viernes, 30 de diciembre de 2011

UN PROBLEMA DE IMAGEN Y ASPECTO:

¿Por qué le va tan mal al Presidente en las encuestas? ¿Qué tiene o qué no tiene, que no satisface al hombre común? ¿Qué tenían la Bachelet, Lagos y hasta Frei Ruiz  Tagle que Piñera no  tiene? Estudiando detenidamente el punto en sus diversas dimensiones permanentes—apariencia, actitud, origen social y económico, yayas políticas, etc.—y en sus expresiones circunstanciales—presencia exagerada en los medios, insistencia a estar en todas, verborrea, equivocaciones tácticas y chistes inoportunos y  de mal gusto—uno llega a la conclusión de que si todo eso contara en su contra, todavía no habría justificación suficiente para tanto rechazo y tan poca aprobación. Lo que es vidente es que aquí hay algo más profundo y recóndito.

Pensando  en los últimos  Presidentes mencionados e incluso, en los de antaño—Allende, Frei Montalva, Alessandri, Ibáñez y hasta González Videla—no queda otra que aceptar que Piñera no tiene estatura de prócer, no es carne de estatua y nunca llegará a la altura, actitud, majestad y postura de un tribuno. ¡Aunque se esfuerce, vestirá de banalidad todo lo que toque y de duda todo lo que proponga! Es su fatalidad y no tiene remedio, de manera que pareciera que lo mejor que pudiese hacer, sería olvidarse de la opinión ciudadana y gobernar con decisión invariable apuntando a camiar lo que está mal, pese a quien pese y le duela a quien le duela. Y esto, deshaciéndose lo más  luego posible de todos los personajes discutibles, blandengues, acomodaticios y dobles instalados en  su Gobierno. Habiendo tanto que hacer luego de veinte años de sandunga político mediática, no debería perder más tiempo del escaso que le va quedando.

Parece increíble, pero el presidente y el gobierno,  han desperdiciado todas las oportunidades que se les presentaron  para dar señales y abrir derroteros, oportunidades que fueron numerosas y propicias desde el punto de vista mediático, político y judicial, pero que se dejaron ir, pareciera que para no poner en problemas  la imagen presidencial, con  el peor de los resultados: desde el asunto de las indecisiones del pasado gobierno en las horas y días que siguieron al terremoto de 2010 con todas las consecuencias derivadas, pasando por la investigaciones omitidas en innumerables casos de corrupción e irregularidad  heredados de la Concertación (de lo que el caso de falsos exonerados el sólo la punta del iceberg), para llegar al tema de las protestas estudiantiles, tema que entregaba claras oportunidades de aclarar responsabilidades y deslindar culpas, al mismo tiempo que permitía construir propuestas potentes. Pero fue un tema  pésimamente manejado por Lavín y  donde para mal de Bulnes,  no se dejó tontera por hacer.

Recuerdo de mis años mozos a un personaje de la tienda radical, que teniéndolas todas consigo—presencia, trayectoria, fortuna, inteligencia, rectitud—se perdió en la noche política porque en el momento de los quiubos tuvo contemplaciones,  temores y  pésimas ideas, cuando correspondía aclarar responsabilidades, asignar culpas y dar señales claras de fuerza, lucidez y decisión. Bien decía Churchill que lo que lo había llevado a las alturas a las que llegó, habían sido la cólera, la ambición y su apariencia de bull dog peligroso. ¿Cómo podría competir el Presidente? ¿Se lo imagina vestido de  Emperador Romano, con sus manecitas extendidas desde los pliegues de la toga? ¿Y sé  imagina a Lagos vestido como Julio César?

miércoles, 28 de diciembre de 2011

CURIOSA BAJA DE LICENCIAS MÉDICAS

Un experimentado observador me aconsejó que cada vez que se suscitase un hecho notable o significativo en la realidad nacional, hiciese el ejercicio de cruzarlo con otras noticias, porque de seguro detectaría relaciones sorprendentes. Intrigado, se me ocurrió cruzar la buena nueva que dio a conocer la  Ministra del Trabajo cuando informó que últimamente se había reducido  el número de licencias médicas, que desde el año 2004, durante el gobierno de don Ricardo, había venido aumentando sostenidamente y que había anotado algunos records durante el gobierno de la Presidenta Bachelet. La reducción de un 4 % significaba, pese a lo marginal del  porcentaje de licencias, un ahorro considerable de recursos para el Estado, porque seguramente se concentraba en licencias caras.

La evidencia consultada no dejó en claro que hubiese una relación entre la rebaja del número de licencias y un eventual mejoramiento de los índices de salud, que de hecho no se ha producido. Tampoco detecté   correlación alguna entre la comentada reducción de licencias médicas y una disminución brusca de los embarazos, de las apendicitis  y ni siquiera de los índices de mortalidad, que bien pudiesen haber  explicado el cambio. Ni siquiera fue posible establecer una conexión entre la baja del número de licencias y una hipotética   disminución en el número de médicos inclinados e extender licencias, porque de hecho, cada vez hay más médicos dispuestos, pero no más licencias.

El misterio me obligó a ampliar el ámbito de mi búsqueda de explicaciones a diversos escenarios, razón por la cual exploré numerosos diarios del último tiempo y muchas páginas de Internet. Incluso consulté a mis gurus personales y a algunos corresponsales generalmente bien informados… ¡Pero nada!... Y de repente, en letras de molde, ahí estaba la posible explicación en boca del Presidente de la ANEF Raúl de la Puente que denunciaba, a principios de diciembre de 2011, “más de 1500 despidos de funcionarios de la administración pública, justo cuando el sector exige estabilidad laboral y mayores salarios”.

Ud. se preguntará cuál es la relación. Pues bien: imagínese que los despedidos fueran en su mayor parte de esos contratados fantasmas agregados a las plantas de diversos organismos, que recibían sueldo regularmente  sin  desempeñar función alguna  ni asistir al trabajo, como parte de pagos políticos en gobiernos pasados. Imagínese que esos falsos funcionarios, a los que nadie ubicaba y nadie controlaba ni conocía pero que tenían su documentación laboral en regla, quisieran incrementar sus ingresos ¿Cómo lo podrían hacer sin despertar sospechas? ¡Claro, Ud. lo ha adivinado, pidiendo licencias médicas, muchas licencias médicas, licencia médicas caras por sus buenos sueldos! ¿Quién lo notaría? ¿Quién lo sabría?

Y de repente llega este Gobierno—que nadie esperaba que ganara—que escarba en las plantas heredadas, descubre el enjuague y comienza a echar calladamente a los frescos. ¿Quién va a protestar  fuera de la ANEF? ¿A oído de algún reclamo personalizado? Y luego de los despidos, como carambola rocambolesca, naturalmente cae el número de licencias médicas para felicidad de la Ministra Matthei.

Ve Ud. cómo resulta clarificador  esto de cruzar noticias…

lunes, 26 de diciembre de 2011

LUCHANDO EN CONTRA DEL OLVIDO

Recuerdo de  niño, que tras la muerte de un  tío muy querido, mi madre  procuró evitar  olvidarlo  hablando del muerto cada vez que podía, enmarcando su fotografía y visitando regularmente su tumba. Durante unos meses consiguió que la imagen de su hermano estuviese  presente, pero luego, con el tiempo, la memoria  se fue desgastando como la figura en el retrato, que comenzó a velarse amarilleando suavemente. Yo fui el primero en olvidar,  tal vez porque tenía pocos años. En ella el recuerdo fue más persistente porque se enredaba con muchas vivencias, pero un  día, cuando advirtió que había dejado pasar un aniversario,  rompió a llorar como con rabia por haber olvidado.

Hemos estado asistiendo a una  lucha similar,  que los protagonistas  del drama del golpe de Estado, han venido dando contra el olvido. Películas, libros, teleseries, ensayos literarios, artículos periodísticos, asociaciones de afectados de una u otra manera por el proceso, en fin, una variedad de manifestaciones tratando de sostener la memoria. Una memoria que, al fin y al cabo, es capital político e incluso oportunidad de negocios atractivos y rentables. Una memoria trágica que para muchos—horror de horrores—es la única manera de encontrarle sentido a las cosas.

