Estando en Roma hace algunos años, los naturales del país me advirtieron sobre el peligro que representaban los carteristas chilenos que actuaban en equipo arriba de los tranvías y buses. Por esa razón era conveniente prescindir de la billetera y reemplazarla por un trozo de cartón corrugado doblado y recortado más o menos del mismo tamaño puesto en un bolsillo del pantalón. La teoría decía que el carterista palparía la billetera de cartón, estimaría que por su consistencia sería muy difícil sacarla disimuladamente y por ende, a otra cosa mariposa. Comprobé que en la apretura de las subidas y las bajadas, las sensibilidades se confunden: me robaron la billetera de cartón y un pañuelo sin ninguna dificultad. Sospecho que fue un compatriota porque manos de seda como esas, sólo se dan por estos lados. Además, momentos antes de la pérdida, escuché a un par de pasajeros hablando en chileno empleando la jerga habitual, abundante en huevos y conchas.
He tocado el tema de los robos, porque con lo de las clonaciones en Temuco, estamos completando el círculo de la delincuencia. Mire Ud.: ya no se puede dejar la casa sola así esté resguardada por la mejores alarmas, porque la desvalijan; ya no se puede dejar el automóvil estacionado porque lo abren y lo desvalijan también (o se lo llevan), así tenga alarma o esté en un estacionamiento vigilado; ya no se puede ir tranquilo al Banco, a tiendas de lujo o a la farmacia porque si uno no tiene suerte le toca el asalto; ya no se puede caminar tranquilo por la calle después de oscurecer, porque lo cogotean; y por último, ya no se puede usar los cajeros electrónicos porque le clonan la tarjeta con alguno de la media docena de métodos de última generación.
Tengo un amigo al que entre dos lo patraquearon en un cine sin que tuviese que moverse de su butaca; otro al que lo asaltaron en un bus interprovincial; se de un señor que fue cogoteado en el box de urgencia una posta mientras experimentaba un preinfarto y un vecino fue asaltado mientras estaba sentado en un baño público. Mi auto lo abrieron dentro de mi casa con un control (me di cuenta porque ví el destello de las luces) y ahí aprendí que era peligroso abrirlo cuando había alguien cerca, porque era posible que copiaran el pulso electrónico del aparato.
¿Qué nos está quedando de la vida en sociedad? ¿Para qué pagamos impuestos? ¿De que sirven las policías? ¿Para qué la Justicia (no digo los jueces)?
Y sin duda, la cosa debería empeorar, porque es evidente que los rateros son más inteligentes y están más actualizados que las policías, que las autoridades, que los juristas y que la legislación. No digo que los políticos, porque Ud. podría creer que hablo en broma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario