lunes, 30 de abril de 2012

OPOSICIÓN DESTRUCTIVA

Prácticamente todas las iniciativas concretadas por el gobierno de Piñera y casi todas sus propuestas y nuevos proyectos han sido considerados por la oposición concertacionista y extra concertacionista, como insuficientes, insatisfactorios, mal enfocados, sospechosos y prescindibles. Insuficientes como la Reforma Tributaria, insatisfactorios como la Reconstrucción, mal enfocados como la Reforma Educacional, sospechosos como Hidroaysén y prescindibles como todos las demás iniciativas que Ud. quiera recordar. En una actitud política abiertamente negativa, desde la izquierda y el centro los partidos de la Concertación han criticado a diestra y siniestra, seguramente buscando atraer a sus aguas al chileno promedio, dado a desconfiar, inclinado a pensar en lo peor y proclive a creer que siempre le están metiendo el dedo en la boca.

Más allá de que aquello es cierto—tenemos buenas razones para desconfiar, casi siempre ocurre lo peor y las más de las veces nos  meten el dedo en la boca—, la extrema negatividad que se palpa en el ambiente político conduce hacia unos extremos peligrosos, sobre todo en momentos en que las “turbas empatriotecidas”—como  habría dicho José Santos González Vera—se desbandan haciendo barricadas y asaltando bancos y comercios por un “quítame allá estas pajas”.

Cuando la política tiene poca substancia—léase pocas propuestas realistas,  apropiadas y oportunas—se cae en el extremo de encontrar malo todo lo que hace el Gobierno y en procurar demolerlo a como de lugar. Incluso cuando lo que  Piñera se propone hacer es precisamente  lo que el  consorcio opositor criticón desatado tuvo la oportunidad de realizar y no hizo, vaya a sabe Ud. por qué razones. Con 20 años de gobierno la Concertación pudo hacer y no concretó montones de cosas que podrían haber sido apropiadas y oportunas en esos años y por el contrario insistió en otras que resultaron ser desastres.

Sin gustarme la derecha, debo reconocer que la oposición de derecha que en esos años se enfrentó con la concertación fue bastante más generosa y proactiva de lo que la Concertación (o lo que queda de ella) ha sido ahora. Por ejemplo, cuando las papas  le quemaban  las manos a Ricardo Lagos, ahí estuvo Pablo Longueira para sacarlo del atolladero con un acuerdo. Lo mismo ocurrió en una serie de iniciativas propuestas por los distintos presidentes, que dadas las escuetas mayorías, pudieron ser torpedeadas más no fuera por provocarles perjuicios.

Como en las peleas y discusiones matrimoniales, cuando el tono sube de cierto grado, cuando se recurre a la ofensa, cuando se enrostran las debilidades y se pasa del límite sutil que los afectos o el respeto establecen, ya no se puede retroceder y se corre el peligro de que vuelen los floreros. Cuando escucho a algunos de los senadores o diputados  de la Concertación, tengo la sensación de que los floreros del acuerdo cívico están comenzando  a volar y corremos el peligro de que alguien llame a la fuerza pública.

sábado, 28 de abril de 2012

LA HORA DE LOS CHIVOS EXPIATORIOS:

Los antiguos israelitas separaban dos chivos machos y echaban a la suerte cuál de ellos era ofrendado a Yahvéh y cuál era entregado al demonio Azazel abandonándolo en el desierto para expiar en el infierno todas las culpas del pueblo judío. De allí la expresión chivo expiatorio para designar a quien paga por los pecados de otros, como suele ocurrir en temas sociales y políticos. En Chile, aunque estemos tan lejos de Israel y del antiguo pueblo judío, somos aficionadísimos al deporte de  sacrificar chivos al demonio de la opinión pública, hasta el extremo que lo hacemos a cada momento, sea en el campo de la política, de la justicia o de los medios de comunicación.

Especialmente en el Poder Ejecutivo encontramos a decenas de chivos expiatorios que cargaron con las culpas de sus gobiernos o sus Presidentes, sobre todo entre los ex ministros y ex subsecretarios, aunque también abundan entre los intendentes y Gobernadores. En el actual mandato llevamos varios, especialmente en las carteras de Interior y Seguridad Pública, Educación  y  Energía.

En las Fuerzas Armadas también abundan los chivos expiatorios, que son sacrificados a  Azazel por buenas razones de servicio. y tienen la misión de salvar a sus superiores de mayores  perjuicios. En el caso de la tragedia de Juan Fernández hemos visto como en la Fuerza Aérea ya van tres generales llamados a retiro, que posiblemente sean más, si la suma de los pecados se incrementa. Corren peligro de acabar en el desierto desde el Comandante en Jefe hasta el Ministro de Defensa—que seguramente se salvaría porque  conoce de travesías por los desiertos—cuestión que está por verse, si es que la cuestión del Casa 212 termina en escándalo, como es muy posible que ocurra. Ya sabemos que el piloto no piloteaba, que el combustible no permitía regresar, que estaba sobrepasado el peso operacional de la nave, que había fisuras en un ala, que hay dudas sobre unos  pernos en el bastón de mando  y un bulón en el timón  y siga contando. El asunto da para manadas de chivos expiatorios…

Por más que la tradición de la expiación provenga del pueblo de Israel, lo cierto es que esto de pagar justos por pecadores está de lo más extendido en Chile. Se ve en todos los ámbitos de la actividad y promete acrecentarse más en el futuro. Como personalmente cargo con montones  pecados propios y atribuidos, me doy cuenta de que la cosa está sólo comenzando.