Sin embargo, los viudos de la Unidad Popular, los  protagonistas verdaderos o fingidos  de los hechos, los herederos del odio y el resentimiento, los sobrevivientes trágicos de esos momento de locura, los oportunistas del recuerdo, están tomando  conciencia de que la memoria  se les escapa entre los dedos, que el significado de aquellos sucesos se extravía entre las vivencias de las  generaciones que nacieron mucho después de aquellos años y que el pasado inevitablemente se rinde ante el futuro. Mi padre, aficionado a la historia y cultor de muchas memorias, me decía que hasta entrados los años veinte del siglo pasado pesaban los hechos de la revolución de 1891, pero que después, tal vez porque los testigos del conflicto estaban muriendo y la   crisis de 1929 llenaba el panorama, todo se olvidó.

¿Cuánto tiempo permanecen los hechos terribles en  la memoria colectiva? ¿Cuánto pesan pasado el tiempo? ¿Veinticinco años? ¿Treinta y cinco? ¿Alguien se acuerda  del terremoto de 1985? ¿Tiene sentido para alguien nacido después de esa fecha?

De manera muy Orwelliana nos encontramos conque se intentan variadas estrategias para evitar el olvido e incluso, para reescribir la historia. No se si es por convicción, por oportunismo político o por negocio.  De todas maneras es poco lo que las viejas noticias pueden hacer frente a las noticias nuevas. Los norcoreanos, que  viven un poco en esa lógica de no olvidar, se han quedado literalmente atrás, sin tener claridad de para donde van. Es   la fatalidad de los que se niegan al futuro.

sábado, 24 de diciembre de 2011

LOS CONSPIRANOICOS A VECES ACIERTAN

De acuerdo  con el diccionario del léxico popular informal, “conspiranoico” es aquel que ve conspiraciones por doquier y además, se siente perseguido por todos. Conozco a varios personajes del género y suelo escucharlos  atentamente, porque de cuando en cuando,  sus ideas aciertan o, por lo menos, abren derroteros en el ámbito de los posibles. Por lo demás, con tanto pillo y fresco profitando por ahí, no es raro acertar cuando uno piensa lo peor.

Uno de mis corresponsales más consultados—un viejo zorro, baqueteado por la vida, hereje practicante, escéptico persistente,  separado mental, explotado por los hijos y maltratado por la señora y además informado, culto, leído y entretenido—me transmitió hace unos días dos ideas interesantes: la primera, que si se quiere la verdad respecto del accidente de Juan Fernández hay que mirar hacia donde  la Fach no quiere que se mire; la segunda, que en la puesta en escena de los últimos escándalos—entre otros   los falsos exonerados y el reciente problema de la Corte Suprema y la grabación de Juica hablando de no irse a las pailas, por ejemplo—hay un diseño inteligente, una estrategia cuidadosamente estructurada para generar un ambiente, un clima de opinión, que favorezca o perjudique de manera indirecta, respectivamente  al Gobierno y a la oposición.

En el caso de accidente—dice mi corresponsal—hay que mirar la cosa en dos dimensiones: la de los hechos contingentes y la de los efectos derivados. En relación con los hechos, desde el punto de vista del principal involucrado—la Fach—hay que manejarlos pensando en cómo  achacar la culpa a otros y  en cómo salvar la imagen de la Institución; en lo que dice relación con los efectos derivados, hay que saber utilizarlos para ajustar cuentas pendientes al interior de la Institución. Así expresado, echarle la culpa al clima y las condiciones del aeropuerto y no tocar a la Teniente Fernández, cumple con la primera condición; echarle la culpa al Teniente Mallea, cumple con la segunda. En ese prospecto ¿adónde mirar para saber la verdad? A aquello donde no se quiere se mire o se ha dado por superado, es decir, el peso efectivo del avión cargado y su combustible.

En el caso de los escándalos—agrega muy seguro—hay que mirar adónde apuntan los dardos y se verá que casi todos apuntan hacia los gobiernos de la concertación o hacia personajes que, como Mayne-Nicholls y Bielsa, ofendieron al Presidente o a su coalición, de manera que se les comienza a pasar la cuenta. Así, Navarro denunció a la Van Rysselberghe por entregar falsos certificados, Navarro está siendo puesto en evidencia por entregar información falsa en el caso de los exonerados truchos; Juica fue descortés con el Presidente electo cuando no fue a saludarlo el 2010; Juica esta siendo puesto en evidencia por sus dichos en un asunto de platas que puede ser complicado para el Poder Judicial.

Si yo tuviese una cuenta pendiente con  el Gobierno o con el Presidente—concluyó mi corresponsal—trataría de que los acontecimientos me pillaran confesado. Por mi parte voy a analizar los acontecimientos para tratar de ver si lo que ocurre en adelante encaja con la teoría expuesta. ¿Quién le dice que la salida de Guillet de TVN no sea un hecho de la causa?

jueves, 22 de diciembre de 2011

EL FIN DEL MUNDO

Que el mundo se va a acabar, nadie lo duda. Que se viene anunciando el fin del mundo de tiempo en tiempo, también es cierto: para el año 1000, en plena edad media el anuncio causó miles de suicidios; para el 2000,  ayer nomás, hubo otra ola de suicidas aunque bastante menor;  ahora se dice que el acabo de mundo será el 2012, como lo habrían dejado anunciado  los mayas en algún documento misterioso.

Creo que el acabo de mundo será efectivamente este año 2012 y nada menos que aquí en Chile, porque nadie sabe qué pasará con los cuatro millones y medio de nuevos electores incorporados al padrón electoral por la ley recién aprobada.  Y si los ciudadanos medrosos y creyentes de las supersticiones están atemorizados con la perspectiva del cumplimiento de la predicción maya, los políticos están aterrorizados porque toda su información sobre el comportamiento electoral de los ciudadanos inscritos en sus distritos y circunscripciones electorales, cuidadosamente administrada durante años, certera y asegurada,  base de datos invaluable para organizar eventos, reuniones y labor proselitista, se fue al agua. Como diría un mexicano, todo el conocimiento electoral  se fue al carajo…¡Ese si que es acabo de mundo!

Los perjudicados van a ser los ancianitos votantes seguros y preferentes—a quienes se organizaba tecitos con torta y se los transportaba amablemente a los locales de votación para que no caminaran tanto—; los   viejos y fieles  tercios partidarios—festejados antes y después de cada elección con cenas y regalitos— y los pobladores de los sectores históricamente controlados por los líderes políticos—alimentados con las promesas electorales de siempre y siempre esperanzados en su rápido cumplimiento—que en esta pasada no serán tan determinantes. ¡Y no es para menos!

Nadie sabe certeramente qué va a pasar con los millones de nuevos votantes  y eso es lo terrible…¿Irán a votar o se quedarán en sus casas? ¿Votarán en número suficiente como para hacer inútiles los cálculos? ¿Serán determinantes para ciertos candidatos? Tampoco se qué va a ocurrir, pero ver cómo sufren los políticos por estos días me produce extremo placer. Aunque sea por una vez, no tienen la sartén por el mango y no tienen el poder asegurado. Si Ud. cruza los efectos del movimiento estudiantil, con los escándalos de estafas y colusiones, con el malestar generalizado contra el gobierno y la oposición y le agrega como aliño el cambio del padrón electoral, tenemos a la vista un verdadero acabo de mundo.

Lo único que me podría causar mayor placer todavía sería que hubiese efectivamente una reforma de la estructura tributaria que apretara a los motones de frescos que eluden o rebajan impuestos; que se investigasen a fondo los montones de irregularidades que se ocultan en las instituciones públicas y servicios del Estado por contratos de personal en exceso, contratos truchos, propuestas chuecas y coimas varias; y que se pusieran en evidencia las diabluras de los académicos  al interior de las Universidades. Si así se hiciese veríamos, para felicidad de muchos, otro acabo de mundo.

martes, 20 de diciembre de 2011

EL COMPONENTE MORAL DE LA CULTURA

De vez en cuando tenemos la oportunidad de dimensionar cómo son en realidad algunas cosas en este país. No es corriente, pero de cuando en cuando alguien se descuida, alguien se arrepiente, alguien hace bien la pega y las cosas salen a la luz. Siempre ha ocurrido y siempre ocurrirá, lo que no excusa el asombro y no admite el acostumbramiento.

