universidad Complutense de Madrid, Dr. © Sociología Universidad Complutense de Madrid. Profesor Asistente Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Chile, carrera de Antropología y sociología. Investigador Centro de Investigación en Estructura Social. Orientación Investigativa: sociología de la cultura, sociología política” según dice el encabezamiento de su página en Internet—, revelan algo de la vaciedad social comentada. Los comentadores lo pusieron por los cuernos de la luna no tanto por su personalidad—que la tiene—ni por la novedad del discurso, que no pasó de ser lo que habitualmente se argumenta—sino principalmente porque vino a decir lo que esa gente ansiosa de plenitud quería oir en relación con el derrumbe del modelo, que es el título de su reciente libro. Porque aunque la gente no entienda qué es el modelo, quiere que se derrumbe, de la misma manera que quiere  se derogue la ley de la oferta y la demanda. Al fin y al cabo los derrumbes dan oportunidades, como se vio en los días de pillaje tras el 27 F.

Una cosa  interesante: Mayol habla muy rápido, como una pequeña ametralladora, casi sin pausas, casi sin dejar lugar al ajuste de la memoria de corto plazo. Habla a borbotones, como Meo y posiblemente, por las mismas razones.

domingo, 15 de julio de 2012

EL MUNDO DE LA HISTORIETA:

Mientras miraba las fotografías de los  diputados de la República en las páginas de la red buscando la cara del  personaje cuya presencia en una reunión sacó de sus casillas al senador Larraín , me llamó la atención la  serie de asociaciones mentales fugaces que involuntariamente hacía  con personajes de la historieta y el cine según pasaban los rostros: Jabba de Hutt , Fuman Chu, el Huasón, Madame Mim, Rumpelstilkin, la bruja de Hansel y Gretel, el ogro Shreck y hasta Tribilín, todos retratados sonrientes y con suculentas dietas. Además encontré un montón de honorables parecidos a actores de   la comedia: uno de los Tres Chiflados,  Abbot y Costello,  Jacques Tati, Peter Sellers, Woddy Allen , Ben Stiller y varios más. Claro que también había un par de hadas maduras y rostros evocadores de delitos y comportamientos terribles, buenos para asustar a muerte  a niños mal portados. ¿Buenos mozos? No más de media docena y por lo que se, cabezas vacías. ¿Feos? Una estremecedora mayoría, sobre todo cuando entré a la página del Senado, donde está el más feo de todos. Pensándolo bien, pareciera que tenemos una política poco favorecida por los dioses porque ni siquiera a nivel de los expresidentes—exceptuándola a ella—hay mucho pan que rebanar, sobre todo luego de la Presidencia de Aylwin, que en sus tiempos mozos pasaba por todo un galán.

Por curiosidad entré a la página de Representantes del Congreso norteamericano con el ánimo de comparar y me llevé la sorpresa de  que en la treintena que busqué al azar de entre los 435 que integran la Cámara,  el nivel general era mucho mejor. Claro que había un par de gordos, algunos viejos  y calvos con papadas, pero la proporción de caras aceptables era significativamente mayor. El fenómeno se acentuaba en la mesa de la Cámara y en la presidencia de varias de las Comisiones.  Y me cabe la duda: ¿Significará eso que con el desarrollo mejora la apariencia de los políticos? ¿Podría querer decir, dada la fealdad reinante entre nuestros representantes, que estamos a  años luz de alcanzar ese nivel de bienestar? Porque no me va a decir Ud. que la Mesa de la Cámara  o la del Senado se salvan…

Una explicación psicológica de nuestro pobre nivel, podría ser que  la participación en la  actividad política sirviese de compensación a los pocos favorecidos por la naturaleza, de modo que la falta de caras bonitas fuese compensada con la figuración y el acceso al poder.  Pero la irrupción de la Camila ha echado esa teoría por el suelo. No queda más que pensar que nos enfrenamos a la triste realidad y que nuestros feos representantes  son una buena muestra de un universo en verdad poco agraciado. No puedo olvidar la sensación que tuve al volver de Europa hace unos años, al subir al  bus del aeropuerto que debí abordar por necesidad. Había a mi alrededor tanta gente fea, incluida esa cansada cara familiar reflejada en el cristal, que llegué a pensar que ocurría algo especial. Los chilenos no tenemos un tipo especialmente atractivo, a pesar de los mitos establecidos por el chauvinismo ancestral.