Pero no siempre ha sido así: hace muchos años cayó un avión militar  DC-3 con una veintena de pasajeros en la Región de Aysén   suscitándose el escándalo correspondiente. En esa oportunidad cada actor del drama hizo reconocimiento de sus errores y cumplió con el pago de sus culpas, sin necesidad de chivos expiatorios. Pero eran otros tiempos…

jueves, 26 de abril de 2012

LA ILUSION DEL PARAISO:

¿Se ha detenido a pensar que en el Paraíso bíblico todo era gratis? ¿Que Adán y Eva no sólo no tenían que laborar ni sufrir dolor, sino que no tenían que pagar por nada de lo que los rodeaba y pudiesen querer? Claro que por pecar perdieron todo eso y fueron castigados con el trabajo y los dolores de parto pero, por sobre todo, tuvieron que comenzar a pagar por lo que querían y necesitaban, de una u otra manera. Y sus descendientes, que   heredamos sus pecados y castigos, no nos hemos  podido conformar.

En nuestra economía moderna, completamente monetarizada,  resulta difícil concebir otra forma de pago que no sea mediante dinero, pero lo cierto es que pagamos de muchas maneras diferentes. En todo existe un balance de gastos y costos y nada resulta ser realmente gratuito. Lo sabemos bien en estos días en que comenzamos a pagar por los daños ambientales causados al medio por la explotación y uso indiscriminado de los recursos. Hemos gastado sobre el futuro—que equivale a gozar de un crédito por cancelar con cargo a nuestros hijos y nietos—y de repente, nos hemos encontrado con que tenemos que comenzar a pagar anticipadamente.

Pero atávicamente, la ilusión del paraíso subyace en nosotros y de cuando en cuando cobra fuerza en el  inconciente colectivo. Una de sus materializaciones es la ficción del Estado de Bienestar, que tiene financieramente tan embromados a los europeos; otra es la ilusión de la vivienda social gratuita; otra más, la de la salud gratuita; una más, la de la educación gratuita. Y hay muchas ilusiones más que, racionalmente, no se puede pensar seriamente puedan estar libres de costo y en cualquier caso alguien—las más de las veces nosotros mismos—tiene que pagar.

Siempre alguien paga y no siempre con dinero. Es el precio de pecar.  Paga el que pierde oportunidades por haber desperdiciado su tiempo; paga el que se vende sin cuidado ni prudencia; paga incluso el que no debe y el que no ha pecado. Todos pagamos y nos gustaría no tener que  pagar y mucho menos trabajar. Por eso el hurto, por eso el robo, por eso la elusión, por eso el fraude.

Y la ilusión de la gratuidad ha vuelto para establecerse entre nosotros luego de un interregno de más de veinte años, que tal vez fue una herencia del gobierno militar, en que aprendimos que había que pagar. Impulsar el sentimiento de que las cosas deberían ser gratuitas es una de las estrategias más potentes de la  izquierda.  Seduce a la gente y destruye el sistema económico que quieren derribar.

En cualquier caso, es una oferta tentadora. Y no es ilógico que así sea, ya que las izquierdas siempre ofrecen retornarnos al paraíso, como bien los saben los cubanos.

martes, 24 de abril de 2012

¿ACORTAR QUE?

El Ministro  De Educación Harald Beyer ha pedido a los Rectores de las Universidades chilenas que le informen cómo  acortar las carreras universitarias. Las carreras chilenas, dice,  son muy largas,  por  largas son caras y esto lo digo yo y no el Ministro,   por  caras son políticamente  peligrosas. 

La justificación para la idea  de acortar las carreras es, entre otras,  que nuestro país tiene carreras muy largas  en comparación con los países de la OCDE, lo que representaría un desperdicio por varios conceptos: desperdicio de dinero pagando la Universidad durante cinco o más años pudiendo hacerlo sólo por tres o cuatro; desperdicio de tiempo, porque los estudiantes universitarios olvidan más de la mitad de lo que aprenden; desperdicio de recursos por curriculas inflados mañosamente para dar cabida a más académicos; desperdicio de estudio porque los  profesionales de todos modos tienen que reciclarse cada cierto tiempo con conocimientos actualizados para reemplazar conocimientos sobrepasados, etc.