Un ejemplo cercano y todavía en vías de investigación es la revelación  de la existencia de cientos—posiblemente miles—de falsos exonerados a los que el Estado ha estado  pagando pensiones  por la certificación de sus antecedentes falsos por políticos de dudosa moralidad deseosos de asegurar alguna elección; otro mundo que tiene pendiente una investigación adecuada es  la existencia de cientos—posiblemente miles—de ciudadanos  recibiendo beneficios indebidos—becas, licencias, sueldos, jubilaciones, indemnizaciones, en fin, dinero del Estado y por lo tanto suyo y mío—otorgados mañosa o torcidamente y percibidos regularmente por años. Recuerdo una empleada doméstica que sirvió en mi casa por el año 2000, que se vanagloriaba de recibir junto con su marido cuantiosos  recursos municipales y estatales por una situación de extrema pobreza que no tenía, por el montepío extinguido de su madre ya fallecida, por una beca para su hijo que había iniciado estudios en una universidad y trabajaba sin asistir, por beca para su hija en un colegio especial en circunstancias que estaba buena y sana, por unos cursos de modas para la organización de una PYME cuyos dineros se repartía con las socias y la profesora y varias cosas más que no recuerdo. Su orgullo era ser tan “lista” como para engañar al sistema y sacarle tanto provecho. Cuando se fue de mi servicio por ser sorprendida robando dinero, me echó en cara desafiante que lo había estado haciendo por años sin que nadie lo advirtiera. Denunciada a la Fiscalía, el caso se archivó por falta de evidencias, tal como ella me lo aseguró. "Usted no podría probar nada y si pudiera--me dijo--mi diputado (hoy Senador), me sacaría"... 

Que tenemos un problema de cultura, no cabe la menor duda. Nuestro ADN moral no es como el de los norteamericanos puritanos que van quedando (tan ingenuos ellos), que tienen el hábito de contenerse y regularse en el ámbito de la moral positiva del protestantismo,  heredada de los peregrinos desde el  Myflower para adelante. Una postura moral  que se está corrompiendo aceleradamente, es cierto, pero con la ayuda eficaz de  los inmigrantes latinos.

Estábamos con mi esposa, muy de mañana mirando los miles de  palomas de la Plaza San Marcos en Venecia, cuando vimos a unos muchachones y unas jovencitas tratando de patearlas mientras se reían, evidentemente bebidos. “Deben ser chilenos” le dije en broma.  Tuve la humorada de acercarme a ellos para  preguntarles en inglés de dónde eran, seguro que me contestarían en alguna lengua desconocida.  ¡Me respondieron en perfecto chileno diciendo que eran de Talca!

domingo, 18 de diciembre de 2011

LA FRUSTRACIÓN EN UN MUNDO FELIZ

Me imagino que  Jaime Guzmán debe haber concebido la posibilidad de lograr que Chile llegase a ser  una sociedad plena y feliz, donde las diferencias e injusticias hubiesen sido corregidas y las oportunidades igualadas dentro de lo posible. Creo que era una buena persona, de manera que pienso que su proyecto social debe haberse orientado en esa dirección y no en una que acarreara mayores males. Creo, incluso, que pudo haber habido algo de santidad en su visión, posiblemente resultado de su intensa Fe en Dios y su profunda religiosidad. No puedo odiarlo por eso, pese a no ser creyente y ser esencialmente escéptico, de manera que me cuesta pensar que haya quienes lo odiaron hasta el extremo de asesinarlo y ahora  lo execren hasta el extremo de funar un acto en su memoria. Por un respeto mínimo a la humanidad (esa que tiene derechos que se reclaman en los tribunales cada día) no lo habría hecho.

Sin embargo entiendo medianamente a los que lo odian y puedo aceptar que niñas bien criadas pero tontas anden mostrando el trasero por razones políticas, porque el mundo en que vivimos tiene algo insano que impulsa a la rebeldía y a la inconformidad. Al fin Jaime Guzman representa al sistema económico instaurado por el Gobierno Militar, desarrollado por la Concertación y hasta el momento sostenido por el Gobierno de Derecha. Lo decía hace un tiempo, comparando nuestro sistema económico social con la Matrix del famoso film de hace unos años. Esa  matrix que a cambio de una ilusión de vida explotaba las fuerzas vitales de los cuerpos de personas que vivían sólo un sueño.

Al fin y al cabo los movimientos estudiantiles, las funas, la marchas y la disconformidad general son contra el sistema que como la matrix está organizado para llevarse las esencias y dejarnos poco más que  las ilusiones y artefactos caros de comprar y que ya están superados por lo  que son motivos de frustraciones. La reacción social es contra el abuso sistemático como elemento consustancial al sistema: desde las farmacias coludidas, a la colusión de los pollos, pasando por la colusión de los Supermercados y las librerías, Isapres, bencineras, ferias libres y cuanto hay. La reacción es contra la política, contra el parlamento,  contra la justicia, contra la policía, contra la iglesia, contra todo lo que ha fallado en cumplir expectativas que teníamos derecho a tener.

Por eso vivimos un clima de disconformidad que, por lo demás, es consustancial al género humano y seguramente, constituirá un factor del progreso y el cambio. La cuestión es  que cuánta disconformidad será necesario acumular para generar un cambio y cómo se la podrá medir para que el proceso sea verdaderamente democrático. El peligro estriba en que la disconformidad sea instrumentalizada políticamente por los expertos en instrumentalizarlo todo, porque de ser así, todo seguirá igual.

viernes, 16 de diciembre de 2011

QUIERO UNA REFORMA TRIBUTARIA QUE TERMINE CON EL ABUSO

Hace unos días atrás tuve que pagar suculentos honorarios médicos en un hospital de mi ciudad, que me explicaron claramente el Audi A8 del doctor y el BMW  Serie 5 del anestesista. No ví el Mazda CX7 de otro de los involucrados en el procedimiento cancelado—arsenalera o enfermera—pero antes que me pillarán gocé mirando los automóviles caros y exclusivos del resto de los médicos de la clínica, estacionados en un lugar reservado, lejos de los vehículos de los clientes, sólo algo más económicos. Hay que decir que en el establecimiento se tratan personas privilegiadas pertenecientes al 5 % del tope de la escala. No se qué fui a hacer allí con mi nivel de vida. Puro arribismo que me hizo sentir regio de estacionar en un amplio subterráneo entre descomunales todo terreno manejados por rubias gordas sudorosas,  refaccionadas, con muchos anillos y  los labios raros por el botox.

Me preguntaba cuánto ganarían al mes esos médicos, cuando me entregaron las boletas de servicios profesionales: todas correspondían a sociedades de profesionales, a pesar de que los cheques tuvieron que ser todos personales. Un simple cálculo que tomó como factor la economía   que les significa la tributación a través de sociedades de profesionales, me demostró que aún ganando  cinco veces lo que yo, empleado de una universidad gano, aún pagarían menos impuestos. ¿Porqué las sociedades de profesionales tributan menos? ¿Qué aportan que merezca tal beneficio?

Por eso es que quiero que haya una reforma tributaria cabal que elimine las verdaderas canongías que algunas  disposiciones de la actual estructura tributaria permiten, cargando el grueso de la tributación a personas de clase media que no tienen otra alternativa que pagar los impuestos que el sistema les señala. Que desde mis médicos a los parlamentarios, pasando por toda la gama de empresarios beneficiados por el sistema, sepan por una vez lo que es canela. Por una vez, porque se bien que no demorarían en recuperar su privilegios.

Se muy bien que me dirán que si se sube el tributo a las empresas a los niveles de otras economías equivalentes, se desincentivará la reinversión y se desacelerará el crecimiento demorando el ansiado  desarrollo. Se muy bien, asimismo, que mis doctores no rebajarán su espectacular nivel de vida y  si les suben los tributos subirán también sus honorarios al triple para sacar la misma renta neta. Se que todo subirá y que los ricos seguirán siendo ricos, los pobres pobres y la clase media seguirá siendo el jamón del sándwich. Pero por lo menos se transparentará una situación oscura y dudosa que es uno de los factores que envenena a la sociedad.

No hay una gran diferencia entre los manejos turbios de La Polar y la estructura tributaria que nos rige. Y conste que no me refiero al SII que recauda, que sólo cumple con la ley, sino al cúmulo de arreglines  que los intereses económicos y sus servidores políticos han creado para su propio beneficio.