Me imagino que con la promulgación de la nueva Ley Antidiscriminación, no se podría exigir que los futuros candidatos fuesen más presentables, pero tal vez sería bueno para el espíritu nacional tener gente linda representándonos. Además, como están las cosas, no sería raro que la gente de la farándula llegara al Congreso.

viernes, 13 de julio de 2012

EL ENGAÑO EMOCIONAL:

Un  ciudadano de larga melena y cola de caballo—sin duda impresionado por el  terrible desenlace del caso de la niña Gelfenstein—postulaba en la fila del supermercado que en este país la donación de órganos debería ser una obligación constitucional y no una decisión personal. Abundó en consideraciones sobre las ventajas que habría tenido para Trinidad poder elegir oportunamente entre órganos de varios donantes y no tener que esperar una muerte eventual para conseguirlos en dudoso estado, dijo. Argumentó que se podría haber operado a tiempo, que no habría sido necesario tomar los órganos de un accidentado y le faltó poco para hablar de la necesidad de voluntarios. Relacionó el asunto con el tema de los derechos humanos, con los males  del capitalismo y con el problema de las centrales térmicas, haciendo un hábil entrecruzamiento de argumentos y aprovechando la pasividad de los colistas y concluyó su argumentación opinando sobre cómo serían las cosas  con un gobierno del pueblo.   Tuve la tentación de explicarle lo que podría llegar a ocurrir de ser así (en ambas eventualidades), pero un poco por el fatalismo de haber vivido mucho y otro poco por la sabiduría de haber vivido mucho, me quedé callado. Cuando pagué, el ciudadano mencionado ya había conseguido el acuerdo de un par de jóvenes premunidos de packs de cerveza que lo escuchaban impresionados  y de una  señora madurona de pelo teñido y muchos anillos, seguramente  disconforme con su vida.

Me fui con mis paquetes reflexionando sobre   la forma  en que se construyen las percepciones y se estructuran las opiniones y lo sencillo que resulta impresionar a los demás con un discurso bien hablado y aparentemente lógico, sobre todo si no hay contradictores serios  y si la argumentación se articula en un hecho impactante. Como ocurrió con la   Ley Antidiscriminación, tantos años dormida en el Congreso, gatillada de improviso  por el impacto del caso Zamudio.   Y lo peor, pensaba, es que  la mayor parte de las  percepciones que construyen opinión  ni siquiera son  resultado de un  conocimiento objetivo, de una información verdadera o de un razonamiento lógico. Las más de las veces, están fundadas en la emoción. No sería nada de raro que nuestros beneméritos representantes propusieran la idea del hombre de la cola y así como se nos inscribe automáticamente en los registros electorales, terminásemos de donantes involuntarios.

Manipular con las emociones es una actividad universal que practicamos todos con mayor o menor éxito. Me manipula esa alumna que me cuenta de sus desgracias y privaciones económicas  sosteniendo en la mano un Ifone  y me manipula mi gato que se restriega contra mis pantalones esperando su desayuno. Nos manipulan los políticos, los vendedores, nuestras parejas y nuestros hijos, que aprenden rápidamente como jugar con nuestros sentimientos. Sobrevivimos porque aprendemos y sabemos de qué se trata, pero en la medida en que la vida nos confunde, caemos en engaños extremos que nos parecen increíbles.

Y no se trata sólo del cuento del tío en que caen asesoras del hogar y jovencitos de buena familia desapercibidos, sino de  engaños históricos que incluso han llevado a personas incompetentes a desempeñar roles decisivos. Mire Ud. en las Instituciones Públicas, en el Congreso, en las Comunas y hasta en La Moneda.

