¿Quién puede discutir que ella era, más que jefe de gobierno, una figura protocolar? ¿Quién puede negar que entre Velasco, Pérez Yoma, Vidal y algunos (as) más en las sombras llevaban el pandero? ¿Quién puede desconocer que el misterio de su popularidad sostenida se fundamentó, precisamente, en que la ciudadanía la miraba más como símbolo (vaya a sabe Ud. de qué) que como figura política? Y digo eso con realismo, sin desconocer su mérito ni su encanto.
Mire Ud. un análisis bien simplista: el nuevo padrón electoral va a fluctuar entre nueve y doce millones de electores como máximo, es decir, unos cuatro millones de electores más que ahora. Si Ud. lo divide por 85.000, le da algo así como 140 diputados y si lo divide por 170.000, le da unos 70 senadores. Luego, si Ud. ajusta los territorios electorales de norte a sur del país a esos números, podría tener los distritos y circunscripciones adecuados y similares en representación. Los habría chicos en las grandes ciudades y extensos en las zonas menos densas, pero con gravitación similar. Ganar en un sistema uninominal demandaría unos 43.000 votos para un diputado y 86.000 para un senador, bastante más digno que ser elegido, como es ahora en algunos distritos, con unos pocos cientos de votos y porcentajes muy bajos. ¿Qué de malo tiene eso? Claro que significaría un rompimiento de los feudos electorales existentes y de las canongías establecidas en materia de diputaciones y senaturías, pero sería en beneficio de la representación democrática. ¿Y no es eso lo único que debería importar?
Y si el cambio de sistema significa que nos libremos de los aventureros, apitutados, aprovechados, demagogos y mediocres, ¿no sería una doble ganancia?
Ahora, ¿cómo podríamos hacer opinión en este sentido Ud. y yo? ¿De qué manera podríamos hacer oir nuestra voz? ¿Por los actuales medios y canales de la información? ¿A través de los propios diputados y senadores que se verían afectados? ¿Con el concurso de una prensa obsecuente y voluble? Creo que sólo se podría hacer a través de las redes sociales y reuniendo a la gente en manifestaciones públicas.
Si está de acuerdo con este planteo, expréseselo al vecino, coméntelo con el taxista, arguménteselo al conocido eventual, divúlguelo, grítelo, haga ruido, cree molestia, suba presión, o nunca nos sacaremos a estos come dietas de encima.