Pero desgraciadamente nuestra estructura tributaria en como un cáncer inoperable que se ha extendido demasiado. No creo que este Gobierno ni ningún otro le pueda meter mano. No creo que tenga la intención tampoco. El apretón de los estudiantes y el malestar social los asustaron un poquito, pero ya están tranquilos. Harán un poco de cosmética, algo de marketing y mucha alharaca. Y al final todo será,  como decía Giuseppe Tomasi de Lampedusa en el Gatopardo, “siempre distinto, siempre lo mismo”.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿RIZAR EL RIZO O SOSTENER PRINCIPIOS?

Antes de titular este comentario miré en Internet y comprobé que existen innumerables blogs de muchas nacionalidades que hablan  de rizar el rizo, expresión de origen hispano que nosotros los siúticos gustamos de utilizar para referirnos a la tendencia a complicar las situaciones. El hecho es una demostración de la escasa creatividad reinante a escala planetaria, pero también,  de que la inclinación a complicar las cosas es universal. La cuestión ha quedado en evidencia en estos días con la discusión del proyecto sobre el voto voluntario e inscripción automática que  se vió hoy día en la Cámara de Diputados.

Los analistas y los opinólogos  han comenzado a analizar profusamente las eventuales consecuencias del voto voluntario, anticipando desde cambios trascendentes en el espectro político por la participación de los jóvenes en las elecciones futuras,  a aumentos espectaculares de la abstención en los estratos bajos de la población  por la mala percepción que dichos grupos tienen de la actividad política. Ansiosos de decir agudezas, unos y otros han anticipado lo bueno y lo malo, con la esperanza de acertar y prestigiarse. No han faltado los audaces que han postulado hipótesis tremendistas tales como una eventual reacción política de desviación de los fondos públicos hacia los estratos medios y altos representados por votantes efectivos generalmente más informados, en perjuicio de los no votantes, generalmente pobres y desinformados, con una consecuencia de mayores desigualdades en el  futuro de mediano y largo plazo.

Por su parte los políticos han comenzado a cambiar de opinión respecto de lo que aprobaron durante el gobierno de Bachelet, dizque  por razones conceptuales y doctrinarias, pero en verdad atemorizados por los efectos de una modificación del patrón electoral, que los deja casi sin información sobre el comportamiento de los electores potenciales, sobre todo ante la falta de control evidente que el mundo político  tiene sobre  el movimiento estudiantil. En su natural hipocresía, nuestros parlamentarios—desde izquierdas a derechas—han comenzado las vueltas de carnero y los “por cierto,  no es menos cierto”, los “yo siempre dije” y los “todos saben de qué manera he votado” abundan. No ha podido desdecirse del todo y han terminado aprobando la iniciativa.

Pocos son los que han considerado lo que resulta evidente y moralmente correcto: que la inscripción automática y la votación voluntaria son expresiones connaturales  con la libertad de decisión,  principio básico de la democracia, elevado a la categoría de derecho que asegura a los ciudadanos la oportunidad de efectuar con libertad de  conciencia   una libre elección de opciones. Me parece vil el argumento postulado por algunos, en el sentido que debe haber un equilibrio entre obligaciones y derechos aún en materia de libertades. Creo que es un remanente de nuestra herencia cultural y religiosa, que basa los resultados en la coacción, incluso en el plano de los valores. El principio libertario apunta a una libertad  sin condiciones, éticamente entendida, que sin duda es difícil de ejercitar correctamente, pero que alguna vez tenemos que comenzar a aprender como vivir con ella.

Prefiero el voto voluntario aunque pueda traer problemas, del mismo modo que preferí que mis hijos pensaran por su cuenta qué creer y qué desear.  Mírelo así: la inscripción automática nos pone en igualdad de  condiciones y la voluntariedad del voto, nos permite ejercitar el derecho a elegir libremente qué hacer.

lunes, 12 de diciembre de 2011

EL PASEO DEL GORILA

El profesor Daniel Simons, de la Universidad de Illinois, U.S.A., desarrolló a fines de los años 90 del siglo pasado, un notable experimento orientado a demostrar el escaso valor del testimonio de  testigos presenciales de ciertos eventos impactantes como crímenes y accidentes. Lo que pretendía destacar era que un elemento esencial en el proceso de   Justicia norteamericano, como es la declaración de testigos, podía llevar a los jurados a errores terribles. La demostración de la  inocencia de varios procesados declarados culpables y condenados  hecha con ayuda de las pruebas de ADN, había puesto el asunto en discusión.

El experimento consistía en hacer que unos observadores miraran un video y trataran de llevar la cuenta de los pases que se hacían los integrantes de uno de dos equipos de  jugadores  dispuestos en un círculo pequeño, en que los vestidos de blanco se pasaban una pelota y los vestidos de  negro otra, mientras  todos los jugadores cambiaban permanentemente de lugar.

El proceso duraba unos 25 segundos y una vez terminado,  los testigos anotaban los pases contados. Entonces el director del experimento declaraba cuál había sido el número real de pases efectuados para que los observadores comprobaran su resultado y  preguntaba por el gorila. Generalmente se producía un enorme desconcierto, porque nadie había visto a un gorila. Entonces se repetía el video indicando a los observadores que no pusieran su atención en el juego, sino en lo que ocurría más allá de  este. Sorprendidos los testigos veían entonces  a una persona disfrazada de gorila que entraba en escena  desde la derecha, más o menos a los diez segundos de iniciado el juego, pasaba entre los jugadores hasta el centro del círculo, miraba a la cámara, se golpeaba el pecho y se iba por la izquierda tranquilamente mientra el juego seguía.

Simons probó que los observadores directos no eran tan fiables como lo son las pruebas indirectas, que de paso son el material con que trabaja la ciencia. Demostratum est, habría dicho mi profesor de matemáticas.

Traigo el cuento del experimento de Simons a colación, porque tengo la sospecha que en todo este conjunto de sucesos que hemos vivido en estos últimos meses—paros estudiantiles y pérdida de clases, tomas de liceos y universidades, marchas y demostraciones sociales, asonadas de encapuchados, declaraciones de los actores de la política y contradeclaraciones del Gobierno—se nos han estado  pasando desapercibidos montones de gorilas, concentrados como estábamos en los hechos aparentes y no en el panorama general. Le nombro un gorila como muestra: lo que está pasando en Perú.

sábado, 10 de diciembre de 2011

CUENTOS DE HADAS

Una alusión  hecha en clases al cuento infantil de la princesa que percibía la presencia de una arveja  a través de múltiples colchones, de manera que no la dejaba dormir,  no fue entendida por casi ninguno de mis alumnos universitarios, porque no conocían la historia. Sorprendido, desarrollé una breve investigación más o menos informal que me permitió comprobar que pocos conocían bien los cuentos de hadas que me eran familiares desde niño: ni el Príncipe Feliz, ni Pulgarcito, ni el Gigante Egoísta (pensaron que me refería a Piñera), ni el Flautista de Hamelin,  ni Hanzel y Gretel. De Caperucita Roja tenían una idea algo sesgada relacionada con las tendencias del lobo y de Blanca Nieves recordaban que vivían con  una bruja y unos enanos, pero no mucho más. Para qué decir de la Bella Durmiente y El Soldadito de Plomo. 

¿Habrán pasado de moda los cuentos infantiles? ¿Se acabaría la magia de lo imposible y el encanto de los sueños? ¿O será que esos jóvenes no tuvieron quién les contara cuentos de hadas?  ¿Familias incompletas? ¿Escépticos? ¿Sus padres tampoco conocían las historias? A mi los contaron mis padres,  que no pretendieron  que creyera los milagros ni los prodigios de las historias, porque ponían el énfasis en los valores y enseñanzas que esos cuentos dejaban en evidencia.

Pocos días más tarde tuve oportunidad de escuchar a otros estudiantes formular preguntas y comentarios al final de un foro-panel y me di cuenta que si no sabían casi nada de cuentos de hadas, en cambio  dominaban con maestría otro tipo de historias: la falta de equidad en la educación debida al lucro,  la explotación del capitalismo a la clase trabajadora, la manipulación de la banca a los deudores, el abuso de los empresarios a los empleados, los males de la globalización a la economía, los perjuicios del mercado a la democracia, la contaminación irresponsable de  la Industria, la inundación de la Patagonia   por Endesa, todas causas esenciales de la lucha; el enemigo es el Gobierno; los ricos son los culpables.  Gran vocabulario, argumentación estructurada y buen uso de slogans y consignas.