Lo malo es que nos quedamos callados y dejamos pasar, como yo en el supermercado. Y por dejar pasar, nos endilgan mentiras y nos cambian la historia.

miércoles, 11 de julio de 2012

VIAJAR EN EL TIEMPO:

Tema de montones de novelas y  películas, la posibilidad de viajar al pasado ha sido explorada por la física—la física cuántica especialmente—con resultados dispares. La experimentación ha avanzado hasta el extremo que pareciera que a nivel de las partículas, sería posible que un estímulo fuese detectado aún  antes de haber sido generado siquiera, lo que equivaldría  ir hacia atrás en el tiempo.  En cualquier caso, por aquello de la paradoja del abuelo (ese que es asesinado por su nieto proveniente del futuro, nieto que al causar su muerte ya no puede ser y por tanto, no puede viajar en el tiempo para asesinarlo), los físicos piensan que si se llegara a viajar retrocediendo en el tiempo, no sería posible modificar los hechos ni cambiar el futuro, por lo menos dentro de un mismo universo. Podría ser más fácil modelar el pasado digitalmente y habitarlo de modo virtual, explorando futuros alternativos sin peligro de perderse en alguna dimensión desconocida.

En síntesis, un tema conceptualmente complicado que apasiona a la ciencia y que seguramente dará que hablar más adelante. En cualquier caso un problema que los chilenos hemos logrado solucionar sin mayores problemas con un simple museo y con una cohorte de nuevos  profesores desde el nivel básico al superior. Un  museo que como todo museo mira hacia atrás y unos profesores que como todos los maestros  siembran ideas e inculcan actitudes. Pero un  museo y unos profesores que  cambian la historia y se concentran en reacondicionar el futuro para beneficio político de un sector  de la sociedad y con los recursos del resto de los ciudadanos. Una cuestión que roza con la inmoralidad y que alcanza  dimensiones  históricas y sociológicas complicadas por aquello que no basta con que el barco  avance, sino que conviene vaya hacia donde mejor conviene y no adonde una minoria ideologizada quiere.

Recuerdo la ilusión de muchos de mis compañeros de Universidad en los meses que siguieron a la caída de Batista y el triunfo de la Revolución Cubana en 1960 y tengo presente el belicoso entusiasmo de muchos conocidos en 1970 con el triunfo de Allende. Varios desaparecieron en la vorágine, pero los más maduraron asentando el seso. Unos pocos analizaron el futuro de la Unidad Popular y anticiparon sus resultados. Tuve la suerte de estar por esos días fuera de Chile en un curso de post grado y de escuchar en 1971 el vaticinio de uno de mis profesores—don Víctor Paz Estenssoro que fuera Presidente de Bolivia en cuatro oportunidades—sobre lo que pasaría en Chile. Acertó plenamente en lo económico y en lo político anticipando un golpe por el inevitable descalabro del proyecto de la izquierda, equivocándose solamente en la suposición de que un gobierno militar iba a ser breve y no determinante. Supuso, sin equivocarse, cuál  sería la orientación económica por venir y cuáles las etapas que Chile seguiría. El análisis de don Víctor—profesor de Historia de la Economía—era  muy simple. “Ud. tiene—decía—unas circunstancias, un contexto y unas tendencias naturales del ser humano. El contexto y las circunstancias podrán variar, pero la esencia del ser humano, que es tener cada vez más y cada vez con menor esfuerzo y costo, siempre será la misma. Por eso, las derechas se esfuerzan por tener contextos y circunstancias claras y las izquierdas por cambiar al hombre. Y cambiar a un hombre que tiene 250.000 años a sus espaldas es imposible.”

Tal vez debiéramos esforzarnos más por anticipar el futuro en esa lógica de tendencia que por revisar hacia atrás y tratar de cambiar las verdades históricas. Parece más lógico, sobre  todo porque sobre el porvenir tenemos una ingerencia potencial de la que carecemos al acomodar la historia.  Más que un museo de la memoria—que nos retrata en nuestra medianía intelectual y creativa—deberíamos tener el pabellón de todos los futuros posibles.

lunes, 9 de julio de 2012

MEDIDAS EN POLÍTICA:

