martes, 6 de diciembre de 2011

EXHUMACIONES PERMANENTES

El concepto de “permanente” inaugurado por Alwyn en materia de secuestros, está cobrando fuerza propia y comienza a filtrarse a todas las esferas del acontecer nacional. Los estudiantes ya hablan de movilizaciones permanentes, la ANEF ha mencionado el concepto de estar siempre en pie de guerra, los deudores habitacionales lo practican, los políticos abusan de la paciencia nacional todo el tiempo y los tontos de siempre mantienen su tontera de modo sostenido. Ahora, parece, hemos comenzado con las exhumaciones permanentes: primero Frei padre, luego Allende, seguidamente el niño Anfruns y ahora Pablo Neruda…¿Quién seguirá en esta actividad desenterratoria que altera la paz de los muertos? No parece que vaya a haber necesidad de exhumar a Portales (ya se hizo sin querer), ni a O´Higgins (se le ha exhumado bastante), pero nos quedan sin desenterrar un montón de Presidentes, varios héroes, muchos hombres públicos destacados, premios nacionales, artistas, literatos y millones de ciudadanos más en cantidad de cementerios.

¿Hemos caído en la moda de las exhumaciones?¿Es una actividad política y socialmente provechosa? ¿Alguien está haciendo ganancia de imagen con el asunto?

No sería mejor, me pregunto, que nos dedicáramos a   desenterrar permanentemente cosas verdaderamente importantes  que han quedado ocultas por los más obscuros intereses, con el objetivo de hacerles verdaderas autopsias? Me refiero, por ejemplo,  al  asunto de los miles de cartas enviadas con fondos públicos en el Congreso por cierto Senador. O al escándalo de los sobresueldos que llenó tantas faltriqueras. O al asunto de las torpezas de Ud. sabe quien en el momento del terremoto. O al contrato de parientes en las entidades públicas o privadas. O los concursos truchos para llenar cargos. O los procesos dudosos en materias financieras y de derechos humanos. Claro que algunos han sido objeto de pesquisa e incluso de procesos, pero ¿le cabe a Ud. alguna duda sobre que en ningún caso se llegó al fondo? ¿Cómo les iría a los responsables si una vez a la semana se desenterraran sus pecados? ¿No sería un correctivo a la mala memoria nacional?

Es cierto que el Gobierno ha comenzado a  practicar algunos desentierros, como en el caso de los falsos ex exonerados beneficiarios de asignaciones del Estado por la acción solidaria de políticos de segunda, pero lo ha hecho tímidamente. Le quedan decenas de casos por desenterrar que si no se perician, van a ser como detenidos desaparecidos arrojados al mar en un ámbito donde no habrá jueces dedicados a procesar. La memoria es frágil, pero por ahí se mencionan montones de negocios raros en las carreteras concesionadas, manipulaciones dudosas en la provisión de suministros médicos, hábiles triangulaciones en materia de publicidad del Estado, participaciones dolosas de hombres públicos en  negociaciones de enorme valor. Y piense que bastaría con establecer el concepto de “escándalo permanente”, para que cualquier prescripción quedara en nada.

Se que no es fácil decidirse a desenterrar las cosas raras, sobre todo cuando la maraña de las relaciones familiares y personales contiene los anhelos de transparencia, pero pudiera ser sano y más que sano, prudente, evitar que la acumulación de mugre debajo de las alfombras entorpeciera el fluido caminar del cuerpo social.

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