Mi primera conclusión fue de lo más simplista: si bien  nadie les había relatado las historias fantásticas que podrían haber conmovido su imaginación cuando niños y fundamentado valores, si había habido   quiénes les contaron otras historias, no precisamente de hadas, con el objetivo de instrumentalizarlos políticamente. Mi segunda conclusión un poco más elaborada fue que, dada la uniformidad de conceptos exhibida y el vocabulario similar utilizado,  posiblemente se les hubiesen enseñado tales ideas de manera sistemática. La tercera, extremadamente aguda, fue que siendo personas provenientes de diferentes estratos,  lugares y colegios, lo más probable es que  las hubiesen aprendido en la misma Universidad.

En cualquier caso el lenguaje, la actitud y el trasfondo me hicieron evocar claramente momentos equivalentes del proceso político de  la década de los años sesenta, cuando yo egresaba de la Universidad. Me recordó muy claramente, también, en que paró ese proceso, sobre todo, porque me vino a la memoria la interpelación que  un alumno de Medicina de aquellos años, de apellido Enríquez, hiciera en un acto universitario al entonces Rector,  a poco del nacimiento del MIR.

jueves, 8 de diciembre de 2011

DELITOS Y OTRAS COSAS PERMANENTES MÁS

Para eliminar de raíz  el delito, el crimen y reducir drásticamente desde  las infracciones en el tránsito al maltrato intrafamiliar propongo, inspirándome nuevamente  en papá Alwyn, la creación de la figura del delito  permanente. Según mi propuesta, desde el asesinato a pasarse una luz roja, desde robar una gallina a defraudar a los clientes de una multitienda, cualquier delito debiera adquirir la condición de culpa eterna, de manera que los hechores puedan ser perseguidos en todo tiempo y lugar, para siempre. Digamos de una vez adiós a las prescripciones y demos por bienvenida la acción de una justicia permanente que, con los jueces celosos y duchos en  aplicar castigos ejemplares  que tenemos,  acorralaremos  a los asesinos e infractores persiguiéndolos hasta el fin de los tiempos. Así, nadie querrá delinquir y tendremos una sociedad ejemplar.

Del mismo modo, con la finalidad de allegar fondos para las obras sociales, la eliminación de la pobreza y el logro de la igualdad más universal, propongo crear un nuevo tributo que se agregue a los vigentes: el impuesto permanente y progresivo a la inteligencia. Que los que sean más inteligentes paguen un tributo especial del que se librarán los que sean  tontos. Se podría determinar quiénes deben pagar por un examen de CI o bien por la PSU, dado que no hay nadie en Chile que no llegue a la Educación Superior. La idea se fundamenta en que  con su inteligencia, los listos pueden llegar a ganar mucho más que los tontos. El único problema que le veo a la idea es cómo distinguir en el caso de los parlamentarios, que ganan mucho y no son inteligentes, pero creo que es cuestión de pensarlo un poco.

Quiero decir que tengo varias otras ideas que pueden dar pábulo a cambios tan trascendentes en nuestra sociedad como una reforma tributaria. Menciono al pasar la idea del fomento de la belleza, que puede tener como contrapartida la penalización de la fealdad. La primera se podría implementar por la vía de un programa de cirugía estética solidaria, financiado con cargo a un impuesto al lifting, la liposucción,  los implantes mamarios, las rinoplastías, los arreglos de párpados o blefarosplastía, el levantamiento de los glúteos, el perfilamiento de los muslos, etc., etc., de famosos y políticos. Como se multiplican y envejecen consistentemente, el flujo de recursos estaría asegurado. La penalización de la fealdad, por otra parte, podría ser hecha efectiva a través de una sobre tasa en la tarjeta BIP, aprovechando que los feos solemos  andar preferentemente en micro.

Creo que  la búsqueda de ideas imaginativas como las propuestas, podría ser un estimulante de la creatividad nacional  tan decaída últimamente.

martes, 6 de diciembre de 2011

EXHUMACIONES PERMANENTES

El concepto de “permanente” inaugurado por Alwyn en materia de secuestros, está cobrando fuerza propia y comienza a filtrarse a todas las esferas del acontecer nacional. Los estudiantes ya hablan de movilizaciones permanentes, la ANEF ha mencionado el concepto de estar siempre en pie de guerra, los deudores habitacionales lo practican, los políticos abusan de la paciencia nacional todo el tiempo y los tontos de siempre mantienen su tontera de modo sostenido. Ahora, parece, hemos comenzado con las exhumaciones permanentes: primero Frei padre, luego Allende, seguidamente el niño Anfruns y ahora Pablo Neruda…¿Quién seguirá en esta actividad desenterratoria que altera la paz de los muertos? No parece que vaya a haber necesidad de exhumar a Portales (ya se hizo sin querer), ni a O´Higgins (se le ha exhumado bastante), pero nos quedan sin desenterrar un montón de Presidentes, varios héroes, muchos hombres públicos destacados, premios nacionales, artistas, literatos y millones de ciudadanos más en cantidad de cementerios.

¿Hemos caído en la moda de las exhumaciones?¿Es una actividad política y socialmente provechosa? ¿Alguien está haciendo ganancia de imagen con el asunto?

No sería mejor, me pregunto, que nos dedicáramos a   desenterrar permanentemente cosas verdaderamente importantes  que han quedado ocultas por los más obscuros intereses, con el objetivo de hacerles verdaderas autopsias? Me refiero, por ejemplo,  al  asunto de los miles de cartas enviadas con fondos públicos en el Congreso por cierto Senador. O al escándalo de los sobresueldos que llenó tantas faltriqueras. O al asunto de las torpezas de Ud. sabe quien en el momento del terremoto. O al contrato de parientes en las entidades públicas o privadas. O los concursos truchos para llenar cargos. O los procesos dudosos en materias financieras y de derechos humanos. Claro que algunos han sido objeto de pesquisa e incluso de procesos, pero ¿le cabe a Ud. alguna duda sobre que en ningún caso se llegó al fondo? ¿Cómo les iría a los responsables si una vez a la semana se desenterraran sus pecados? ¿No sería un correctivo a la mala memoria nacional?

Es cierto que el Gobierno ha comenzado a  practicar algunos desentierros, como en el caso de los falsos ex exonerados beneficiarios de asignaciones del Estado por la acción solidaria de políticos de segunda, pero lo ha hecho tímidamente. Le quedan decenas de casos por desenterrar que si no se perician, van a ser como detenidos desaparecidos arrojados al mar en un ámbito donde no habrá jueces dedicados a procesar. La memoria es frágil, pero por ahí se mencionan montones de negocios raros en las carreteras concesionadas, manipulaciones dudosas en la provisión de suministros médicos, hábiles triangulaciones en materia de publicidad del Estado, participaciones dolosas de hombres públicos en  negociaciones de enorme valor. Y piense que bastaría con establecer el concepto de “escándalo permanente”, para que cualquier prescripción quedara en nada.

Se que no es fácil decidirse a desenterrar las cosas raras, sobre todo cuando la maraña de las relaciones familiares y personales contiene los anhelos de transparencia, pero pudiera ser sano y más que sano, prudente, evitar que la acumulación de mugre debajo de las alfombras entorpeciera el fluido caminar del cuerpo social.

domingo, 4 de diciembre de 2011

DESEQUILIBRIOS Y TORCIMIENTOS SENSIBLES:

La realidad nacional está llena de desequilibrios. Casi todo está torcido por eso. Las circunstancias y las personas están desenfocadas, deformadas y dañadas.  Las opiniones se sesgan, las relaciones se enturbian y el odio, que es la resultante de los desequilibrios y los torcimientos, se enseñorea en el ambiente.

(Confieso aquí,  que odio a ciertos personajes: a tres o cuatro senadores, a una docena de diputados, a los presidentes de casi todos los partidos, a cincuenta políticos, a cuatro o cinco integrantes estables  de foros y paneles, tres o cuatro opinólogos, un par  de animadores de canales de televisión y a casi todos los de Tolerancia Cero. Quisiera no verlos ni escucharlos más . De hecho lo hago cuanto puedo y cuando aparecen en pantalla cambio de canal, si los oigo en la radio corto el programa, me salto la mención en los diarios y hasta evito pensar en ellos, aún a riesgo de quedar desinformado.)