Parece lógico. En Europa las carreras son bastante más cortas—la de arquitectura que conozco bien,  allá toma cuatro años a todo reventar en vez de cinco o seis mínimo que se necesitan aquí—y los profesionales se actualizan periódicamente poniéndose al día en las últimas técnicas, los últimos métodos y los últimos materiales. Hace unos pocos años tuve oportunidad de comprobarlo en la universidad de Alcalá de Henares—la misma donde acaban de entregar indirectamente el Premio Cervantes a Parra—donde la carrera mencionada era efectivamente bastante más corta que en Chile. Conocí la malla, bastante escueta, desprovista de una serie de contenidos que aquí parecen indispensables, asistí a clases, revisé bibliografías y conversé con estudiantes de los diversos niveles… Y de repente caí en cuenta de la verdadera diferencia: los estudiantes españoles llegaban a la universidad desde la secundaria con buena parte de los contenidos que en Chile tenemos que entregarles a los alumnos universitarios, ya conocidos y comprendidos, sin contar con que vivían en ambientes estimulantes.

Parece, entonces, que el problema no reside tanto en la universidad como en la educación secundaria, consecuencialmente en la educación básica y desde luego en la preescolar. Los estudiantes universitarios que no saben leer ni escribir, que no tienen hábitos ni métodos de estudio, que tienen enfoques inmediatistas y superficiales, son el producto de ese problema previo, sin mencionar el que arrastran de hogares no bien constituidos, de padres poco ilustrados y de ambientes disfuncionales.

Pero el karma es acortar: en mis tiempos hice un magíster que me tomó dos años en un país extranjero, con una carga académica considerable, con interminables clases seis días a la semana. Hoy por hoy se puede hacer ese magíster  semipresencialmente, en un semestre (o a lo más en dos) los días viernes y sábado y “sacar” (lo que es literal)  un doctorado con muy poco más. Acabo de ver antecedentes de varios profesionales con menos de treinta años, con dos y tres magisters y doctorados europeos cada uno, que no le han trabajado un día a nadie. ¿Llegaremos al poker de títulos?

domingo, 22 de abril de 2012

ABRIL NEGRO:

Si para muchos chilenos marzo es el mes terrible, a mí no me gusta para nada abril. No me gusta porque es cuando comienza la obscuridad del invierno, arrecia el frío y se viene la amenaza de la declaración de la renta. Obscuridad, frío y despojo, todo junto. No, no puede gustarme abril.

¿Ha sacado la cuenta de cuánto de sus ingresos se le van en impuestos a un contribuyente de clase media? No digo a un obrero de la construcción, ni a un comerciante informal, ni siquiera a un taxista. Me refiero a aquellas personas que no pueden evadir por los grado de formalidad de su actividad ni hacer elusión por su poder y contactos, es decir, hablo de  las personas que efectivamente pagan impuestos a la renta, que en este país de casi 4  millones de familias no deben  sumar ni  quinientos mil. Y no me refiero sólo al impuesto de segunda categoría sino a la suma de todos los tributos que paga una persona natural: impuesto a la renta, contribuciones, impuestos de aduana, impuesto de timbras y estampillas, etc. y sobre todo, IVA.

¿Ud., que se siente de clase media paga un mes, dos meses, tres meses o más de renta en impuestos?  ¿Lo ha calculado alguna vez?

Se dice que frente a los países de la OCDE, Chile tiene tasas tributarias bajas y razonables. ¡Una falacia completa, porque cuando se habla de las tasas de impuestos hay que hablar también de los niveles de renta. Porque no es lo mismo pagar un 25 o 30 % de impuestos cuando Ud. tiene una renta de 50 mil dólares anuales que pagar el 45 % cuando Ud. gana un par de millones de dólares al año. Lo que importa es determinar qué poder comprador tiene Ud. con el ingreso que le queda una vez pagados los  impuestos.

Porque si Ud. gana 50 mil dólares al año, quiere decir que tiene un ingreso bruto de 2 millones de pesos al mes que se le reducen en unos  $ 450.000 por los impuestos a la renta, por lo que tiene que vivir con el millón quinientos cincuenta restante, lo que hace que si tiene un par de hijos en el colegio o la Universidad, un dividendo que pagar y salud que financiar, Ud. viva estrechamente. En cambio si Ud. gana  8 millones al mes (como un Diputado cualesquiera), aunque pague el 45 % de impuestos, le van a quedar casi cuatro millones y medio, con los que va a vivir bien y tranquilo.

