viernes, 4 de mayo de 2012

¿MATAMOS A LA GALLINA O ESPERAMOS QUE PONGA LOS HUEVOS DE ORO?

Las posturas políticas  como las creencias religiosas, son una cuestión de fe. Se adquieren en la juventud—a  veces desde la niñez—, se heredan, se copian, se aprenden y una vez establecidas, nublan cualquier posibilidad de razonamiento objetivo. De la misma manera que las posturas extremas en materia de fe permiten que personas educadas crean que la tierra tiene sólo 6400 años de antigüedad y los dinosaurios son una entelequia, en términos políticos permiten que personas inteligentes crean que la Cuba de Fidel Castro es un paraíso democrático y que los cubanos viven regio. En la política y en la religión, pareciera, no habría pronósticos muy  auspiciosos, incluso si   pensamos desde las  posturas moderadas, que son las más, como lo estamos viendo aquí en Chile y lo vemos  en Europa.

La fe y la ideología son catalizadores parecidos que hacen que cualquier discusión racional se complique dando lugar a que en vez de apelar a principios convenientes que conduzcan a decisiones razonables,   a la postre se impongan   consignas ideologizadas  que conducen a decisiones discutibles.

¿Qué convendría hacer en la circunstancia presente? ¿Qué debería tener prioridad? ¿El crecimiento? ¿La justicia social? ¿La libertad personal? ¿La regulación económica  y social? Sin tanto dramatismo, los chilenos estamos enfrentando una disyuntiva parecida a la de los franceses, que están  por comprometer su destino y posiblemente el de buena parte de Europa eligiendo entre Holland y Sarkozy, que vienen a ser como la sartén y las brazas. ¿Desarrollaremos medidas populistas a costa de la posibilidad de alcanzar el bienestar futuro o persistiremos en dar el mejor uso posible a los recursos escasos en pro del desarrollo, aún a costa de sacrificios en el corto plazo?

La discusión que se da entre los que sostienen que se debe aumentar la tributación  para profundizar y acelerar la reforma educacional, de manera de asegurar el progreso social y económico   y los  que argumentan que un aumento exagerado de los impuestos conspira en contra de las oportunidades de  reinversión y por ende retrasa la posibilidad de avanzar con mayor rapidez hacia un mayor bienestar general futuro, se parece extraordinariamente al cuento del aldeano que dudaba entre matar a   la gallina de los huevos de oro o dejarla vivir. ¿Sacrificamos a la gallina para sacarle de una buena vez los huevos de oro en gestación o esperamos que  aquellos maduren y sean puestos uno a uno  mientras la gallina viva?

La lógica dice que  nuestra gallina de los huevos de oro son los niños pequeños, en los que se debe invertir para eliminar en lo que sea posible las diferencias de origen o de herencia permitiéndoles desarrollar en plenitud sus capacidades y no tanto los jóvenes,  que de alguna manera ya están fatalizados por su crianza,  procedencia, cultura,  influencias y ambiente. La  prudencia nos aconseja invertir ineligentemente distribuyendo los recursos entre unos y  otros, sin equivocarse ni ceder ante las presiones.

La pregunta es ¿Quién tiene políticamente la muñeca y la lucidez indispensable para conseguir el mejor equilibrio? Es importante definirlo luego, porque la gallina está en peligro.

1 comentario:

  1. Jagarcia. A la gallina ya se la están repartiendo, en lo que no se ponen de acuerdo es en el trozo que le corresponde a cada uno y quien se queda con los huevos.

    El problema de los niños es que no protestan, no saquean, no incendian, y sobre todo no votan. No así los “jóvenes idealistas” que se especializan en todo lo anterior, y que desde ahora podrán votar ya que “alguien” los inscribió y no fue necesario que lo hicieran ellos mismos.

    En Francia dará lo mismo quien gane la elección, gobernará la prima de riesgo que le asignen los mercados. El próximo presidente de Francia será S&P.

    ResponderEliminar