Comento un par de esos desequilibrios…

Hay un desequilibrio histórico esencial difícil de remediar entre la izquierda y el gobierno militar. Estrictamente los militares le hicieron un favor enorme a las izquierdas y se auto infligieron un daño terrible al intervenir como lo hicieron: derrocaron al gobierno de Allende antes de que se hubiese completado  su programa y antes de que las consecuencias de sus políticas extremas hubiesen llevado las cosas a un punto de no retorno—las cosas habrían podido ser muchísimo peor de lo que fueron, si no, veamos Cuba—echándose encima la tarea de arreglar el entuerto a la vez que la de controlar la reacción de los perdedores. El resultado, como en todo proceso en que el tiempo juega y la perspectiva no es suficientemente larga para poner las cosas en su sitio, se generó un desequilibrio en las percepciones que ha tenido expresión en los sentimientos nacionales, siempre superficiales e inestables : nos hemos olvidado de las privaciones y sufrimientos que experimentamos por los abusos de los primeros y tenemos muy presentes las violaciones a los derechos humanos  de los segundos. Entremedio, nos olvidamos de los beneficios y ventajas del cambio desde el estatismo al modelo de mercado, hasta el extremo que muchos postulan volver a esas prácticas  largamente superadas por la historia.  Y eso tiene expresión a nivel de la orientación de la política, el juicio que se hace de la economía, la justicia de la justicia y las proyecciones del futuro.

Otro ejemplo de desequilibrio:  a nivel de los canales de televisión, algunas radioemisoras, montones de diarios y varias revistas, que se supone deben informar y comentar objetivamente, sobre todo cuando tienen financiamiento o propiedad pública (no me refiero a los medios comprometidos) se aprecia un abierto sesgo hacia una u otra  de las posturas, sin que medie alguna declaración sobre la tendencia del medio. Los rostros conocidos encubren las intenciones y las apariencias disfrazan las tendencias, de manera que solapadamente se venden las pomadas.  Desde los titulares al desarrollo de las noticias se puede percibir el sesgo interesado. El extremo está en un par de programas políticos de fin de semana en que los moderadores (este es un eufemismo) se sientan al medio entre los representantes de la Concertación y la Alianza, cuando deberían sentarse hacia la izquierda. No en vano son esposas y hermanas de destacados políticos de esa facción.

En realidad, no nos deberíamos quejar, porque la realidad es siempre desequilibrada: hay muchos más pobres que ricos, en materia de haberes y espíritus; hay muchos más feos que lindos, de alma y de cuerpo y hay muchos más tontos que listos. Y los buenos no abundan tanto como los malos. Al fin, es lo que hay…

viernes, 2 de diciembre de 2011

MALES DEMOCRÁTICOS:

Hace años hubo una película  muy prescindible pero reveladora:  la trama se situaba   en una isla oriental remota, habitada por una comunidad muy primitiva, económica,  social y políticamente hablando. Eran unas pobres gentes organizadas en  castas rígidas, dominadas por una elite opresora, que se salvaba sólo por el paisaje idílico,  el clima tropical, la productividad de sus pequeñas heredades ancestrales y un espíritu alegre y solidario. Con motivo de la guerra (la de Viet Nam creo), llegaban los americanos y comenzaban a cambiarlo todo, democratizando el sistema  y haciendo caer  al poder reinante. Con la labor de unos gringos altos, rubios y bonitos como los de los Cuerpos de Paz , enseñaban  nuevas costumbres políticas a los nativos echando a caminar toda una nueva manera de hacer las cosas. Al final, se había generado un tremendo caos, porque sin una cultura de la democracia, los naturales caían en los peores vicios políticos. Terminaban  perdiendo el paisaje idílico,  la productividad de sus pequeñas heredades ancestrales, su espíritu alegre y solidario e incluso el clima, dados los cambios  producidos por una incontrolada depredación.

A nosotros nos ha ocurrido algo parecido—sin necesidad de tanto gringo y más bien por influencia de las izquierdas, en el sentido que hemos insistido en democratizarlo todo, más allá de la prudencia y la conveniencia y sin tener tampoco la cultura democrática indispensable.  El hecho es que algunas instituciones  funcionaban mejor con sistemas de tipo republicano que con democracias extremas. Porque se han democratizado desde las elecciones de rectores de  casas de altos estudios a las de los  presidentes del consejos de curso de las escuelas municipalizadas, todo ello con el filtraje de intereses espurios.

Algunas antiguas Universidades tuvieron un sistema de representación de dos etapas,  bien concebido, que fue capaz  de filtrar las influencias políticas inconvenientes dejándolas fuera de las decisiones corporativas importantes. Tenían una asamblea de socios, entre los que se elegían los miembros de un  Directorio que, a su vez, elegían al rector. Este no sólo era un académico del alto nivel, sino que estaba libre de otros compromisos con  las bases que no fueran los del buen gobierno. Las cuestiones de la academia eran manejadas, a su vez, por un Consejo Académico independiente del Directorio, con lo que se evitaban mezclas peligrosas.

La reforma de 1968 terminó con ese sistema y comenzamos a elegir a los Rectores como quien elige un delegado sindical y con los mismos objetivos, con lo que la calidad de los candidatos bajó ostensiblemente y el manejo de las Instituciones se degradó de manera significativa. La política contingente se filtró a la academia (hasta el extremo de ver a nuestros rectores marchando cerca de los encapuchados), con lo que se perdió buena parte del paisaje universitario idílico, de la productividad de las parcelas académicas, del espíritu elevado y solidario e incluso del clima laboral.

La conclusión necesaria es que la democracia, que funciona muy bien a nivel de los ideales más puros, se complica a la altura de la praxis por falta de cultura democrática.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿SUBIR O BAJAR TRIBUTOS?

Winston Churchill decía—aludiendo a la inclinación de las izquierdas por subir los tributos—que pretender solucionar los problemas de un país aumentando los impuestos era como meterse en un balde y tratar luego de levantarlo tirando de la manija. Agregaba que si se insistía en mucho en tirar  y el balde se desfondaba,  nos quedábamos  sin tener con qué  ir a buscar agua. Por otra parte, comentando la inclinación de las derechas por rebajar los impuestos,  recordaba  la muerte de un burro al que un campesino estaba tratando de acostumbrar a vivir sin comer, comparándola con lo que le ocurriría al Estado si no recaudaba lo suficiente. La prudencia aconsejaba, concluía,  no recaudar tanto que el balde se desfondara ni tan poco, que el burro se muriera.

Sin pensar siquiera en si la forma en que se usan nuestros impuestos es eficiente o ineficiente (que es una pregunta previa a cualesquier reforma tributaria) me pregunto ¿Cómo andará realmente la proporción de impuestos que pagamos los chilenos  personas naturales en relación con el volumen del producto interno bruto?  Se escuchan diversas opiniones en el sentido de que pagamos muy poco en comparación con  economías de Europa más desarrolladas económica y socialmente, razón por la cual deberíamos hacer una reforma tributaria que nos subiese los impuestos personales. “Que paguen los ricos y los poderosos”, dicen los líderes estudiantiles de izquierda. También se escuchan reflexiones en el sentido que  si bien tributamos menos que lo que se tributa en las economías del bienestar, pagamos demasiado en proporción al monto de nuestros ingresos, lo que justificaría que se rebajaran nuestros tributos.

No tengo mucha claridad sobre cuál es la opinión más valedera, pero parece que se trata de un problema de proporciones. Si yo ganara 30 millones de pesos al mes—que es lo que se rumorea obtienen algunos académicos reputados de la Universidad de Chile entre rentas, proyectos de investigación y participaciones en prestaciones de servicios y  es lo que  ganan altos ejecutivos e integrantes de jugosos directorios—me daría lo mismo que el Estado se llevara hasta un 50 % de mis ingresos, porque con el otro 50% viviría como un rey (digamos más ajustadamente, viviría).

No debemos estar tan mal con nuestros impuestos bajos después de todo, dado el estado calamitoso en que se encuentran hoy por hoy  las economías del bienestar europeas con sus impuestos altos y su enorme gasto social. Pobre griegos, italianos, españoles y portugueses que se ha gastado lo que no tenían tratando de parecer lo que no eran. Pobres alemanes, franceses, belgas, holandeses y demás, que van a tener que pagar una  fiesta a la que no fueron.

lunes, 28 de noviembre de 2011

CULTURA DE LA LIBERTAD

La libertad no es un bien libre, como el aire,  ni un derecho de los que llamados derechos humanos inalienables que se nos adscriben por  la sola circunstancia de ser personas. La libertad, del mismo modo que la educación,  es una conquista por hacer, un logro que nos impone costos y condiciones y nos reclama responsabilidades permanentes y continuas. Una persona no es libre per se, porque no vive sola sino con los otros. La libertad, como la educación,  es en función de los demás y se tiene que  enseñar a gozarla y respetarla como  parte de los bienes culturales que legamos a nuestros descendientes. No se es libre así no más, sin una cultura de la libertad que heredar.