La introducción de sistemas de medición —pesos y medidas, grados, intensidades, etc.—significó un gran avance en el desarrollo de la civilización, sobre todo cuando dichos sistemas fueron generalizados constituyendo una especie de lenguaje común. Los franceses, tan razonables  y sistemáticos ellos, influyeron determinantemente en los sistemas de medidas hasta el extremo que hasta en los países de habla inglesa han comenzado a usarse su sistema métrico decimal de pesos y medidas—lógico y simple en extremo—en vez del enrevesado sistema sexagesimal. La excepción, como era de esperarse,  son los británicos, que por su gusto por la tradición son  distintos en todo. La misma generalización se ha dado   con otros sistemas de medición, como es el caso  de las intensidades en el caso de los temblores, los ruidos, los huracanes y un  montón de otras cosas medibles tanto en el campo de la biología, como de la química y la física.

Para nosotros los chilenos, los sistemas de medición han pasado a ser cuestiones centrales en materia de economía y  política, donde el IPC, el IVA, el reajuste del sueldo mínimo, la popularidad en las encuestas, el puntaje en la PSU, los grados Richter y Mercalli en los temblores han llegado a ser capitales. Imagínese que hemos llegado al extremo en que los grados alcohólicos en el torrente sanguíneo nos están  cambiando la vida (la vida nocturna por lo menos).

Pensando en ello y en las contingencias de la política local, se me ha ocurrido que podría ser conveniente y oportuno crear un sistema auxiliar de pesos y medidas para calificar a los actores políticos en materia de simpatía, rectitud, honorabilidad, preparación  y capacidad intelectual. Y tal como en el caso de la ciencia, donde los nombres de las unidades utilizadas para medir son los de grandes investigadores—Volta, Watt, Ampere, Faraday, Newton, Pascal, etc.—en este en comento podrían ser los nombres de políticos representativos de los fenómenos a describir. El único problema con el que me he encontrado es que algunos nombres son adecuados para describir más de una característica lo que suscita, como se verá,  algún conflicto. Pero a la vista de la utilidad del sistema, eso es lo de menos. Paso a dar algunos ejemplos a manera de propuesta:

El Andrade podría ser la unidad de medida en cuanto a pesadez y podría funcionar por comparación: más pesado, menos pesadlo o igual de pesado que Andrade. El Frei, la medida en materia de kilómetros viajados: por ejemplo, un Frei =10.000 km. El Girardi, la unidad en asuntos de turbiedad: más turbio, menos turbio o tan turbio como iniciativa de Girardi.  El Pizarro, como medida de acaballamiento; el Longueira para el poder de muñeca; el Gómez para medir la fomedad; el  Zaldivar medida de macuquería; el Novoa de momiería (o momiez?) y así en adelante. Podría haber la unidad Silver (medida de desparramo con ventilador), el Gutiérrez (medida simpatía), el Navarro (medida de vueltas en el aire), etc. El problema, como se dijo, es que podría haber conflicto entre las denominaciones: dos  nombres apropiados para el mismo fenómeno como sería el caso de Aguiló y Ascencio disputándole la denomkinación  a Silver, o Cardemil peleándosela a Novoa, o Moreira a Pizarro, o Gutiérrez y Andrade disputando cuál es más cargante. Pero, en cualquier caso, serían problemas menores que podrían solucionarse con nombres compuestos. ¿A alguien no le quedaría claro a qué alude la unidad Andrade/Gutiérrez?

sábado, 7 de julio de 2012

EL VÉRTIGO DEL FUTURO:

En unas pocas generaciones  pasamos de la veneración del pasado al vértigo del futuro. Es un fenómeno que lo ha trastrocado todo y que está generando una brecha en todas las expresiones de la cultura: desde las ideas y creencias  a las instituciones  y desde éstas a los productos materiales. Nos hemos dividido insensiblemente en dos mundos que coexisten pero que se separan cada vez más: el mundo de los que  por formación todavía tienden a conservar y piensan que las organizaciones, las ideologías y las doctrinas así como las propiedades y los artefactos son importantes  y los que por formación tienen la propensión a desechar, a pensar que todo es pasajero y a creer que nada prevalecerá, razón por la cual no es necesario soportar la carga del pasado o de las cosas . En pocos años pasamos de celebrar el abrazo de Maipú, la marcha del roto chileno en Yungay y el abordaje de Prat, a celebrar la aparición del I fone 5, la visita de Madonna o la muerte de Michael Jackson.