Yo no llegó a ninguno de esos dos niveles y me limito a existir luego del despojo, cuando viene el frío y llega la obscuridad. Por eso, para mí, abril es negro.

viernes, 20 de abril de 2012

EVASIÓN Y ESPECTATIVAS:

Hasta hace no mucho tiempo, los que en razón del atochamiento subían a un bus de trasporte colectivo por la puerta de atrás, mandaban el dinero del pasaje hacia delante y recibían el boleto y el vuelto en un pasa manos de los demás pasajeros. En estos días se ve  un anuncio de televisión que lo recuerda. Los que no pagaban—yo tengo un concuñado que ya en los años sesenta se vanagloriaba de eso—eran excepciones notables justificadas por convicciones doctrinarias más que por necesidad económica. Hoy por hoy—por lo menos en Santiago—hasta  un 30 % de los usuarios de los buses no pagan… La pregunta es: ¿Cuál es la explicación del fenómeno?

Reflexionando sobre  las razones que puedan iluminar la situación, he llegado a la conclusión de  que existen explicaciones  de forma y de fondo.
En término de las de forma se podría argumentar que una primera causa de evasión pueda ser el sistema mismo, ya que un sistema de transporte para estatal, con nombre y apellido—Transantiago—no tiene la connotación personalizada de las antiguas micros y los buses amarillos, que podían pertenecer a un micro empresario, de algún modo  parecido al usuario. El chileno que duda en perjudicar a un igual no tiene empacho en engañar a un sistema.

Una segunda razón de forma puede ser el cambio del sistema de cortar el boleto contra pago en efectivo por el paso de la tarjetita BIP por un validador. La tarjeta es  impersonal,  tanto porque no hay un intercambio entre cobrador y usuario, cuanto porque el validador es fácilmente identificado con una empresa, lo que nos lleva al argumento anterior.

Una tercera razón formal puede ser la calidad del servicio, pésimo en sus inicios y poco eficiente todavía, que permite esgrimir el argumento de que lo malo o lo trucho no se debe pagar,  razonamiento que se ha ido encarnando en nuestra sociedad a raíz del conocimiento de las grandes estafas,  los problemas del abuso corporativo y monopólico, los casos de colusión, etc.

En términos de las razones de forma, se me ocurren dos: la primera es un deterioro de la base moral de la sociedad nacional,  generada en parte por el deterioro persistente de la educación—especialmente la educación cívica—y en parte por la irrupción de  nuevos grupos  sociales disfuncionales que se mueven al margen de la ley,  surgidos en los sectores marginales deprivados o controlados por el narcotráfico y el delito. Un deterioro moral que se contagia por imitación y se instala en la ausencia de sanción.

La otra razón de fondo, que necesitaría mayor análisis,  es la de las expectativas frustradas creadas por veinte años de gobiernos de los partidos de la Concertación, que no consiguieron concretar las ofertas explícitas e implícitas contenidas en sus programas y en sus doctrinas. Lo que se ofrece y no se cumple, siempre se cobra y no pagar el transporte, es una forma de compensar.

miércoles, 18 de abril de 2012

LA DISCULPA DEL REY:

¡Bien hombrecito el Rey don Juan Carlos! Se disculpó ante los españoles por cazar elefantes y prometió no volver a hacerlo. ¿Quién por estos lados tiene los cojones como para imitarlo disculpándose por los mil y un enjuagues, triquiñuelas y estropicios que tan a menudo se cometen? ¿Alwyn, cuando se refirió a pedacitos más o menos de territorio en Laguna del Desierto? ¿Girardi, cuando mandó los miles de cartas con cargo al Congreso? ¿Piñera en el affaire de la radio Kioto  en el programa con Ricardo Claro?

Pero al fin y al cabo, un Rey es un Rey y tiene que comportase como tal y todos los otros son gatos de campo.

George Orwell, a quien he citado en innumerables oportunidades en este blog, hace muchos años  escribió un pequeño artículo llamado “Matar un  elefante”. En él relata un episodio de su juventud, cuando era Policía en Birmania. Tuvo que matar a un elefante domesticado que había sido presa de un ataque de locura, que parece ser sufren de vez en cuando esos animales. Durante su período de furia, el animal había destrozado   casas y sembradíos e incluso, dado muerte a un hombre al que había  pisoteado. Pero en  el momento de enfrentar al elefante, Orwell percibió que este había vuelto a la normalidad y que no era necesario eliminarlo. Sin embargo,  la presión social ejercida por cientos de lugareños ansiosos de venganza y  el temor que quedar como un estúpido, lo impulsaron a disparar.

¿Qué presión tenía el Rey don Juan? ¿Cuál fue la pulsión que lo llevó a Botswana a cazar elefantes? ¿Sería el impulso atávico del hombre cazador? ¿La idea de no irse a la tumba sin haber tenido la experiencia de matar a tan magnífico animal? ¿Es digna de un Rey una hazaña de esa especie?

El Rey ha tenido que pedir disculpas a los españoles—a los que poco les importan los elefantes y sí les molesta el gasto de la Casa Real—y también al resto del mundo que sufre por el elefante muerto y le importan un bledo los españoles y su precaria situación económica. En cualquier caso ¡Bien por él! Nobleza obliga.