En Chile no tenemos ese tipo de cultura o no la hemos desarrollado adecuadamente. Más bien creemos en limitar la libertad y en cuanto aparece, tratamos de acotarla, tarifarla, condicionarla y mantenerla a toda  costa bajo control. Todos hablan de la libertad, es cierto, pero a nadie le gusta demasiado. A los políticos, sobre todo, no les gusta la libertad. Para ellos es esa cosa molesta que revuelve y revoluciona  a los ciudadanos y opera y se sostiene sin necesidad de ideologías o consignas, complicando, entorpeciendo, peligrosa y molesta.  Por eso se nos han vendido  el sentimiento que la libertad de los otros nos vulnera, en tanto la noción de igualdad  nos protege. Hemos idealizado el concepto de igualdad, pese a que siempre se iguala hacia el promedio.

En los doscientos años de vida republicana que llevamos en este país, no hemos llegado nunca a encarnar verdaderamente los ideales libertarios que se proclamaron en las gestas independentistas. Dichos ideales fueron literalmente letra muerta porque nos eran ajenos culturalmente. Nunca alcanzamos la simplicidad de las definiciones libertarias que hicieron otros pueblos. Con toda su  brevedad, el preámbulo de la Declaración de Independencia de las Colonias Americanas de 1776 lo establece meridianamente,  suficientemente y de manera inspiradora.

¿Cómo vamos a alcanzar el desarrollo si no gozamos de una cultura de la libertad que nos permita realizarnos y contenernos como personas de manera natural? ¿Cómo vamos a ejercer verdaderamente nuestros derechos civiles si nos debatimos entre limitaciones y cortapisas porque estamos acostumbrados por doscientos años de manipulaciones a encontrarle las cinco patas al gato?  Nunca hemos tenido una noción de las verdaderas libertades personales, sino más bien un sentimiento de masa, ejercido en la turba, en medio del desorden. Completamente en contraste con el verdadero sentido de la libertad que es personal como lo son  las responsabilidades.

Enseñar a ser responsablemente libertarios es a  lo que deberíamos orientar nuestra educación aprovechando la oportunidad de la reforma…Pero ¿a quien le conviene?

sábado, 26 de noviembre de 2011

EL BRAZO DEL DOCTOR INSÓLITO

En la película de 1964 Doctor Insólito, del gran director Stanley Kubrik, el notable actor inglés Peter Sellers interpretaba al Doctor Strangelove, un científico alemán nazi al servicio como asesor de los militares norteamericanos. El personaje no podía evitar que al menor descuido, se le levantara el brazo en el saludo nacista, razón por la que tenía que sujetárselo e incluso luchar contra este tic comprometedor.

He traído este recuerdo a colación, porque la actitud de muchos personajes del mundillo político y social se asemeja enormemente al curioso tic doctor Insólito. Me refiero a la tendencia—evidenciada a propósito de un despropósito como el del mentado homenaje a Krasnnoff— a querer prohibir cualquier comportamiento o actividad que no resulte de políticamente correcta o del agrado de cierto sector. Lo hemos visto en algunas opiniones respecto a prohibir desde la publicación de libros escritos en defensa del gobierno militar hasta celebraciones de eventos en que aparecen personajes que participaron de esa administración. Tengo como muestra, el caso de una pariente política que bloggea (perdón por el barbarismo) esta y otras opiniones con extrema intolerancia.

Es que el tema es, precisamente, el de la creciente  intolerancia que comienza a sistematizarse y a aparecer desvergonzadamente en los mentideros de opinión y en las redes sociales.  Es más, la intención de los intolerantes que se multiplican como las células de un cáncer, apunta a prohibir  todo aquello que no les agrade. Y no les agradan las opiniones disidentes, las libertades civiles extendidas, ni el derecho a la  iniciativa y el emprendimiento. Prefieren controlar que permitir; elijen restringir antes que incentivar; temen a la libertad de acción y de conciencia. Prefieren la doctrina y la ideología al pensamiento creativo y la competencia. Por eso no les gusta el modelo y luchan por desprestigiarlo. Por eso están concertados para derruirlo.

Todas esas preferencias que he enumerado describen el carácter de los totalitarismos. Esos totalitarismos que creíamos extintos a partir de la caída del Muro de Berlín, pero que subyacen latentes, arraigados en lo profundo de nuestras bases culturales latinas. Es el miedo a la libertad de conciencia, es la inclinación al sectarismo, que esperan su oportunidad.

La tendencia de los temerosos de la libertad  apunta, naturalmente, a multiplicar las prohibiciones y cortapisas antes que a desarrollar las actitudes positivas y proactivas. Por eso aman y añoran un Estado grande; por eso sueñan con leyes draconianas y normativas castrantes. Por eso son a cada momento más intolerantes. Es la tendencia ancestral de la cultura política. Es el brazo del doctor Insólito haciendo el saludo.

jueves, 24 de noviembre de 2011

HOMENAJES AL TROTE:

No me puedo sacar de la cabeza—hablando de homenajes imprudentes,  indebidos y  torpes (que ha habido muchos)—aquel famoso trotecito hacia Fidel. ¡Qué emoción, qué entusiasmo, qué consideración por los que pudiéramos pensar diferente! ¡Qué manera de representarnos a todos! Frente a ese momento, digno de la comedia antigua, todos los otros homenajes palidecen. ¡Y pensar que si nos descuidamos, podríamos verla, nuevamente investida de nuestra representación, trotando esta vez  hacia el catafalco del líder (que consideradamente no se morirá antes del 2014, pero no aguantará mucho más).

Llegará el día en ella que tenga su monumento…¿Dónde la pondremos? ¿En qué pose la fundiremos en el bronce estatuario? ¿Será en la Plaza de la Constitución cerca de Allende o en la Plaza Bulnes junto con O’Higgins? ¿Qué lugar podrían merecerla? ¿Y en que actitud el escultor la eternizaría? ¿En la pose que tenía en el famoso tanque? ¿Abriendo los brazos como madre amorosa? ¿Con la banda como escuchando a la multitud?

¿Qué será de los enormes monumentos de Marx y Lenin repetidos por toda la ex Unión Soviética? ¿Los habrán guardado desarmados en previsión de un retorno o habrán sido reciclados y  se han visto convertidos  en tuercas y llaves de agua? ¿Les habrá ocurrido lo de las estatuas de Sadam Hussein, Mubarak  y Jadafi? ¿Sentirá el bronce la pérdida de la fama y el aprecio popular?

Me acuerdo de la llegada  a Chile de Eric Honecker, especie de homenaje de la izquierda chilena a un líder sobrepasado por el tiempo. No me preguntaron si yo quería que se le acogiera y me imagino que a Ud. tampoco. Es más, creo que a ninguno de los que intervinieron en su favor para que pasara su exilio aquí se les pasó por la mente siquiera que habíamos montones de chilenos que podríamos no estar de acuerdo. Lo cierto en que no me molestó especialmente, no protesté con algún acto violento e incluso me dio pena su abandono. Fue  porque no se me da desear el mal ajeno y menos aun ir a  apedrear a quienes por algún motivo no postulan mis ideas o me ofenden con sus actos. Pero tengo detrás varias generaciones de antecesores bien educados y éticamente estrictos.

El fusilamiento de Roberto Barceló en 1936 fue la culminación de un juicio que remeció a la elite de la sociedad chilena. Se acusó a Barceló de haber dado muerte a su esposa  Rebeca Larraín,  hija de  la  famosa escritora Inés Echeverría “Iris”. Iris  movió  cielo y  tierra para que se le condenara y muchos lo vieron morir ante el pelotón,  con la seguridad de que era inocente. Nunca se supo con certeza lo sucedido, pero ante claras presunciones, la justicia lo acusó, lo procesó y lo condenó, satisfaciendo la necesidad de revancha. Iris vivió más de veinte años todavía, siempre cultivando su odio.