Los jóvenes estudiantes no valoran lo que las generaciones anteriores respetaban y se concentran adquirir habilidades de aplicación inmediata, en aplicar recetas facilitadoras, en caminar por atajos y usar el conocimiento acumulado haciendo copy paste, sin ninguna intención de dominarlo. Seguramente tienen razón en su postura y sin duda podría lucirles en el futuro probable, si no fuera que el diablo mete su cola en la circunstancia, porque sabe más por viejo y no por diablo.

Ese saber por viejo explica que la iglesia católica y las derechas procuren anclar la conciencias juveniles en medio de la debacle que se adivina, hablando de valores, discutiendo sobre el sentido de la educación, destacando  la importancia de la familia como institución social fundante y, en general, tirando ganchos hacia atrás. Explica, asimismo, que las izquierdas tiren ganchos parecidos procurando alienar  con el viejo discurso de los derechos conculcados,  las inequidades flagrantes y  los fallos del sistema y del modelo, procurando situar las conciencias juveniles  en la deriva de las aguas más revueltas donde los pescadores de almas obtienen las mejores inteligencias para la causa. Pero ni una ni otra postura entienden ni proyectan el vértigo del futuro del que la juventud que percibe como se abre imparable,  necesita alimentarse.

Y todo esto transcurre apresuradamente sin que se adivine una circunstancia propicia,  un remanso de calma, un interregno que permita una reflexión que muy pocos hacen. Uno llega a pensar, recordando a don Arturo y su salto heroico, que estaríamos  necesitando un evento capaz de unificarnos, lo suficientemente potente y dramático como para ordenar la confusión y lo bastante prolongado y cruento como para elevar al podio de los héroes a los que debieran sacrificarse. Muchos creyeron que la toma armada del poder que no pudo ser o  el golpe militar que sí se materializó,  cumplirían esa función, sin recordar que las revoluciones internas, a diferencia de las guerras contra enemigos externos, no alcanzan para redefinir el metabolismo de la cultura ni para despejar el campo . En cualquier caso, el futuro siempre nos reservará sorpresas y oportunidades, sea por el norte, sea por el sur, como habría dicho Borges…

jueves, 5 de julio de 2012

EL BOSÓN DE HIGGS:

Dado el revuelo levantado por el anuncio del casi seguro descubrimiento y prueba de la existencia del Bosón de Higgs, me dediqué a leer una serie de doctos artículos escritos sobre la materia por científicos, divulgadores serios y físicos comprometidos en el tema. Confieso que me costó entender el asunto y que todavía no lo comprendo bien del todo Confieso, también, que comprendo menos todavía  cómo el asunto del bosón de Higgs vaya a redundar en beneficios para la humanidad, aunque si se considera en perspectiva,   tiendo a confiar en que efectivamente va a ser así.

Al mismo tiempo me dediqué a   leer en la prensa y a escuchar y ver en los medios radiales y televisivos, los comentarios y opiniones que  sobre la materia emitían periodistas y entrevistados, que en general me parecieron poco precisos, poco informados y—con la excepción de un par de entrevistas a científicos serios—más cargados al impacto noticioso y al tema de “la partícula de Dios”—frase  que parecía elevar a los comunicadores al nirvana—que a la verdad. No se si Ud. lo sabrá, pero Higgs en un primer ensayo publicado sobre su teoría  hablaba de “the damn God particle” y sus editores le sugirieron, por la conveniencia del impacto mediático, quitar el “damn”. El asunto se parece al origen del concepto de “platillo volador” que surgió cuando hacia 1947 un piloto civil que volaba sobre el medio oeste norteamericano vio nueve objetos con forma de bumerang que volaban en formación  a enorme velocidad. Al aterrizar fue a un diario y le contó lo observado al periodista de turno, diciéndole que los  nueve bumerangs parecían hacer un movimiento de saltitos (patitos decimos nosotros) “como  platillos lanzados de refilón al agua”. Por el mismo mecanismo que a los medios les impacta más lo de la partícula de Dios que el mismísimo bosón de Higgs, ese periodista prefirió decir que los objetos desconocidos eran “flying dishes” y de ahí para adelante, los paltillos voladores comenzaron a ser avistado por doquier. Usted podrá comprender, seguramente,  que por eso podemos saber que quien dice que  ha visto un platillo volador, necesariamente miente.