Ojalá el Rey de España  tuviera imitadores locales

lunes, 16 de abril de 2012

APTOS E INEPTOS

Al reflexionar sobre el tema de la aptitud versus la ineptitud, todo ello a propósito del artículo de THE ECONOMIST sobre el progreso y el descontento en Chile y  su alusión   a que el Presidente ha probado ser “un político inepto”, no puedo menos que recordar el libro de Laurence J. Peter “The Peter Principle” de 1969, en que desarrollara de manera entretenida e ilustrativa el “Principio de Incompetencia”. Acepto que incompetencia (incapacidad para resolver con eficacia)  no es exactamente lo mismo que ineptitud (inhabilidad), pero la plasticidad de la lengua que permite la fluencia conceptual sin  perjuicio semántico, hace que Ud. entienda la referencia.

Peter decía que cuando en una organización una persona prueba competencia en una posición de responsabilidad, se la promueve a una responsabilidad mayor. Si en esa nueva posición vuelve a probar su competencia, se la vuelve a promover.  Lo más probable es que la  persona siga escalando posiciones, hasta que alcance una posición para la que no demuestra suficiente idoneidad. En ese momento se queda en ese cargo, sin más promociones trabajando—dice Peter—en  su nivel de incompetencia.

De acuerdo con ello, el Presidente Piñera habría alcanzado, en la visión del periodista de The Economist, su nivel de incompetencia política, porque como anota Part of the problem is that Mr Piñera has proved to be an inept politician—a view not confined to the opposition.

No voy a entrar en el detalle del artículo—porque evidentemente el autor escribió todo lo que escribió para darse un gustito al asentar su opinión en la frase lapidaria citada que tanto ha molestado al Gobierno—sino que voy a tratar de establecer cuál fue el nivel de competencia política en que el Presidente.

No puede haber sido el nivel de candidato a Senador, porque en ese cometido demostró la competencia política suficiente como para ser ungido Senador; tampoco la de Senador, porque luego fue ungido candidato presidencial  resultando elegido Presidente. Y como es en esta última labor en la que se le califica de inepto políticamente hablando, hay que aceptar que su último nivel de competencia polìtica en el que se desempeñó eficazmente fue el de candidato. La afirmación queda sujeta a escrutinio porque al frente tenía a Frei que,  como candidato, estoy seguro, estaba en su nivel de incompetencia.

sábado, 14 de abril de 2012

EL SIGLO DEL TITANIC

Mi padre me contó la historia del hundimiento del Titanic allá por los años 40. Le impresionaba particularmente la tragedia, porque su padre (mi abuelo) había estado en el naufragio del vapor John Elder en enero de 1892, salvándose con mucha dificultad de las heladas aguas. Su historia, evidentemente bien documentada, me produjo una gran impresión y durante años pensé cada 14 de abril en esos pobres náufragos congelándose en las agua del Atlántico Norte.

Unos años más tarde, la revista Reader’s Digest publicó un documentado artículo sobre el hundimiento, sintetizando lo que en ese momento se sabía de la noche de la tragedia, por las declaraciones de los protagonistas formuladas durante la investigación. Especialmente impactante era el episodio del vapor California, detenido por los hielos a pocos kilómetros del hundimiento. Impresionaba que sus oficiales hubiesen estado  mirando las luces del Titánic, vieran sus cohetes de auxilio y no comprendieran qué era lo que estaba ocurriendo.

Coincidió esa publicación, con el comienzo en 1953 de una serie de películas sobre el naufragio. Recuerdo “Titanic”, en blanco y negro,  premiada con varios Óscares, muy fiel en la recreación de la época, el choque con los hielos, la evidencia del pronto hundimiento y   la recreación de la angustia de esos terribles momentos. Siguió luego “Una Noche para Recordar”, creo que de 1958, con el  famoso actor británico Kenneth More, película también muy alabada, que logró recrear muy bien situaciones y personajes.
Tras  ese film,  hubo una especie de agotamiento del tema, pero a comienzos de los   años 80, la historia del barco siniestrado reapareció en  “Salven al Titanic”, cinta de dudoso valor basada en una novela igualmente inverosímil, en la que  se reflotaba al transatlántico, que volvía de las profundidades prácticamente intacto con un valioso cargamento.

El descubrimiento de los restos del navío por el oceanógrafo Robert Ballard en 1985, puso al Titanic de nuevo en la noticia, informando de la tragedia a varias generaciones que no sabían de la historia. Las fotografías espectaculares revelando que el gran navío estaba completamente destrozado, partido en dos y diseminado por el fondo marino, fueron tan impactantes como las filmaciones en  las expediciones a la luna en la década de los años 70. Más impactantes, sobre todo cuando se apreciaban los detalles de la desintegración del enorme navío y de la conservación de objetos, documentos y calzado, reposando casi 85 años en el fondo del mar.