¿Nos irá a ocurrir lo mismo?

martes, 22 de noviembre de 2011

DE HOMENAJES, FUNAS Y VERDADES

Mi hijo, que vive a cuadra y media del Club Providencia emplazado en la Av. Pocuro esquina República de Cuba, me contaba que la pelotera en la funa al homenaje a Krassnoff fue una verdadera guerra mundial. A pesar de la distancia, casi se ahogó con los gases y temió por su casa, porque los exaltados practicaban el tiro con piedra con mucha dedicación por todo el sector, seguramente con el ojo puesto en los pocos comercios cercanos  y en algún cajero automático. La verdad es que, viviendo en  una zona tranquila, alejada de colegios y universidades, no estaba preparado para estas nuevas manifestaciones de la democracia que se practica en esos establecimientos.
Fue una suerte para los asistentes al acto,  que  este  se desarrollara en ese lugar pacífico y no en las proximidades alguna casa de altos estudios, porque de haber sido así, al señor al que le arrancaron la camisa lo habrían colgado con ella y a los demás  asistentes los habrían lapidado sin vacilación. Ese es el lado bueno de la cosa.
¿Qué pulsión estamos experimentando los chilenos que están  pasando estas cosas? ¿Por qué hemos desarrollado está tendencia tan extrema a la violencia por cualquier agravio? No hay que olvidar que la violencia desatada no sólo se produce cuando, como en el caso comentado, podría haber una justificación de parte de los que creen que la Justicia procesó bien y condenó ajustadamente a Krassnoff y se molestan cuando se lo homenajea, sino que ocurre en cualquier incidente y circunstancia. He visto conductores enzarzados en tremendo pugilatos por un topón y peatones dándose de golpes con vendedores ambulantes por haberles pisado inadvertidamente la mercadería regada por la acera que es un bien público. Es que vivimos un clima generalizado de violencia y de tensión que va in crescendo.  En ese sentido,  cuando se dice que el  delito ha escalado y los delincuentes son cada vez más violentos, lo cierto es que sólo van con la tendencia. Es una situación en que se combinan el odio, la frustración y la impotencia entre otras pulsiones,  explotando en la menor oportunidad, haciendo que las personas normales se salgan de sí y que los que no son normales, se vuelvan locos.
Las opciones son dos: que los ánimos se aquieten o que las pasiones se desencadenen sin control. Lo problemático es que puede ser que una explosión violenta sea más  funcional a los intereses omnipresentes que la calma y la paz.
Dadas las comparaciones que se han hecho, es bueno recordar  que cuando en 1898 se reabrió el caso Dreyfus volviéndolo a juzgar luego del J’Accuse de Emile Zola, hubo asonadas en su contra—funas las llamaríamos ahora—y lo volvieron a condenar.

domingo, 20 de noviembre de 2011

SEÑALES DE AUTORIDAD

No se puede negar que  lo que dice el Presidente de la Corte Suprema señor Milton Juica y suscribe el  Fiscal Nacional  Sabas Chauhán , en el sentido que la prevención del delito y el orden público no son  responsabilidad ni del Poder Judicial ni de la Fiscalía, es cierto.  Son de competencia y responsabilidad del  Gobierno a través del Ministerio del Interior y Seguridad Pública y sus mecanismos ad hoc, lo que también es cierto. Pero  es cierto, también, que el hombre de la calle, esto es, el indocumentado y el desinformado en los misterios del ordenamiento institucional (que es la mayoría más absoluta de los chilenos), cree que los culpables de que los delincuentes pululen por las calles impunes, son los Jueces y los Fiscales, sin distinguir muy bien  entre unos y otros. No se puede negar que los Jueces y ahora los Fiscales, no tienen buena imagen en el ideario colectivo. Puede ser porque no son muy empáticos (no he visto Juez o Fiscal  que sea atractivo, sobre todo los nombrados) o por la influencia de  la vieja leyenda chilena de que un juez   no tiene problema en condenar  severamente a un ladrón de gallinas ni en dejar  libre a un estafador de cuello blanco. 

Por mi parte nunca he tenido muy buena idea de los Jueces, posiblemente un resultado de haber tratado con una media docena de Jueces de Policía Local, burocráticamente  mecanizados y poco criteriosos . Y como supongo que montones de conductores han pasado por similares experiencias, me imagino que por ese mismo  mecanismo los chilenos que no gustan de los Jueces, son legiones. Y como se puede suponer,  se tiende a generalizar sin distinguir mucho entre Jueces de primera y de tercera…. Debe ser cierto aquello de “Juez conocido no va a al estadio”, porque tengo un pariente político Juez cuya dirección y teléfono son, por razones de seguridad,  poco menos que secreto de Estado.
El quid del asunto, al que posiblemente se refiera sin mucha habilidad el Ministro del Interior y Seguridad Pública Señor Hinzpeter en su polémica con Jueces y Fiscales, es la señal de autoridad faltante. La pregunta que flota en el aire y a la que el Ministro apunta sin decirlo es ¿Qué impacta mejor como señal de autoridad? ¿Las acciones  represivas  de las policías o las condenas severas a los infractores? ¿50 encapuchados arrestados o unos 15 sometidos a proceso?  Lo cierto es que la sociedad,  que siempre está a la espera de las señales que entreguen indicios de que las cosas mejoran, no entiende que los Jueces de Garantías dejen  libres a los encapuchados por falta de pruebas que no pudieron aportar los Fiscales. Para el ciudadano común un encapuchado es un delincuente, salvo que esté en la Antártica o en la punta del Aconcagua. Lo cierto es que una prueba contundente para los jueces—como sería un encapuchado de cuerpo presente en el tribunal, pateando todavía la cabeza de un carabinero herido—es difícil de presentar.
¿En qué  pensaba el legislador cuando dictó la legislación garantista? ¿Quiénes creyeron nuestros representantes en la legislatura, que se iban a beneficiar con la justicia penal garantista que aprobaban en el Congreso? ¿Los delincuentes o sus víctimas?

viernes, 18 de noviembre de 2011

QUOUSQUE TANDEM ?

El buen Cicerón habría explotado de indignación—como lo hizo con Catilinas en el Senado Romano hace más de dos mil años—con todo lo que está pasando en Chile. No habría  soportado el cúmulo de enormidades que se han sucedido ni mucho menos, a algunos de los personajes de nuestra realidad. Habría gritado “Quousque tandem abutere… patientia nostra” a casi todos los rostros de la política y el acontecer nacional, con justa razón. Y no se habría explicado nuestra pasividad. No se habrían librado de su indignada interpelación ni el Presidente, ni los Ministros, para que decir los Senadores y ni mencionar a los Diputados, Jueces y Alcaldes. Cicerón se habría quedado ronco y me juego la cabeza, había perdido lastimosamente su tiempo porque a los mencionados les habría resbalado su filípica.
Tal vez tendríamos que apelar  a la indignación  de Emilio Zola ante la injusticia cometida por la justicia francesa con Dreyfus,  y pedirle que formulara las acusaciones impactantes que necesita nuestro sistema para sacudirse de la inercia y el error. Lo cierto es que un “yo acuso” se está haciendo indispensable, pero no se ve cómo,  por dónde ni por quién. Y es que no hay lucidez,  interés, ni preocupación por remover las cosas en la élite política, social  o cultural.   Es cierto que las acusaciones no funcionan mucho en este país. Lo vimos en el MOP Gate, en el caso de las indecisiones y equivocaciones en el momento del maremoto post terremoto, en la reciente toma de las dependencias del Senado, ni en toda esta comedia de arreglines y acomodos en que está diluyéndose el conflicto estudiantil. Falta gente de estatura, gente respetable, verdaderos servidores públicos que reemplacen a la caterva de apitutados,   comprometidos  y mercenarios que profitan a costa de  nuestros tributos. La verdad es que las manifestaciones, marchas, caceroleos, paros, tomas, desórdenes y pugilatos  son señales de la indignación que cuentan en cierta medida, pero compiten con el hastío que produce su persistencia.
De las señales del cuerpo  social, del pueblo, del estado llano, como les gusta decir a algunos, ha estado llena nuestra historia, pero han prevalecido como valores sólo las decisiones visionarias de personalidades impecables y las conducciones eficaces de servidores leales al bien común. Aquellos  no han sido muchos y estas son contadas, pero   han levantado el   respetable edificio institucional con que contamos.
Lo que hay que tener a la vista es que el peligro que amenaza cuando se está necesitando así de urgentemente de una figura señera, es que las crisis son también la oportunidad de los aventureros. Y de esos estamos llenos.