Los argentinos siempre han tenido que vivir con el peso de ser argentinos y en una proporción significativa de los casos, de ser porteños. Es un resabio de cuando Argentina era grande, rica, segura, poderosa y adelantada, es decir, el país de antes del peronismo, las Malvinas y los corralitos. En cualquier caso, se trata de una carga que persiste más allá de la realidad, que no es fácil de sobrellevar y que la tienen tan asumida, que ya no la sienten, por más que los que los observamos la percibamos claramente. Hasta podría ser que no darse cuenta del peso que deben soportar, fuese precisamente la carga.
Los chilenos, en cambio, vivimos libres de problemas y de sobrecargas hasta que, durante el Gobierno Militar y por efectos de los impactos positivos de modelo y los logros de la economía, nos dio por creernos los jaguares de Latino América. En ese momento, como a los nuevos ricos, se nos comenzó a ver la hilacha y la vecindad se dio cuenta muy rápidamente de nuestro cambio de talante. Incluso se nos motejó de “los nuevos argentinos”, aunque nunca se llegara a decir que éramos como los porteños.
Recuperada la democracia, la Concertación se vio obligada a hacerle el peso a los logros anteriores y por más que le picaran en las manos con el síndrome estatizador, mantuvo más o menos los mismos parámetros, evitando cualquier caída del ego nacional. Claro que ya no nos creíamos jaguares, pero el sentimiento de que estábamos viviendo en democracia alcanzaba para sostener la imagen más o menos a la misma altura, haciendo que, como en el caso de los hermanos argentinos, comenzásemos a no sentir el peso de ser chilenos. De cualquier manera, la vieja humildad y la antigua timidez estaban desapareciendo y el chiquitismo contemporizador de los diminutivos, ya no conseguía ocultar la soberbia, la agresividad y el sentimiento de ser dueños de la verdad de los chilenos del nuevo estatus.
Ya no somos los gañanes de hace unos años, que caminaban por las calles con una radio a pilas de un metro de largo sobre el hombro, pero somos el empresario, comerciante o profesional de escasa cultura y mirada impaciente que se pasea en un Audi 6 o 7 , mirando para abajo a los menesterosos de a pie. Tampoco somos ya los ciudadanos descontentos pero respetuosos, a la espera de la próxima elección para expresar opinión, sino energúmenos empoderados armando barricadas o apedreando comercios.
Los argentinos han podido vivir con el peso de ser argentinos, incluso sin su riqueza y su poder. Algo tienen que los sostiene y los ayuda con la carga. ¿Tenemos los chilenos una condición similar o podríamos claudicar si se nos complican las cosas?
CREO, QUE AÚN CAMINAMOS EN LA BUSQUEDA DE UNA IDENTIDAD COMO NACION Y ME REFIERO A "la nación cultural, que es una noción socio-ideológica subjetiva y que hace referencia a una comunidad humana con ciertas características culturales comunes" Y EN ESE CAMINO ,SEGUIMOS SIENDO LOS KRAMER DE LATINOAMÉRICA.... BIEN BUENAS IMITACIONES.
ResponderEliminarHAY QUE PURO ECHAR UNA MIRADA A LA TELEVISIÓN CHILENA Y VER LOS 10 MILLONES DE PROGRAMAS DE M... CONCURSOS Y "SHOWBISNESSSSS" ,BÁSICAMENTE EMULANDO OTROS CONSURSOS EXTRANJEROS Y PERSONAJES DEL MUNDO DE LA ACTUALMENTE DE MODA ,FARÁNDULA, POR EJEMPLO, LOS HUACHITURROS O GUACHITURROS? O WUACHITURROS???????
POR EL AMOR DE ELVIS Y LOS DIOSES MENORES, QUÉ ES ESO?
LO SEGURO SEGURO SEGURO, ES QUE EN LA CALLE Y POR DONDE MIRES HAY "CALETAAAAAAAAAAAA" TODOS VESTIDOS IGUAL, PEINADOS IGUAL, CAMINANDO IGUAL Y HABLANDO IGUAL, TODAS CARACTERÍSTICAS , RECIENTEMENTE ADQUIRIDAS.
QUIZÁS Y ME PARECE TERRIBLE ,TERMINEMOS SIENDO ,COMO NACIÓN CULTURAL, SÓLO ESE POTPÚRRI, POCO FILTRADO Y AUSPICIADO POR EL NEGOCIO DE LAS COMUNIICACIONES AL QUE NO LE IMPORTA UN CARAJO LO QUE VENDE....
ESO DE QUE YA NO SOMOS LOS GAÑANES....ES SÓLO PORQUE CAMBIAMOS EL DISFRAZ.