Por alguna razón se me ocurre que en este país estamos comenzando a llegar a los extremos a que aludía Orwell. Y lo estamos haciendo porque el temor al crimental nos está haciendo usar una neo lengua. Mire Ud. ¿Recuerda a la funcionaria que dijo que su sueldo era “reguleque”? ¿Se acuerda de la dueña de casa que habló de la conveniencia que su empleada doméstica, perdón, asesora del hogar; se moviera en un minibus por el condominio?¡ Y del abogado que recientemente dijo algo inconveniente en relación con el caso Zamudio?
Comenzaremos poco a poco a no decir ni lo que pensamos ni lo que creemos. Comenzaremos poco a poco a evitar esas palabras que pudieran ser comprometedoras y primero unas y después otras, las iremos sacando del vocabulario. Al final del proceso, habremos desembocado en la neolengua.
Y en ese momento, para poder decir lo que pensamos, recurriremos al apodo, al alias, al pseudónimo o al anonimato. Y nadie usará su identidad sin temor. La pregunta pertinente es ¿Será ese un país mejor? ¿Habrá valido la pena obligar al disimulo y a la hipocresía? ¿Será el crimental el camino hacia una sociedad menos discriminatoria?
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