El tema que subyace es la propensión de nuestra cultura a manejar información superficial, incompleta, inexacta, imprecisa, muchas veces falsa y casi siempre inútil, con entera naturalidad. Es una costumbre que se funda a una mala educación general, en la dificultad para leer comprehensivamente, en el desconocimiento de la gramática, la limitación extrema del vocabulario y en general, en cierta dificultad para manejar conceptos complejos o abstractos, como lo puede atestiguar cualquiera que con más de cincuenta y cinco años (excluido Gajardo), todavía haga docencia (las malas lenguas dicen que los docentes con menos de esa edad no lo notan). En algún blog comenté los horrores gramaticales de los noteros de la TV, que caen en el “dequeismo” y el “lacualismo” a cada paso y repiten mil veces la misma frase hecha.  Los dirigentes  estudiantiles, incluso los con buena labia, también caen en el empleo reiterado de muletillas tales como “problemática”, palabra que sirve para todo y se dan vuelta en las ideas y frases hechas. De cuando en cuando les llegan términos salvadores—lucro es la última adquisición—que manejan con generosidad y pronuncian con gozo.

¿Qué le parece lo del  “Bolsón de Higgs” me preguntó un conductor de colectivo? Ante mi sorpresa me explicó que se trataba de un bolsón que contenía montones de partículas infinitesimales que eran la base de la materia, de manera que cuando entraban en contacto unas con otras, adquirían masa, peso y luego otras características. “¿Se da cuenta—me dijo—que si no fuera por la partícula de Dios, seríamos como una sopa de sémola?”… Nada mal como conclusión…

martes, 3 de julio de 2012

VIRTUDES PÚBLICAS, PECADOS PRIVADOS:

Uno de los riesgos que las personas comenzamos a enfrentar, en la medida en que por una parte la tecnología y por otra la necesidad de transparencia van borrando la antigua delimitación entre lo público y lo privado, es que las virtudes y los pecados comienzan a mostrarse por igual. Ya no hay closets seguros donde ocultar los esqueletos o las preferencias sexuales y tampoco el tiempo transcurrido, que hasta hace poco bastaba para  ocultarlo todo, puede resguardar los secretos, las debilidades o los crímenes cometidos. No poco ha tenido que ver en esta realidad el esfuerzo de la izquierda por evitar el olvido y sacar a la luz todos los viejos pecados del régimen militar que, como era de esperar, ha generado acciones en respuesta. El hecho es que ya sea por conveniencias políticas—a la vista están los dichos de Velasco sobre Girardi—o por indignaciones personales—a la vista están las denuncias sobre las conductas de Karadima—los pecados privados  han comenzado a salir a la luz   empatando con las virtudes públicas.

Pocos casos de conflicto entre las virtudes públicas y los pecados privados podrían tener más impacto que el del proceso por  denuncias de abusos sexuales  en contra del sacerdote Cristian Precht Bañados.  Secretario de la Comisión Pro Paz  creada en 1974 por el Cardenal Silva Henríquez  para la defensa y promoción de los derechos humanos y luego encargado de la Vicaría de la Solidaridad creada en 1976 por el Papa a pedido del mismo Cardenal  para prestar asistencia a las víctimas de Pinochet, Precht Bañados se erigió en el símbolo del valor personal—no era así no más enfrentarse al régimen—y  en el defensor de los mejores  valores humanitarios orientados a la defensa de los derechos de las personas. Puso en el lenguaje de cada día el concepto de los derechos humanos, que hasta entonces tenía un sentido relativamente vago y lejano e hizo por la derrota del General mucho más que de lo que hicieron muchos políticos que luego se llevaron el premio del poder.