La película de James Cameron de 1997 consiguió, finalmente, “materializar” en imágenes la noche del Titanic, con detalles tan bien representados, que seguramente tendrán la capacidad de substituir  la realidad de las pocas fotografías que se conservan  de 1912. Borró todas las dudas, terminó con todas las especulaciones y nos llevó al fondo del Atlántico, a más de 4000 metros de profundidad, donde el Titanic duerme esta noche sus primeros 100 años.

jueves, 12 de abril de 2012

PALOMAS Y GAVIOTAS:

¡Última hora! ¡El Presidente confundió las palomas con las gaviotas! …

Ya hay en la oposición quienes piensan en la posibilidad de una Acusación  Constitucional y varios destacados juristas estudian la opción de declarar la interdicción. Como internacionalmente se lo está comparando con Bush o con Billy Brandt—famosos por sus chascarros y metidas de pata—hay incluso los que piensan que la dignidad nacional ofendida y el honor patrio vilipendiado son suficiente argumento para  acciones ante el Tribunal Constitucional. Por último, en el mundo de la farándula—tan  trascendente para el destino del país—que  la equivocación haya tenido lugar conversando nada menos que con Julio Iglesias, equivale a un crimen de lesa majestad, razón por la que los opinólogos se preparan para el seguro sacrificio.

Bromas aparte, la confusión avícola (que no tiene la menor importancia política), revela la manera de pensar del personaje, la velocidad de su cerebro y el enfoque que da a la realidad. En el fondo, que sean palomas o gaviotas lo que el cantante hispano se haya llevado como premio alguna vez no tiene ninguna importancia  frente al hecho de tener presente que ha tenido muchos premios, algo así como tener presente que Neruda obtuvo el Premio Nobel de Literatura aunque no se sepa en qué año.

El error revela la visión del generalista que, tratándose de un Presidente de la República puede ser más importante social y políticamente que la precisión del estadístico. Equivale a dar en el blanco cerca de la fama porque las  palomas y las gaviotas son aves simbólicas, unas de la paz y las otras del festival de Viña. En su pensamiento, lo suficientemente cerca como para dar  en la presa.

Entre paréntesis, mi señora tiene la teoría que el festival de  Viña del Mar  tiene a la gaviota como símbolo por una razón exclusivamente fonética: el nombre del doctor Luis Sigall, destacado vecino de la ciudad que participó en su creación, cuyo apellido se pronuncia  igual que gaviota en inglés (seagull).

martes, 10 de abril de 2012

EL PENSAMIENTO VISCERAL:

Un periodista le formuló a Karl Seagan—el  famoso astrónomo, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico norteamericano ya fallecido—una consulta imposible de responder con la información que la ciencia tenía sobre el universo en ese momento. Seagan le aclaró al entrevistador que no estaba en posición de contestar sobre ese tema. Entonces el periodista lo urgió a pronunciarse pidiéndole que diera una respuesta visceral. Seagan  cerró el tema con una frase inolvidable: “Procuro—le dijo—no pensar con mis vísceras”.

Se suele decir “pensó con el corazón más que con la cabeza” o “estás pensando con el …. si te metes con esa fulana”. Parece que pensar con algún órgano no está totalmente fuera de la cuestión. Por eso, me imagino que pensar visceralmente puede ser como tener una tincada, algo así como sentir en la guata que va a salir cierta combinación de números en el Kino. Por lo tanto puede equivaler a  emitir opinión desde el estómago, aunque bien pudiera ser que fuera desde el intestino, las gónadas o alguna otra parte innombrable del organismo. Cabe suponer, entonces, que pensar visceralmente equivale a by pasear el cerebro, es decir, a evitar pensar racionalmente.  No parece muy inteligente, ya que habiendo un cerebro responsable histórico del progreso, creador de la cultura y sede de la imaginación creadora,  lo natural sería utilizarlo y dejar a las vísceras hacer su cometido normal.

Pero, a  lo que parece, efectivamente  los chilenos hemos comenzado a pensar con las vísceras, como lo revelan las respuestas en las entrevistas, en las  encuestas de opinión y en las consultas formuladas en  programas y noticieros de televisión. Como el domingo pasado en Tolerancia Cero, cuando una parte mayoritaria de los consultados por Twister se pronunciaron por dar a los mapuches alguna forma de autonomía, evidentemente sin pensar muy profundamente con el cerebro en el asunto. Me imagino que con la preparación comunicacional adecuada,  la opinión  de los chilenos  sobre devolverles territorio a los peruanos o cederles salida al mar a los bolivianos, podría ser favorable a sus intereses en la medida en que contestáramos visceralmente. Lo mismo respecto del matrimonio homosexual, el aborto, la pena de muerte y montones de temas más sobre los que nuestros órganos internos pudiesen interesarse.