La acción de  Precht Bañados fue todo un símbolo que la izquierda enarboló como lábaro de la actitud ética y epítome del triunfo moral sobre la dictadura. Por eso los motivos de la investigación canónica en su contra—un abuso sexual cometido precisamente en los años en que la Vicaría de la Solidaridad desarrollaba su acción—tienen un efecto tan devastador.

Desde luego que el caso es un episodio más de una seguidilla de escándalos que han agobiado a la iglesia, a las instituciones y a las empresas, seguidilla que con toda seguridad tiene muchos capítulos pendientes por una doble presión que crece día a día: la presión de los que buscan justicia en su más amplio sentido y la presión de los que buscan la noticia en su más impactante expresión.

Los virtuosos pueden sentirse seguros, pero los pecadores, deberían temblar.

domingo, 1 de julio de 2012

EVOLUCIÓN Y MERCADO:

Una de las razones por las que soy escéptico respecto de la racionalidad de las pretensiones intervencionistas de las  izquierdas y algo más inclinado a la lógica del liberalismo de las derechas, es que soy un darwinista convencido. Y conste que pienso que el sistema de mercado no debe ser asociado con una tendencia porque no es una creación humana ni una postura doctrinaria, sino simplemente un resultado natural que se produce entre entidades distintas cuando la relación que sostienen las beneficia  a ambas. En ese sentido, el mecanismo del mercado es un elemento de la evolución natural.

No me va a decir Ud. que no hay una relación de mutuo beneficio—una especie de mercado—entre entidades simbióticas que practican un mutualismo armónico, como ocurre en una multiplicidad de casos en la naturaleza, partiendo por nuestra propias células, donde interactúan los mecanismos propios y los de las mitocondrias que, incluso, tienen un ADN  exclusivo. Claro que habrá problemas si en la relación  se da un comensalismo o un parasitismo excesivo que pueda llegar a perjudicar a uno o a los dos organismos simbiontes, pero si la cosa no se sale de la idea del mutuo beneficio, el mecanismo operará. Lo hemos visto en la economía y lo vemos también en la política. El comunismo podría ser comparado con un parasitismo que termina por matar al huésped y el capitalismo con un comensalismo que lo estrangula y en todos los casos la evolución opera seleccionando por la aptitud para prevalecer.

Es por eso que si pensamos que los sistemas políticos son parte de la evolución natural—que como sabemos es un proceso muy lento pero sostenido, mediante el cual van prevaleciendo los organismos más aptos para sobrevivir en el medio cambiante y dinámico—tanto la caída de los socialismos reales como las crisis cíclicas del capitalismo  revelan  que se trata de entidades que carecen de  la suficiente flexibilidad como para adaptarse, corriendo el peligro de extinguirse como un dinosaurio cualesquiera.

Si en la naturaleza, las adaptaciones graduales al cambio permiten la prevalencia de las especies y la falta de ellas  determinan su extinción, en la política y en los sistemas económicos, ocurre lo mismo. Claro, ya se ha dicho, que se trata de procesos muy lentos y graduales que posiblemente superen la expectativa de vida de un observador, razón por la cual, siendo cortoplacistas, nos cuesta visualizarlos. Eso explica que todavía encontremos radicales y democratacristianos deambulando por nuestra política y que subsistan los partidos de extrema izquierda y los de extrema derecha.  Lo interesante— como ocurrió con los dinosaurios hace 65 millones de años—es que en el momento en que ellos dominaban el mundo, ya corrían entre sus enormes patas los mamíferos que iban a heredar la tierra.

Creo que en el funcionamiento del mercado—la mano invisible de Adam Smith—hay más de la lógica natural  de la evolución que en cualquier idea o ideología política o económica. El mercado no fue creado sino que fue entendido por los economistas del siglo XVIII  y va estar aquí cuando todo lo que conocemos haya cambiado o se haya desvanecido. No importa lo que digan los líderes de la izquierda, los dirigentes estudiantes extremistas o los gurues y opinólogos. El mercado va a prevalecer incluso  si se lo suprime y se lo restringe.

Lo verdaderamente importante es anticipar lúcidamente cómo van a ser  y cuáles van a ser las nuevas especies económicas y políticas que prevalecerán, especies que seguramente ya corren entre las patas de los líderes políticos actuales.