A lo que parece, orientar el discurso a lo afectivo y emocional facilita, por difusa que sea la conexión, el desarrollo del pensamiento visceral, razón por la cual encuestadores, políticos y noteros recurren a ese mecanismo en búsqueda de novedad. Evidentemente la apelación a lo visceral constituye  un atajo o recurso comunicacional atractivo para ciertos intereses. En cualquier caso, no deja de ser atemorizante pensar que podamos terminar decidiendo el futuro con decisiones democrático-viscerales.

domingo, 8 de abril de 2012

DEL CRIMENTAL A LA NEOLENGUA

En su novela de anticipación política “1984”, George Orwell desarrollaba dos conceptos que resultaban funcionales al régimen totalitario del Hermano Mayor: la neolengua y el crimental. La neolengua—nueva lengua—era un lenguaje simplificado  impuesto por el régimen, que por la escasez de palabras hacía difícil el crimen del pensamiento—el crimental—, es decir, la generación de elucubraciones complejas que pudiesen generar ideas contrarias al sistema. La neo lengua era entonces,  un eficaz medio de control  social y  un método de modelación de un futuro funcional al sistema imperante.

Por alguna razón se me ocurre que en este país   estamos comenzando a llegar  a los  extremos a que aludía Orwell. Y lo estamos haciendo porque el temor al crimental nos está  haciendo usar una neo lengua. Mire Ud. ¿Recuerda a la funcionaria que dijo que su sueldo era “reguleque”? ¿Se acuerda de la dueña de casa que habló de la conveniencia que su empleada doméstica, perdón, asesora del hogar; se moviera en un minibus por el condominio?¡ Y del abogado que recientemente dijo algo inconveniente en relación con el caso Zamudio?

Comenzaremos poco a poco a no decir ni lo que pensamos ni lo que creemos. Comenzaremos poco a poco a evitar esas palabras que pudieran ser comprometedoras y primero unas y después otras, las iremos sacando del vocabulario. Al final del proceso, habremos desembocado en la neolengua.

Y en ese momento, para poder decir lo que pensamos, recurriremos al apodo, al alias, al pseudónimo o al anonimato. Y nadie usará su identidad sin temor. La pregunta pertinente es ¿Será ese un país mejor? ¿Habrá valido la pena  obligar al disimulo y a la hipocresía? ¿Será el crimental el camino hacia una sociedad menos discriminatoria?

viernes, 6 de abril de 2012

EXCESOS Y EXAGERACIONES:

Si nos descuidamos, cualquier persona que se niegue a pololear con otra —expresión que abarca desde inocentes tomadas de mano a la antigua hasta apasionadas  cohabitaciones—porque no le gusta, el que no quiera bailar con alguien en un lugar público porque no le agrada o el que indignado profiera algún improperio que aluda a raza, condición, estado mental o desarrollo intelectual  de su interlocutor, podría eventualmente ser acusado de discriminación y condenado. Un profesor que al enseñar sobre el periodo de la conquista se refiriera poco cuidadosamente a los naturales, un predicador que hablando de la crucifixión de Cristo se dejara llevar criticando a los romanos o un estilista que comentara colores del cutis de sus clientes con poca delicadeza, también. Estas son exageraciones o reducciones al absurdo, claro, pero aunque no probables, son situaciones posibles. Cada vez más, vamos a vivir pisando huevos y hasta hablar de ellos en sentido figurado atribuyéndoles propiedades descriptivas, va a ser peligroso.

La sociedad se deja llevar fácilmente a los extremos y en estos últimos años, ya hemos alcanzado varios, que convertidos en leyes, van a tener efectos no siempre anticipados y no todas las veces positivos. Ya tenemos la ley que impide beber más de una copa de vino, media cerveza o masticar dos pastillas de licor y ahora, estamos entusiasmados con el tema de la antidiscriminación. Pronto pudiéramos estar regulando las formas de mirar—Ud. tendría prohibido mirar feo, mirar de reojo, mirar para abajo, mirar en menos—y las maneras de hacer humor—adiós a los chistes de gallegos, los de judíos, los de chinos y los de bolivianos—so pena de ser acusado de algo por alguien.

Hasta el viejo arte de garabatear, tan liberador de tensiones y tan descriptivo, podría llegar a la extinción: ya no se podría sacar la madre, ni decir pa’ tu abuela, ni referirse al origen del insultado, ni menos tratarlo de indio: tendríamos demandas de las etnias originales y de los hindúes, por lo menos.

No se si ese que se nos viene vaya a ser un mundo mejor. El puntillosismo siempre termina por potenciar el ridículo. Como en todo, seremos pasto de los abogados, víctimas de los tribunales y mercancía de los medios y la prensa.

¿No será que estamos llegando al aburrimiento social y comenzamos a rizar el rizo?

miércoles, 4 de abril de 2012

PROBABLE MAQUIAVELISMO POLÍTICO:

Los entendidos se van de tesis cuando tratan de explicar porqué el Presidente cae en las encuestas, mencionando las más diversas razones y combinaciones de razones: que el asunto de las conversaciones telefónicas interceptadas, que su condición de empresario, que su perfil exitista, que su manejo político, que su enorme fortuna personal, que las expectativas, que la escasa empatía, que el negro Piñera…en fin. Y a nadie se le ha ocurrido pensar que si a Piñera le va mal, tiene que haber pensado un plan que le permita sacar provecho político de ese rechazo. No sería Piñera si no…

Fíjese Ud.: la Presidenta Bachelet tuvo unos porcentajes de aprobación ciudadana espectaculares pero no fue capaz de hacer ganar al candidato de continuidad. Claro que el candidato era malito, pero con esa popularidad suya, cualquiera hubiese pensado que Frei era grito y plata. Pero perdió…La pregunta que se debe responder entonces es ¿porqué perdió? Y todo indica que perdió porque el país percibía visceralmente que otro gobierno de la Concertación iba a significar más de lo mismo, cosa que en castellano pudiera interpretarse como menos de lo mismo. Menos de lo mismo en el sentido que los chilenos advertíamos que entre reelecciones políticas, clientelas políticas, favores políticos, camarillas políticas y negocios raros políticos, comenzábamos a salir para atrás. Por eso aplicamos el viejo sistema de cambiar de proveedor.

En mi juventud no había supermercados sino almacenes de esquina. Los había grandes—los emporios—y chicos—los despachos—todos vendiendo más o menos las mismas cosas. Las dueñas de casas compraban en ellos con libreta—una forma de fiado que aseguraba la clientela—pero de vez en cuando, se cambiaban a comprar a la otra esquina, sobre todo cuando notaban algún sesgo en los precios. “No hay que cebarlos, porque te suben la mercadería”, explicaba mi madre refiriéndose a los almaceneros.

En política, los partidos son como los almacenes—hay emporios a nivel del Congreso  y despachos a nivel municipal—y los electores son como los clientes. La pertenencia partidaria es como tener libreta y estar cautivos. Los electores independientes, en cambio, se dan cuenta cuando los políticos comienzan a estar cebados y se cambian.

Piñera es un almacenero que de repente va a haber acumulado una oferta—logros económicos y sociales significativos de enorme proyección futura—que el electorado no va a poder rechazar y que para más inteligencia, le va a haber traspasado a otro—su  candidato de continuidad—logrando  lo que Bachelet, con toda su simpatía y ternura, no pudo hacer.

lunes, 2 de abril de 2012

LA AMENAZA DEL HERMANO MAYOR

Como en el clima natural terrestre, en el clima social y político de un país se advierten ciclos aún no bien comprendidos ni explicados, que hacen que de cuando en cuando, se presente eventos desacostumbrados con los que no sabemos lidiar muy bien. Y como tanto en la climatología como en la política  la memoria es débil—ya  sea que llueve mucho, llueve poco, hace calor en marzo o frío en febrero, hay grandes manifestaciones ciudadanas,  atentados, accidentes masivos o crímenes imperdonables—tendemos  a pensar que las cosas andan mal, se han salido de cauce y se hace indispensable una intervención superior que las enderece.

En materia de fenómenos  climáticos—sequías,  inundaciones, terremotos—se  recurre a las rogativas, las misas,  los sahumerios y hasta los machitunes, actividades relativamente subjetivas pero conformadoras del espíritu; en materia de política la cosa es más terrenal y se recurre—sobre todo en este país—a la ley. Si hay una ley, se la desentierra  y remoza; si no la hay, se la improvisa con cierto apresuramiento.

La diferencia entre ambos sistemas curativos está en que si bien las medidas  de tipo mágico no le hacen mal a nadie (y hasta pueden resultar),   las de tipo político, van encarnando un Estado cada vez más fuerte y controlador y por ende, cada vez más cercenador de las libertades y las responsabilidades personales (sin contar con que suele generar efectos culturales de largo plazo  complicados). Y cuando un Estado sobrepasa  la función  de asegurar la organización social, la económica, la política y la soberanía, es decir, cuando llega a dominar  el quehacer  y las costumbres personales en nombre del bienestar sin dejar lugar al ajuste evolutivo, estamos ante el fantasma del Hermano Mayor.

El Hermano Mayor es un apelativo de uso frecuente para referirse a los gobiernos o sistemas autoritarios, caracterizados por manejar excesivamente a sus ciudadanos, así como por  controlar  la información a que éstos acceden. Es la autoridad castigadora asomada a nuestras mentes, llevando nuestra mano, controlando nuestro hálito, preocupada de las opiniones y sentimientos más personales. Es la pérdida total de la libertad de conciencia, del derecho de opinar, de la oportunidad del libre examen, del ejercicio  de la independencia individual.

La caricatura mejor trazada de este extremo en la política la encontramos en la tantas veces citada novela de ficción política de George Orwell “1984”, libro que debía estar en el velador de todo hombre celoso de su autonomía y seguro de su moral. El análisis más descarnado de los efectos de la dominación en el plano de las creencias, pueden entenderse mejor  leyendo “El espejismo de Dios”, de Richard Dawkins.